Me encantan los niños. ¡A quién no!… Por su frescura, perfección y -sobre todo- por esa ingenuidad virgen que los hace olvidar cualquier engaño a que sean sometido. Solo hay que ofrecerle algo que le guste o los motive para lograr los espurios objetivos de adulto.

-“A ver, nené, abre grande la boca que ahí viene el avión…”(solo es una cuchara con alimento…nada de objeto volador).

-“¿Qué quiere mi querubín para el Día de los Reyes Magos? …” (nada de inexistentes soberanos ni cuadrúpedos ni trineos voladores, cargados de sacos infinitos con juguetes maravillosos).

-“Si te portas bien (es decir, como desean los adultos que se comporte los infantes: el bien o el mal son relativos y condicionados por la voluntad de los primeros) te voy a comprar…” y a continuación el ofrecimiento de villas y castillas que, la más de las veces, quedan en simples promesas.

Los directivos de la TV (y sus marionetas que les sirven de voceros…y que me perdonen las marionetas por la comparación) piensan que los televidentes y aficionados a los deportes, son como esos ingenuos niños a los cuales se les puede engañar una y otra vez sin consecuencias aparentes. Pero como el mundo es un ente vivo que es condicionado por las leyes de la naturaleza, olvidan que ante cada acción indefectiblemente ocurrirá una reacción. Y ejemplo de ello es este post que refleja el sentir de la inmensa mayoría de esos que esperan sean satisfechos sus deseos y expectativas.

Hace dos noches, en el programa “Beisbol Internacional”, el comentarista deportivo Rodolfo se apareció con un caramelo ensartado en un palito y lo ofreció a los televidentes. …”esperen agradables sorpresas sobre la Serie mundial de las GGLL…”. Unos pensaron, esperanzados, en la transmisión en vivo por TR de los juegos definitorios entre los Dodgers de Los Ángeles y los Medias Rojas de Boston; otros en que fueran exhibidos al menos con menos de 24 horas de diferencia…. Sin embargo, el caramelo (la esperanza) de marras se diluyó en menos de 48 horas como azúcar en el agua. Ya el extraordinario acontecimiento se aproxima a su conclusión (se encuentra a la mitad de su desarrollo, si es que los angelinos no revierten el curso de los acontecimientos) y ninguna señal de cumplimiento de las promesas hechas con desfachatez ante las indiscretas cámaras de la televisión nacional.

Lo menos que debo decir –y quisiera decir tantas cosas y de forma tan categórica y expresiva, que yo mismo me autocensuro- es que los aficionados merecemos un mínimo de respeto y que debería darles vergüenza a todos los que han creado esta situación de no cumplimiento con la palabra empeñada. Es una total falta de respeto hacia quienes los sustentan, esos que en primera y última instancias son los dueños de los medios de transmisión. ¡Queremos que sean transmitidos en vivo los juegos de la Serie Mundial. ¡ ¡Basta de evasiones, justificaciones o engaños!…!MERECEMOS respeto!…¿Es tan difícil de entender?

Quedan al menos dos juegos (¡ojalá y me equivoque!) para enmendar esta situación y cumplir con los deseos de la afición y las promesas de los decisores. Recordar que no somos parvulitos a los cuales se les pude “dormir” con falsas promesas ni con esos caramelos redondos ensartados de un palito con sofisticado nombre comercial.