Es difícil imaginarse un escenario donde el Gigante del Escambray pase desapercibido: no sucedió nunca en el terreno de juego, porque rendimiento y estatura le otorgaban marcada relevancia; tampoco ocurrió tras su retiro, cuando destinó a los niños el resultado de años de disciplina y experiencia; y muchísimo menos en un ambiente coloquial entre familiares, amigos y aficionados, con quienes compartió Antonio Muñoz las impresiones de su reciente visita a Miami.

"Esa invitación a Estados Unidos la rechacé en varios momentos; pero no podía negarme más, pues la comunidad cubana en Miami quería verme, sobre todo después de mi enfermedad. Y por eso acepté.

"Al llegar al aeropuerto me esperaba un grupo –y lo digo de corazón- de cubanos de Cienfuegos. Me recibieron, atendieron y estuvieron conmigo casi a tiempo completo. Esa comunidad no es aquella de reacciones adversas contra nuestro país, ahora existe un número importante de cubanos, algunos con buenos negocios, otros con buenos trabajos y muchos luchándose la vida… Ellos me dieron la bienvenida y se los devolví en nombre de los de la Isla.

"Fueron más las muestras de cariño que las provocaciones. Conmigo solo se metió ese señor y, según me dijeron, ni es periodista ni nada por el estilo: le pagan para ir a provocar a las personalidades. Y pensó hacerlo conmigo y le salió al revés, las mismas personas de allí lo sacaron del lugar".

Sucedió en la grama del Bucky Dent Park, en Hialeah, "un terreno alquilado por los cienfuegueros para un juego al cual invitaron a contemporáneos míos como Rolando Arrojo, Agustín Marquetti, Gabriel Pierre… Era mucha la presión de la prensa pidiendo una entrevista y accedí a dársela".

Las preguntas versaron, además del obligado recuento sobre el accionar deportivo del Gigante en los diamantes cubanos, sobre la situación actual del pasatiempo nacional y los resultados de los atletas criollos en las Mayores. En ese contexto surgió el cuestionamiento: "¿Entonces tú eres revolucionario?" y poco, más bien nada, tardó la reacción de Muñoz.

"Yo sí soy revolucionario, porque nací en Cuba y jamás he criticado a nadie que venga para acá. Al contrario. Aquí estamos reunidos, pero sí soy revolucionario, porque me eduqué con la Revolución, vivo con la Revolución y muchas oportunidades que me ha dado’".

"Orlando Peña, el Guajiro, a quien yo admiraba desde niño, me sacó de la multitud y me dijo: 'no le hagas caso, ese es un cubano equivoca'o. La disciplina y el respeto contigo y el tuyo con nosotros, son de admirar y aplaudir'… Y comenzaron a aplaudirme, por eso lo dije: al regresar a Cuba, contaré del buen trato acá.

"En Miami los cienfuegueros se reunieron para compartir conmigo y nos encontramos con Yasiel Puig, José Dariel Abreu… Fui a varios encuentros con gente de Sagua la Grande, Sancti Spíritus y allá estaba Maels Rodríguez… Después los trinitarios me hicieron un homenaje y les debo contar algo más:

"Un día voy a pelarme en una barbería con un muchacho de Trinidad y cuando entro, en un grupo de hombres uno me grita: 'oye, ¿tú eres Antonio Muñoz? ' y le respondo 'Sí'. Yo estaba bastante preocupado, lo confieso, pues ese día andaba solo y no sabía cómo reaccionarían ellos. Entonces me contesta: 'Aquí hay dos hombres cubanos que han venido con una sola cara: uno fue Fidel en Los Ángeles y el otro eres tú, aquí en Miami, diciendo la verdad'.

"Pasé un buen mes en Miami y gracias a todos por eso. Y aquí estamos de nuevo, en la tierra, defendiendo los principios que siempre defendí".