Vuelvo a la carga y esta vez en son de Guerra en esta página política, ya de beisbol casi no se habla, Quien le dijo a los anormales como al tal Antonio Perez que vivimos mal. Yo lo digo y que salga alguien y me desmienta, yo vivo mejor que muchos de los que entran aquí, y que conste que no ha sido haciendo mal. Ahora solo veremos las ofensas con cosas que les pasan a ellos. Roberto Carlos y Jose Fidel tranquilos, contra la ignorancia y la desidia , incluido el odio, nadie puede. ya estoy convencido que son solo cobardes. Ahora ofendan, que esa es su especialidad. Esa fauna es así.

Con esto duermo y me sirve de guía:
“La falsa democracia”
Muchas veces descubro en Internet que quienes me acusan de simple repetidor de encomiendas partidistas, por el mero hecho de defender el proyecto social cubano, son los mismos que tanto hablan de libertad de expresión y no toleran ni respetan el criterio ajeno si va en contra de su propia versión. En pocas ocasiones me he acalorado ante un debate so bre política, porque a quien lleva argumentos le ha de sobrar la serenidad para exponerlos.Por lo general, los ofuscados que alzan la voz serán los desprovistos de ideas claras, a quienes no les queda más remedio que acudir a las ofensas.
Con cierta frecuencia noto que al abordar nuestra realidad en las diferentes redes sociales, algunos contendientes me lanzan todo tipo de injurias si oso defender la Revolución.
También están los que se pretenden analistas del día a día en numerosos medios de derecha. Entre los argumentos más usados contra nosotros alegan la falta de libertad de expresión; ellos muy dados a aplicar el término a quien le parezca, pero muy reacios a ponerlo en práctica.
Me llama la atención que al leer los artículos de estos personeros de la mentira, descubro que la mayoría vive en el exterior, pero comparte un mismo deseo: una Cuba próspera, democrá tica y libre, idealizando siempre el periodo anterior a la Revolución.
Algo se hace muy evidente en tonces para ellos: vivimos en un país insufrible donde reina una vil tiranía, y el que diga lo contrario será acusado de apoyar los desmanes, torturas y desapariciones que comete el gobierno cubano. Así, de tajo, dejan sin participación en el
debate a aquellos, que como yo, creemos viable el actual proyecto social cubano.
Me parece un facilismo despotricar contra la Isla, sobre todo si borran impunemente los 50 años de historia que mol dearon la Cuba que es hoy.
¿Simplismo?, ¿superficialidad?, ¿ignorancia? ¿O sencillamente mala fe? En esas cosas pienso cada vez que leo un texto demonizando a la Isla. Luego me asalta otra pregunta: ¿qué proponen? o ¿qué los mo tiva? A simple vista da la impression que proponen un cambio
en el país, pero para qué. Una nación no se dirige con retórica, mucho menos se funda como si se tratara de un piquete de niñatos que solo balbucea de política, o de politiquería, porque la primera resulta un arte mayor que no todos lle gamos a dominar.
Vivimos en un país institucionalizado, aunque esa realidad escape a la percepción de los “agudos escribidores” de ciertos sitios digitales que mucho escriben de nosotros y nada saben. Es cierto, hay numerosas cosas que arreglar, otras que eliminar de cuajo, pero dudo que esos sujetos tengan una idea del país del cual escriben.
La matraca de un solo partido ya es argumento viejo y con moscas, y solo sirve de asidero a quienes tienen poco que decir. Vietnam también cuenta con un solo partido y este hecho no le perturba a USA ni a nadie; en España un monarca designa la organización política
del Gobierno y del Estado, sin embargo, el Partido Comunista de Cuba siempre fue el blanco de todas las conjuras posibles. En innumerables territorios del Oriente Medio reina una monarquía y nadie dice nada.
El día a día cubano escapa del campo visual de los detractores de la nación caribeña. Siguiendo la matriz de opinión de los calumniadores, en la Isla no existen médicos que cada día se enfrentan a la muerte en los hospitales, ni los científicos desarrollan nuevas vacunas en reconocidas instituciones de investigación. No, todo es calamidad.
Si me dejara llevar por las ideas de ese grupo creería que en Cuba hace tiempo desapareció la virtud, y todos somos lobos del hombre.
Soy de los tantos que permanecen en la Isla añorantes de un cambio, pero aferrado a la esencia que nos alimentó en estos 50 años, y que a pesar de los duros 90 no nos abandonó del todo.
Siempre existirán los que se pretendan demiurgos de la verdad, pero hasta ahora el mejor periodismo que leo sobre Cuba, me llega muchas veces desde nuestra prensa y desde muchos blog Made in Cuba que navegan en las redes. La mayoría de los profesionales de la prensa no se deja ganar por el simplismo y los textos sosos.
Claro, es más fácil tildar de oficialista y autómata sin criterio propio a quien exprese su apoyo a la Isla, como estrategia para desacreditar los argumentos del otro, en claro ejercicio antidemocrático.
Varios de los que se la pasan “lloriqueando” por la libertad de expresión son los mismos que te mandan a callar cuando dices algo que no les complace o va contra sus criterios.
Hablar por hablar, ahí radica la misión primera de los que se arropan con el fraudulento término de oposición política, o de disidentes, apoyados siempre por toda la campaña mediática que les premia y les estimula en la prensa derechista.
A la larga no se trata de algo que no sea más de lo mismo. Se pueden meter en el mismo saco hediondo a las Damas de Blanco, El Nuevo Herald, y la fauna que pulula por ahí, que se autodefine democrática y luchadora de la libertad y que no deja de despotricar contra Cuba. Bajo ese disfraz se enmascaran los que pretenden dominar al mundo e imponer una sola forma de pensamiento valiéndose de patrañas que solo consiguen con fundir a los ilusos, o los apátridas.