Anoche el corazón de Victor Mesa fué por espacio de 2 minutos, el lugar más feliz del universo. Y mira que lo tuvo dificil… porque a Tabares no le cabía el alma dentro de su cuerpo de gladiador azul. Fueron 120 segundos, apenas ese chispazo de tiempo tardó en morirse el cocodrilo en el Barbados, y en escucharse el rugido del león en el ombligo de la Habana. Liberación.. esa es la palabra que mejor define el momento del gran 32 en esta noche de enero. Allá donde lo satanizan los 7 dias de la semana, ahora corren las mismas lágrimas de desolación que aprendieron a nacer bajo el ejercicio de su imperio. Allá, del otro lado del Valle Yumurí y el Bacunayagua se gestaba una especie de venganza colectiva en la memoria de todos los desmemoriados… de los ingratos, de los necios y arrogantes. Esos que necesitaban creer que Victor Mesa estaba maldito y que su particular forma de ejercer PRESIÓN sobre los atletas, era la clave del repetido fracaso. Hoy quedaron expuestos las carencias de un grupo de jugadores que lo tienen todo para obtener la gloria y sin embargo, les da pánico abrazarla. Y es que existe algo peor que la derrota para la afición matancera esta noche, y eso se llama CURA DE HUMILDAD. Hoy muchos, cientos,miles… QUIZÁS, y en voz baja, estén pidiendo perdón, aunque no sepan muy bien por qué.