Hace poco escribí en este espacio sobre Kendrys Morales, aquel industrialista que con solo 17 abriles se hizo cargo del cuarto madero en la novena azul, destrozó todos los récords para novatos que encontró y generó la última gran fiebre beisbolera vivida en la capital cubana.
Me recuerdo diciéndolo, una y otra vez: “Este tipo no es mejor que Omar Linares, pero ha hecho lo que El Niño no logró”. A ambos lados del plato, y con madera, Morales despachó 21 cuadrangulares y empujó 82 anotaciones en una de las campañas más brillantes que alguien gestó jamás entre nosotros. Ese año, inclusive, se dio el lujo de lanzar.
Ello ocurrió en la Serie 2001-2002. Luego llegó al equipo nacional, se vio envuelto en una intriga que lo separó de la escuadra, y al final –a estas alturas, un final recurrente- se marchó a los Estados Unidos para hacer carrera en Grandes Ligas.
Firmado por los Angelinos, Morales demoró en hacerse de un puesto regular, opacado primero por el mediocre Casey Kotchman, y después a la sombra del ya para entonces consagrado Mark Teixeira. Sin embargo, el traspaso de este último a las filas de los Yankees le abrió un hueco en el line up en 2009, y el “8” respondió con 34 bambinazos, 108 empujadas y .306-.355-.569 en materia de average, OBP y slugging, respectivamente.
Parecía que un nuevo gigante tocaba a las puertas del Big Show. Mas, el destino juega sus cartas muy alocadamente, y una grave lesión lo separó del béisbol cuando apenas se había cumplido un tercio de la temporada 2010. Al regresar -lleno de expectativas- no fue el mismo, y de Anaheim pasó a Seattle, que más tarde lo vendió a Minnesotta, y de allí volvió a Seattle. Tan gris se comportó el año pasado, que no pocos pensamos que había tocado fondo.
Afortunadamente, no era así. La llegada a los Reales –una franquicia en plena efervescencia, con notables opciones de victoria- devolvió la excelencia a su swing, que envió 22 Rawlings más allá de las cercas, impulsó 106 carreras y fijó un slugging de .485.
Para suerte de Kansas y orgullo de Cuba, ha vuelto a ser el mismo. Solo que ahora es más veterano, más corpulento y más paciente en home. Varios expertos le conceden abundantes opciones por el premio al Comeback of the Year. Y para mi gusto muy particular –nacionalismos aparte, que los odio-, es quizás el mejor ambidextro de la actualidad en Grandes Ligas.
Mientras jugaba para los Angelinos, Morales asistió a cuatro postemporadas y fue titular en una de ellas (la de aquella campaña inmensa en 2009). De conjunto, sus números fueron irrisorios (nueve en 47 y ocho ponches). Ahora, contra los inspirados Astros de Houston y desde el quinto turno, el cubano podría empezar a reescribir su historia.
Me recuerdo diciéndolo, una y otra vez: “Este tipo no es mejor que Omar Linares, pero ha hecho lo que El Niño no logró”. A ambos lados del plato, y con madera, Morales despachó 21 cuadrangulares y empujó 82 anotaciones en una de las campañas más brillantes que alguien gestó jamás entre nosotros. Ese año, inclusive, se dio el lujo de lanzar.
Ello ocurrió en la Serie 2001-2002. Luego llegó al equipo nacional, se vio envuelto en una intriga que lo separó de la escuadra, y al final –a estas alturas, un final recurrente- se marchó a los Estados Unidos para hacer carrera en Grandes Ligas.
Firmado por los Angelinos, Morales demoró en hacerse de un puesto regular, opacado primero por el mediocre Casey Kotchman, y después a la sombra del ya para entonces consagrado Mark Teixeira. Sin embargo, el traspaso de este último a las filas de los Yankees le abrió un hueco en el line up en 2009, y el “8” respondió con 34 bambinazos, 108 empujadas y .306-.355-.569 en materia de average, OBP y slugging, respectivamente.
Parecía que un nuevo gigante tocaba a las puertas del Big Show. Mas, el destino juega sus cartas muy alocadamente, y una grave lesión lo separó del béisbol cuando apenas se había cumplido un tercio de la temporada 2010. Al regresar -lleno de expectativas- no fue el mismo, y de Anaheim pasó a Seattle, que más tarde lo vendió a Minnesotta, y de allí volvió a Seattle. Tan gris se comportó el año pasado, que no pocos pensamos que había tocado fondo.
Afortunadamente, no era así. La llegada a los Reales –una franquicia en plena efervescencia, con notables opciones de victoria- devolvió la excelencia a su swing, que envió 22 Rawlings más allá de las cercas, impulsó 106 carreras y fijó un slugging de .485.
Para suerte de Kansas y orgullo de Cuba, ha vuelto a ser el mismo. Solo que ahora es más veterano, más corpulento y más paciente en home. Varios expertos le conceden abundantes opciones por el premio al Comeback of the Year. Y para mi gusto muy particular –nacionalismos aparte, que los odio-, es quizás el mejor ambidextro de la actualidad en Grandes Ligas.
Mientras jugaba para los Angelinos, Morales asistió a cuatro postemporadas y fue titular en una de ellas (la de aquella campaña inmensa en 2009). De conjunto, sus números fueron irrisorios (nueve en 47 y ocho ponches). Ahora, contra los inspirados Astros de Houston y desde el quinto turno, el cubano podría empezar a reescribir su historia.