Silvio Montejo Boffill, una de las leyendas entre los defensores de la pradera central que han desfilado por las series nacionales de béisbol y una de las figuras emblemáticas de los aguerridos e inolvidables Azucareros que representaban a la antigua provincia de Las Villas, celebró el pasado sábado 10 de septiembre sus 71 años de vida.

Montejo se desempeñó inicialmente como lanzador y en tal función integró el equipo Cuba a la cita mundial juvenil de 1961, cuando aún no había cumplido 16 años. Luego formó parte del cuerpo de serpentineros del conjunto Orientales en la cuarta versión de los campeonatos nacionales, la cual marcó su debut en los clásicos beisboleros cubanos surgidos en 1962.

Después en la posición que lo hizo famoso se ganó un puesto en el equipo Las Villas en la contienda de 1966-1967. En la campaña siguiente se erigió en una de las sensaciones del torneo ganado por los marrones del Habana con cifra récord de 74 victorias ante 25 derrotas.

La Bala de Caibarién fue uno de los siete jugadores que en esa lid lograron compilar sobre los 300 de average y se convirtió en el primer bateador derecho en rebasar el centenar de indiscutibles en una serie nacional y el segundo en general, pues en esa justa de 1967-1968 se le adelantó el fallecido jardinero zurdo Eulogio Osorio Patterson.

Además, junto a Juan Canillita Díaz Olmos formó el mejor binomio de robadores de bases que ha tenido un equipo en una temporada, pues entre ambos defendiendo la franela de Las Villas estafaron 94 almohadillas y solo los sorprendieron en 29 ocasiones.

Canillita hurtó 52 colchonetas, récord igualado más tarde por Víctor Mesa Martínez en la Selectiva de 1992 y roto por el capitalino Enriquito Díaz Martínez, que robó 55 veces con Metropolitanos en la porfía de 1992-1993. Al placeteño lo prendieron en 17 oportunidades, mientras que Montejo salió ileso en 42 de los 54 intentos en que salió en busca de otra base.

Su desempeño le reservó un sitio en el plantel de Orientales en la I Serie de las Estrellas y en la selección cubana que viajó dos veces ese año (1968) a México, primero en abril-mayo para enfrentar a varios elencos aztecas y luego, en noviembre, para intervenir en una cuadrangular con Puerto Rico, Estados Unidos y la representación de la nación sede.

Entonces se originó una de las grandes controversias de la época sobre quien era el mejor jardinero central de nuestra pelota, si la Bala de Caibarién o el finado Fermín Laffita Pelipiche.

En el campeonato de 1968-1969 Montejo lució el traje de Azucareros, combinado con el cual disfrutó la obtención de tres títulos. El primero en esa temporada y los restantes en 1971 y 1972.

Igualmente experimentó la alegría de la victoria en la Serie Especial de los 10 Millones, una de las más fuertes que se ha celebrado en el país y antesala de las selectivas que se desarrollaron en nuestro archipiélago entre 1975 y 1995.

Internacionalmente, aunque resultó líder de los bateadores en el torneo de Haarlem, en 1972, sus mayores éxitos los vivió como miembro de las selecciones cubanas que se coronaron en el mundial de Santo Domingo, 1969; los Juegos Panamericanos de Cali, 1971 y los Juegos Centroamericanos y del Caribe con escenario en Ciudad Panamá, en 1970.

Apodado también como Caballo Loco, Silvio Montejo ha sido uno de los jugadores más espectaculares que han visto las series nacionales. El propio Víctor Mesa cuando comenzaba su andar por nuestros campeonatos manifestó su admiración por el guardabosque de la Villa Blanca.

Juntos integraron el equipo Villa Clara cuando este elenco debutó en el principal pasatiempo nacional, en la justa de 1977-1978. Ya Montejo no era el mismo y custodiaba la inicial. Posteriormente, las lesiones lo obligaron a alejarse de su gran pasión. Para él no hubo un último aplauso de la afición que tanto lo admiró, porque nunca lo despidieron oficialmente del béisbol activo.

EL APAGÓN QUE LE DIO LA VICTORIA A LAS VILLAS

Una de mis anécdotas favoritas recogida en las dos ediciones de mi libro Casos y Cosas de la Pelota tiene como protagonista al otrora estelar pelotero villaclareño.

Sucedió el 26 de mayo de 1970, en ocasión de la Serie de los Diez Millones, en el desafío que escenificaron Las Villas y Camagüey en el estadio Latinoamericano. Con el juego igualado a dos carreras en el quinto inning, Silvio Montejo produjo un roletazo a manos del pitcher agramontino Elpidio Jiménez y en el momento de tirar a la inicial ocurrió una interrupción del fluido eléctrico. La jugada fue anulada por el árbitro Alfredo Paz, por lo que al reanudarse el partido Montejo ocupó nuevamente su turno en la caja de bateo. Al primer envío de Jiménez, la Bala de Caibarién pegó una terrífica línea entre left y center que se fue de jonrón, impulsando las dos carreras que a la postre le dieron la victoria a Las Villas, 4 a 2.

En ese mismo desafío se dio otro hecho posiblemente único en la pelota revolucionaria, pues los serpentineros de los dos equipos conectaron cuadrangulares. Ambos en la misma entrada.

Los tinajoneros rompieron el celofán en la parte inicial del tercer capítulo con bambinazo de su monticulista Elpidio Jiménez. Pero en el final del propio episodio, Gaspar Legón, un derecho de Esmeralda que entonces lanzaba para Las Villas, le ripostó a su rival sacando también la bola fuera del parque. (Osvaldo Rojas Garay)