Por. Boris Luis Cabrera

Amo esos equipos que siempre pelean, esos que se reinventan y no se sientan a llorar en una esquina de la banca cuando sus estrellas emigran o son contratadas en ligas foráneas.
Amo a esos equipos humildes, que sin bombos ni platillos, escondidos detrás de las letras en los grandes textos deportivos, disuelven el polvo de los vaticinios con un soplido firme y elegante.
A esos que sin nombres rimbombantes en sus filas nadie se atreve a dejarlos fuera de ningún listado, a los que cierran las puertas de sus estadios a la soberbia y van escribiendo la historia sin lamentarse por olvidos e injusticias.
Uno de ellos son los Vegueros de Pinar del Rio, quienes en esta Serie Nacional 62 salieron al campo con la mitad de su nómina integrada por peloteros novatos o que apenas tenían una campaña jugada, y ahora, después de vencido el primer tercio de competencia, están en la cima de la tabla de posiciones.
Mis respetos para ellos