De nada le vale a un equipo haber ganado más juegos que los demás durante cinco meses. Ni bateado con mayor soltura. O tener un cuerpo de lanzadores más efectivo. Los play off —lo leí en una ocasión—, los inventó el Diablo. Quizás para reírse a mandíbula batiente de todos los que intentan adivinar cuál será el ganador.

Si nos aferramos a las estadísticas, Matanzas y Villa Clara tendrían las de triunfar. Los Cocodrilos de Víctor Mesa rompieron el récord histórico para un equipo de esa provincia, finalizaron liderando en el oeste, fueron uno de los tres únicos conjuntos que batearon 300 o más, los que mejor jugaron como home club. Pero todo eso es historia y el no haber participado sus jugadores en un play off pudiera ser un hándicap para los inspirados yumurinos, la sensación de la temporada sin duda.

Lo mismo pudiera decirse de la selección Naranja, el equipo más estable de la pelota cubana en los últimos años, siempre saliendo airoso en cincuenta o más choques, con el mejor promedio de limpias del torneo, 3,40, máximo ganador junto a Matanzas, sin mucha fuerza (solo 63 jonrones), pero puntero en dobletes, 183, que es también una expresión de poder, y líderes en bases robadas, 80. Solo les falta ganar un título que les es esquivo desde 1995 bajo la dirección de Pedro Jova.

No son ellos los únicos aspirantes. Entre los restantes seis hay que destacar al Industriales de Lázaro Vargas, de nuevo en la pelea, tras quedar fuera de la fiesta el pasado año. Bateo ha sido la divisa principal de los Leones, con un pitcheo de relevo que clasifica como el segundo peor del torneo, 5,58 de PCL. Tienen una ventaja: saben jugar play off como nadie.

Alejados de la postemporada en los últimos tres años, los Leñadores volvieron por sus fueros, asombrando a todos con la mejoría de su pitcheo (3,97 los abridores, 3,98 los relevistas) y dejando de jugar al batazo porque ya Danel Castro y Pedroso no son los mismos. Todo lo contrario de los Alazanes granmenses, que siguen apostando a la fuerza de sus hombres —liderados por Despaigne—, quienes fueron punteros en jonrones (116), anotadas (585), únicos con más de 1 000 jits. Pero tienen que correr mejor las bases porque más de un triunfo se les fue por esa vía.

Ciego de Ávila, actual subcampeón nacional, no impresiona por su ataque (272, 68 cuadrangulares), aunque su defensa es impecable, la mejor de la justa con solo 68 pifias y 982 de promedio, lo cual ayudó sobremanera a un cuerpo de lanzadores por debajo de las cuatro limpias, 3,62 exactamente, con 11 lechadas propinadas.

Eso mismo, hermetismo en el pitcheo, es una de las causas de que los Elefantes estén de nuevo en la postemporada, con un magnífico 3,42 y un ataque que depende mucho de José Dariel Abreu, elenco que también emplea la velocidad como premisa, 77 bases robadas.

Finalizo con los Gallos… y no porque hayan cantado casi después del amanecer. Les faltó ofensiva a un equipo que siempre ha hecho gala de batear; sin embargo, poseen la dupla más ganadora de la Serie, Ismel y Ángel Peña, 28 victorias en total, y si Frederich Cepeda les entra en forma habrá que contar con ellos. Hasta aquí este breve análisis. Escoja usted su favorito y disfrute de los play off.