El marcador se ha cerrado y el equipo a la ofensiva tiene el empate en circulación sin outs en la pizarra. El lanzador parece cansado, y se le ha visto perder efectividad en los últimos lanzamientos. El mentor del equipo a la defensa abandona la cueva por segunda vez en la entrada y camina lentamente hacia la lomita, mientras mira hacia el bullpen, donde dos tiradores arrecian el calentamiento. Una palmadita en el hombro, acompañada de una frase de “buen trabajo” son parte de la manera en que un buen manager saca a un serpentinero del box. El relevista corre, se acerca, felicita a su compañero que abandona el juego y realiza algunos lanzamientos para “acostumbrarse” al montículo.
Esta escena se repite en más de las tres cuartas partes de los partidos de una temporada de Serie Nacional de Béisbol. Sin embargo, son más las ocasiones en que las cosas no salen como se habían planeado, y quedan estadísticas que no son para nada objetivas.
Y es que el promedio de carreras limpias, los juegos ganados y perdidos, y la cantidad de salvamentos nada tienen que ver con la calidad de un lanzador de relevo. Un ejemplo de ello es que supongamos que el serpentinero entra en el partido con las bases llenas y sin outs, y luego de permitir un doblete que limpia las bases, liquida la entrada. ¿Cuál ha sido su promedio de efectividad? Pues nada más y nada menos que el promedio perfecto: 0.00. ¿Ha sido buena su salida? No, de hecho, ha sido pésima, pues le anotaron los tres hombres que había en circulación cuando entró al choque. Sin embargo, en la Serie Nacional de Béisbol en Cuba no se lleva una estadística que mida la efectividad de los lanzadores de relevo. Puede haber uno o dos casos en los que un lanzador de relevo tenga números relativamente malos, por ejemplo: 0 victorias, 2 derrotas y 4.11 de efectividad sin salvamentos y haber hecho una excelente labor. Por ejemplo, los relevistas intermedios tienen posibilidades casi nulas de ganar o salvar partidos, y en muchas ocasiones los utilizan en choques dados por perdidos para que “aguanten” a la ofensiva rival hasta que terminen las penas.
En las Ligas Mayores, al igual que en la Liga Japonesa, se utiliza una estadística para darle cierta “puntuación” a los lanzadores. Este mágico indicador, llamado hold (que en inglés significa aguantar o sostener) se refiere al hecho de que un lanzador haya entrado en un choque y el equipo contrario no haya anotado más carreras, aún si había corredores en base al momento de su ingreso en el partido. Otra estadística que dice MUCHO más sobre la eficiencia de un relevista y su capacidad para enfrentar situaciones de tensión, es el promedio de anotados por corredores asumidos (inherited runs – en inglés: carreras heredadas). Resulta que en muchos casos, los “apagafuegos” salen al choque para enfrentar una situación de juego crítica, en la que se requiere de su total concentración. Ese promedio (anotadas contra corredores en circulación al momento de su entrada), en caso de ser mayor del 40%, no puede catalogarse ni siquiera de medio.
Y ¿qué hay de las bases por bolas? ¿En cuántas ocasiones un pitcher de relevo inicia su actuación transfiriendo o golpeando al bateador contrario? Realmente, esos problemas tácticos son mucho peores, y no se reflejan en las estadísticas.
Todo ese enorme número de referentes, ignorados por la afición cubana, son mucho más objetivos como medidores de calidad para un lanzador de relevo.
Considero que nuestros anotadores pueden establecer un patrón para determinar si un relevista lo ha hecho bien o no.
Primero: crear un sistema de puntuación para que se les sume a los lanzadores, el de mayor puntaje será, por supuesto, el mejor serpentinero de relevo. Se le otorgaría 1 pto a cada lanzador por juego salvado o por ventajas sostenidas (hold). Además, 1 pto por las victorias como relevista (eso es algo que se hacía antes). La parte subjetiva viene ahora: se le restaría 1 pto por cada juego que le empaten o pierda (blown save) y otro por cada juego en el que entre con el store igualado y los contrarios le anoten la carrera de la ventaja. Por otro lado, se le adicionaría 1 pto extra por juego salvado si cuando ingresa al choque los contrarios tienen al menos la carrera del empate en circulación. Se aplicaría la misma técnica para los hold.
Segundo: llevar estadísticas como el promedio de anotadas por corredores en circulación, y el promedio de bateo de los contrarios en los innings en que comienza su actuación. Además, el promedio de embasados del primer bateador que enfrenta en cada salida.
Tercero: que el mejor relevista sea escogido aquel de mejor puntuación, obviando la cantidad de juegos salvados.
Si esto se implementara, muchos relevistas y cerradores, considerados hoy como “de punta” serían desplazados por otros, en tanto algunos se mantendrían siendo buenos o malos. Los juegos salvados y el promedio de limpias son indicadores muy buenos, pero no son los más objetivos medidores de calidad.
Esta escena se repite en más de las tres cuartas partes de los partidos de una temporada de Serie Nacional de Béisbol. Sin embargo, son más las ocasiones en que las cosas no salen como se habían planeado, y quedan estadísticas que no son para nada objetivas.
Y es que el promedio de carreras limpias, los juegos ganados y perdidos, y la cantidad de salvamentos nada tienen que ver con la calidad de un lanzador de relevo. Un ejemplo de ello es que supongamos que el serpentinero entra en el partido con las bases llenas y sin outs, y luego de permitir un doblete que limpia las bases, liquida la entrada. ¿Cuál ha sido su promedio de efectividad? Pues nada más y nada menos que el promedio perfecto: 0.00. ¿Ha sido buena su salida? No, de hecho, ha sido pésima, pues le anotaron los tres hombres que había en circulación cuando entró al choque. Sin embargo, en la Serie Nacional de Béisbol en Cuba no se lleva una estadística que mida la efectividad de los lanzadores de relevo. Puede haber uno o dos casos en los que un lanzador de relevo tenga números relativamente malos, por ejemplo: 0 victorias, 2 derrotas y 4.11 de efectividad sin salvamentos y haber hecho una excelente labor. Por ejemplo, los relevistas intermedios tienen posibilidades casi nulas de ganar o salvar partidos, y en muchas ocasiones los utilizan en choques dados por perdidos para que “aguanten” a la ofensiva rival hasta que terminen las penas.
En las Ligas Mayores, al igual que en la Liga Japonesa, se utiliza una estadística para darle cierta “puntuación” a los lanzadores. Este mágico indicador, llamado hold (que en inglés significa aguantar o sostener) se refiere al hecho de que un lanzador haya entrado en un choque y el equipo contrario no haya anotado más carreras, aún si había corredores en base al momento de su ingreso en el partido. Otra estadística que dice MUCHO más sobre la eficiencia de un relevista y su capacidad para enfrentar situaciones de tensión, es el promedio de anotados por corredores asumidos (inherited runs – en inglés: carreras heredadas). Resulta que en muchos casos, los “apagafuegos” salen al choque para enfrentar una situación de juego crítica, en la que se requiere de su total concentración. Ese promedio (anotadas contra corredores en circulación al momento de su entrada), en caso de ser mayor del 40%, no puede catalogarse ni siquiera de medio.
Y ¿qué hay de las bases por bolas? ¿En cuántas ocasiones un pitcher de relevo inicia su actuación transfiriendo o golpeando al bateador contrario? Realmente, esos problemas tácticos son mucho peores, y no se reflejan en las estadísticas.
Todo ese enorme número de referentes, ignorados por la afición cubana, son mucho más objetivos como medidores de calidad para un lanzador de relevo.
Considero que nuestros anotadores pueden establecer un patrón para determinar si un relevista lo ha hecho bien o no.
Primero: crear un sistema de puntuación para que se les sume a los lanzadores, el de mayor puntaje será, por supuesto, el mejor serpentinero de relevo. Se le otorgaría 1 pto a cada lanzador por juego salvado o por ventajas sostenidas (hold). Además, 1 pto por las victorias como relevista (eso es algo que se hacía antes). La parte subjetiva viene ahora: se le restaría 1 pto por cada juego que le empaten o pierda (blown save) y otro por cada juego en el que entre con el store igualado y los contrarios le anoten la carrera de la ventaja. Por otro lado, se le adicionaría 1 pto extra por juego salvado si cuando ingresa al choque los contrarios tienen al menos la carrera del empate en circulación. Se aplicaría la misma técnica para los hold.
Segundo: llevar estadísticas como el promedio de anotadas por corredores en circulación, y el promedio de bateo de los contrarios en los innings en que comienza su actuación. Además, el promedio de embasados del primer bateador que enfrenta en cada salida.
Tercero: que el mejor relevista sea escogido aquel de mejor puntuación, obviando la cantidad de juegos salvados.
Si esto se implementara, muchos relevistas y cerradores, considerados hoy como “de punta” serían desplazados por otros, en tanto algunos se mantendrían siendo buenos o malos. Los juegos salvados y el promedio de limpias son indicadores muy buenos, pero no son los más objetivos medidores de calidad.