Es necesario decir algo sobre Pinar del Río en este 2015. Se han marchado 8 jugadores de sus filas y aun así lucharon hasta la muerte. Llegaron a 48 victorias superando a equipos como Industriales (46). Se marcharon 8 jugadores, su director Urquiola fue expulsado por 12 juegos y finalmente renunció. Ha sido el equipo del dolor en el 2015. Fueron campeones en la Serie del Caribe y esto irónicamente fue lo que desarmó a la nave verde con sus causas y consecuencias. A veces eran Pinar del Río, a veces era Cuba, otras veces: marionetas de telón de fondo.
Los comentaristas en Cuba les volvieron a llamar Vegueros, por su histórico logo, pero los campeonatos de los Vegueros no se unen a los de Pinar del Río hoy en día. Entonces. ¿Franquicias separadas o unidas? Veremos si la próxima Serie del Caribe desarma a Ciego de Avila. Ahora que todo se hace mudo eco y triste viudez. Quien no conoce la historia está condenado a repetirla. Es necesario hablar de Donal Duarte y decir algo sobre él para que salga del infeliz anonimato. Él probablemente sea un jugador subvalorado lleno de valor. Está en camino a ser recordado en Pinar del Río con la misma sensibilidad que trae el recuerdo por Omar Linares, Luis Giraldo Casanova, Omar Ajete, Pedro Luis Lazo, Jorge Fuentes, José Ariel Contreras y todos los grandes beisbolistas historia que ha brillado con la franquicia pinareña. Donal Duarte merece que su número 12 sea retirado para siempre cuando llegue la hora de su lamentable adiós.
Donal no es el jugador que atrapa los titulares. Es silencioso, tímido, simpático. No tiene contrato para ir a jugar a Japón, no mastica chicles constantemente. Tal vez se decepcionó del juego cuando bateó en la Serie 50 para .359/.452/.643 con 26 HR y 74 RBI fue campeón con su equipo Pinar del Río superó a Michel Enríquez y Yulieski Gourriel con un OPS de .1095 y no fue al equipo nacional. “Todos los jugadores tienen un año irrepetible. Y el mío fue aquel”, me dijo alguna vez en una charla. El “lobo de San Luis” decidió en el último partido de la temporada regular ante el cerrador más exitoso de la historia en Cuba. En dos strikes, le pegó a una recta de José Ángel García y produjo triple para el empate de los pinareños y luego anotó la carrera de la victoria con deslizamiento en la goma.
Es necesario que todos sepan quién es Donal Duarte. Él resurge y reinventa nuevas historias cada temporada. Él es para Pinar del Río lo que es Van Van para la música cubana, Da Vinci para la historia del Arte o Virgilio y Horacio para la lírica en Roma o lo que es Madison Bumgarner y Buster Posey para los Gigantes de San Francisco. Luego de Donal Duarte en Pinar del Río habrá un antes y un lamentable después. Él ha sido en los últimos 5 años el todo corazón del tsunami, el alma donde descansan las demás almas, el vehículo de la victoria, el jugador que respira cuando todo se congela, el que provoca el renacimiento. Duarte no quiso probar suerte en otro béisbol y le hubiera sobrado el talento. Pero él quiere retirarse en el Capitán San Luis y con el color verde en su cuerpo.
En la Serie 50 decidió varios juegos contra Santi Spiritus y Ciego de Ávila para ser campeón. Luego en la Serie 53 en el famoso 5to juego ante Matanzas, se puso los arreos y sirvió como cátcher en el décimo inning del partido que luego ganaría Pinar. Donal Duarte seguirá brillando en silencio, a veces sin que nadie lo vea. Continuará haciendo el trabajo diario cada día. Su nombre no estará en ninguna lista de scouts, ni será llamado nunca al equipo nacional. Pero él ha roto el molde como jugador. Ha sido lo que todos sueñan ser, un jugador de época imprescindible. Él no es Superman pero puede ser Batman. Nunca se podrá sustituir a un Donal Duarte.
Los comentaristas en Cuba les volvieron a llamar Vegueros, por su histórico logo, pero los campeonatos de los Vegueros no se unen a los de Pinar del Río hoy en día. Entonces. ¿Franquicias separadas o unidas? Veremos si la próxima Serie del Caribe desarma a Ciego de Avila. Ahora que todo se hace mudo eco y triste viudez. Quien no conoce la historia está condenado a repetirla. Es necesario hablar de Donal Duarte y decir algo sobre él para que salga del infeliz anonimato. Él probablemente sea un jugador subvalorado lleno de valor. Está en camino a ser recordado en Pinar del Río con la misma sensibilidad que trae el recuerdo por Omar Linares, Luis Giraldo Casanova, Omar Ajete, Pedro Luis Lazo, Jorge Fuentes, José Ariel Contreras y todos los grandes beisbolistas historia que ha brillado con la franquicia pinareña. Donal Duarte merece que su número 12 sea retirado para siempre cuando llegue la hora de su lamentable adiós.
Donal no es el jugador que atrapa los titulares. Es silencioso, tímido, simpático. No tiene contrato para ir a jugar a Japón, no mastica chicles constantemente. Tal vez se decepcionó del juego cuando bateó en la Serie 50 para .359/.452/.643 con 26 HR y 74 RBI fue campeón con su equipo Pinar del Río superó a Michel Enríquez y Yulieski Gourriel con un OPS de .1095 y no fue al equipo nacional. “Todos los jugadores tienen un año irrepetible. Y el mío fue aquel”, me dijo alguna vez en una charla. El “lobo de San Luis” decidió en el último partido de la temporada regular ante el cerrador más exitoso de la historia en Cuba. En dos strikes, le pegó a una recta de José Ángel García y produjo triple para el empate de los pinareños y luego anotó la carrera de la victoria con deslizamiento en la goma.
Es necesario que todos sepan quién es Donal Duarte. Él resurge y reinventa nuevas historias cada temporada. Él es para Pinar del Río lo que es Van Van para la música cubana, Da Vinci para la historia del Arte o Virgilio y Horacio para la lírica en Roma o lo que es Madison Bumgarner y Buster Posey para los Gigantes de San Francisco. Luego de Donal Duarte en Pinar del Río habrá un antes y un lamentable después. Él ha sido en los últimos 5 años el todo corazón del tsunami, el alma donde descansan las demás almas, el vehículo de la victoria, el jugador que respira cuando todo se congela, el que provoca el renacimiento. Duarte no quiso probar suerte en otro béisbol y le hubiera sobrado el talento. Pero él quiere retirarse en el Capitán San Luis y con el color verde en su cuerpo.
En la Serie 50 decidió varios juegos contra Santi Spiritus y Ciego de Ávila para ser campeón. Luego en la Serie 53 en el famoso 5to juego ante Matanzas, se puso los arreos y sirvió como cátcher en el décimo inning del partido que luego ganaría Pinar. Donal Duarte seguirá brillando en silencio, a veces sin que nadie lo vea. Continuará haciendo el trabajo diario cada día. Su nombre no estará en ninguna lista de scouts, ni será llamado nunca al equipo nacional. Pero él ha roto el molde como jugador. Ha sido lo que todos sueñan ser, un jugador de época imprescindible. Él no es Superman pero puede ser Batman. Nunca se podrá sustituir a un Donal Duarte.