Explicar y entender las grandes partes que componen, una a una, el fértil concepto de cubanía es algo que bien no cabe en una conferencia magistral. Fernando Ortiz fue uno de los que más hurgó en este asunto, y el que desconozca sobre ello, que penetre, aunque sea superficialmente, en la jugosa literatura legada por el antropólogo. Al cubano y a la historia de Cuba, le distinguen una pluralidad de tradiciones, arraigadas hasta los huesos y que son un referente en cualquier sitio del planeta. Necesariamente el cubano tiene que ser bailador, así lo dictan los estereotipos, además de divertido y adaptable.

Aparte de esos moldes, bañados con gruesas raciones de veracidad, a la mayoría de los cubanos les gusta la pelota y todos saben de qué va un juego de beisbol. Por transición, varias de las cualidades que nos distinguen se las contagiamos a este deporte, y sin abrir tanto el abanico, pienso en la inconformidad y la polémica. Sin ir tan lejos, hace más de una semana se dieron a conocer las nóminas al venidero Juego de las Estrellas de la presente Serie Nacional, e igual que el libreto que queda cuando se hace público un equipo Cuba, saltaron los desacuerdos entre los aficionados porque no se incluyeron a Mengano o a Ciclano, o porque Zutano no merecía el premio de ser elegido.

En sólida unión a esas discrepancias, un partido estelar en Cuba va acompañado de criterios captados del mejor beisbol del mundo, el que se juega al más elevado nivel de Estados Unidos. Generalmente en Cuba la oportunidad de elección queda resumida en voces de pocos, periodistas y dirigentes de la pelota, y el público clama, por su parte, pertenecer al dinámico y emotivo proceso de elegir sus figuras, como ocurre por distintas vías digitales en las Grandes Ligas o como sucedió en la Serie Nacional, si bien recuerdo una vez, cuando los aficionados votaron por sus cartas mediante planillas publicadas en los principales medios de prensa del país.

Hay una realidad que se demuestra cada año, y es que en Cuba, aunque se busquen afanosamente los métodos más justos, y con justo digo lo que deriva del consenso popular, siempre existirá el desapruebo de aunque sea una persona, y decir esa solitaria cifra claramente que es una tontería inimaginable. Ya está dicho, el cubano no lo es si hace del criterio unánime un eslabón de la pelota.

Sin embargo, ya que hablábamos del Juego de las Estrellas, cada vez faltan menos horas para que llegue el domingo 22 de octubre y los elencos de Orientales y Occidentales se midan en Pinar del Río, provincia que recibirá por segunda ocasión un choque con estas características, pues su estreno ocurrió en 1990. Antes ocurrirá el gustado partido entre los veteranos y las pruebas de habilidades, así como la selección de los refuerzos de los seis equipos que intervendrán en la segunda fase, en la noche del sábado 21.

Los Juegos de las Estrellas en Cuba están cargados de sucesos curiosos. Para comenzar, un primer dato que se impone, y es que cuando concluya el desafío del domingo, de nuevo la balanza favorecerá a uno de los conjuntos involucrados (si la lluvia lo permite) pues, tras 28 partidos celebrados, cada equipo presume de 14 sonrisas.

Por cierto, ya que se hablaba de la lluvia, la única ocasión en que San Pedro canceló un enfrentamiento por esa causa ocurrió en la temporada 2015-16, cuando en el quinto episodio Occidentales le propinaba lechada de 5-0 a su rival, en el tunero estadio Julio Antonio Mella. Además, la única vez que los nombres tradicionales de los elencos se alteraron fue en 1994, al llamarse Truenos y Centellas.

Pinar del Río se unirá a Ciego de Ávila, Matanzas, Sancti Spíritus y Las Tunas, provincias todas que han celebrado par de veces un choque de luminarias. Si piensan que el Latinoamericano es el estadio que más ediciones ha recibido, no se equivocan, pues lo ha hecho tantas ocasiones hasta llegar a 13, mientras que la única instalación no principal en ser anfitriona resultó ser el Héroes de Mayabeque, de Güines, en la contienda 1998-99.

De las 29 celebraciones, apenas tres sobrepasaron el noveno episodio, con mejor suerte para Orientales, gracias a dos victorias. Por otra parte, diez choques han concluido con diferencia de una anotación.

El partido del pasado año devino el primero en que uno de los dos conjuntos solamente conectó un inatrapable. Para ser más exacto, estuvo a la cuenta del jardinero guantanamero Julio Pablo Martínez, quien le dio jonrón en el primer lanzamiento del cotejo al zurdo matancero Yoanni Yera, algo sin precedentes hasta ese momento. Para no perderle la pista a los cuadrangulares, decir que el camarero tunero Danel Castro ha sido el único en decidir dos juegos mediante esta conexión, el primero en 1999 y el otro cinco años después, e igualmente, con dos bambinazos aparecen el villaclareño Víctor Mesa (uno de ellos se le asestó en 1982 al desaparecido zurdo capitalino José Modesto Darcourt) y el avileño Yoelvis Fiss ha desaparecido cuatro esféricas, dos de ellas en la edición de 2013, y es el líder indiscutible. En choques con estas características, se han conectado 43 vuelacercas y 23 han sido firmados por los bateadores orientales.

Continuando con las individualidades, el retirado lanzador pinero Carlos Alberto Yanes es el líder en decisiones, con dos reveses y un triunfo, mientras que el incómodo pitcher lateral villaclareño Yolexis Ulacia comanda las victorias, con dos, logradas de manera consecutiva. El zurdo de Cabañas, Raúl Valdés, quien ahora juega en la Liga Japonesa, tiene el récord de más ponches al hilo, con seis bateadores orientales retirados en 2001.

José Miguel Pineda y Víctor Mesa son los únicos que han dirigido a Orientales y Occidentales, mientras que Mesa pudiera ratificarse como el manager más ganador de la historia, en caso de que triunfe el domingo.

La inconsistencia también ha formado parte de la historia del Juego de las Estrellas, pues entre 1987 y 1994 no se celebró edición alguna, como también sucedió hasta 1998. En 2009 y 2010 tampoco se celebraron los encuentros correspondientes.