Retiros, indolencia, incompresiones e inquietud son algunos de los tristes argumentos que acompañan al béisbol cubano en los últimos tiempos. A pesar de ello, afortunadamente, la pasión por el mismo no ha decaído, al contrario, la vehemencia con que sugerimos cambios, alternativas y soluciones indica, aunque algunos no lo asimilen, que la pelota continúa como acervo anímico de la nación.
Es cierto que numerosos errores han sido caldo de cultivo para iniciar y extender una serie de rumores, que solo fomentan malestar. De ello han sido responsables directivos, atletas y también buena parte de la prensa, que con una pereza vergonzosa en ocasiones también ha hecho oídos sordos a los reclamos de un pueblo, que desde hace más un siglo defiende y siente a la pelota como patrimonio sociocultural del país.
Lealtad a nuestro deber
Cientos de criterios beisboleros inundan por estas jornadas la geografía nacional. En todos se explican un gran número de proposiciones, que a pesar de sus contrastes, persiguen el mismo objetivo; devolverle al béisbol su opacada alcurnia.
Para semejante empresa las autoridades pertinentes estudian e implementan varias alternativas, llamadas a perfeccionarse en el futuro. Ello es indicio de que poco a poco el deporte cubano intenta adecuarse a los complejos tiempos que vivimos.
En esa marcha se impone que buena parte de los implicados, dígase directivos, atletas y prensa, destierren de sus funciones la apatía que despiertan las carencias materiales, esas que también afectan a un pueblo, que les exige estar a la altura de nuestro deber.
Es cierto que numerosos errores han sido caldo de cultivo para iniciar y extender una serie de rumores, que solo fomentan malestar. De ello han sido responsables directivos, atletas y también buena parte de la prensa, que con una pereza vergonzosa en ocasiones también ha hecho oídos sordos a los reclamos de un pueblo, que desde hace más un siglo defiende y siente a la pelota como patrimonio sociocultural del país.
Lealtad a nuestro deber
Cientos de criterios beisboleros inundan por estas jornadas la geografía nacional. En todos se explican un gran número de proposiciones, que a pesar de sus contrastes, persiguen el mismo objetivo; devolverle al béisbol su opacada alcurnia.
Para semejante empresa las autoridades pertinentes estudian e implementan varias alternativas, llamadas a perfeccionarse en el futuro. Ello es indicio de que poco a poco el deporte cubano intenta adecuarse a los complejos tiempos que vivimos.
En esa marcha se impone que buena parte de los implicados, dígase directivos, atletas y prensa, destierren de sus funciones la apatía que despiertan las carencias materiales, esas que también afectan a un pueblo, que les exige estar a la altura de nuestro deber.
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