CRONICA PARA LOS ELEFANTES

Solo unas decenas de personas, no más, presenciamos la despedida de los Elefantes de Cienfuegos de esta 53 Serie Nacional de Béisbol. El ciclo de 45 encuentros cerró tal cual inició, con una derrota, si bien ahora contemplaba otra barrida, el considerable descenso en la tabla de posiciones y muchas aspiraciones truncas. Se presentaba como un desenlace inevitable, frustrante en mayor medida.

Fue algo así como la embestida de Aníbal contra el imperio romano en la segunda de las Guerras Púnicas, siglos antes de la Era llamada "nuestra". Desde entonces descubrió el general de Cartago las potencialidades de los elefantes para su campaña (como lo hizo en su momento Iday Abreu) y con 37 de ellos cruzó los Alpes en el invierno de 219 a.n.e. Mas, lo diezmaron las continuas bajas y el desgaste propio de su empresa y así, aliviada más que victoriosa, la voraz Roma lo obligó a la retirada.

Contrario a muchas opiniones, no fueron las primeras y más importantes ausencias el motivo del descalabro de los verdinegros; sino las acontecidas durante el paso por esta etapa clasificatoria. Cuando la dispersión de dichas piezas vino a golpear el flanco ya gravemente herido, sobrevinieron las sombras de la eventual caída, sin descuidar las luces épicas en el transcurso de la batalla.

Eran cinco los novatos de la manada al estreno de la temporada, una cifra duplicada sin llegar al término de la misma (con el añadido Orlando Santos, Dennis López, Yeinier Abreu y los lanzadores Bárbaro Herrera y Marcos Muñoz). Si de antemano organizar un sistema de juego en las condiciones previas pintaba como una tarea difícil, rehacerlo sobre la marcha representaba un reto enorme a la sensatez.

Imposible maniobrar ante la pérdida de un segundo y tercer abridor de golpe; por eso el impacto más costoso recayó sobre el área del pitcheo, para colmo marcado por nuevas lesiones. Relevistas en roles de apertura y novatos con responsabilidades de grandes intentaron minimizar el daño, mas un parche ante la herida no alivia el dolor, solo un mayor derramamiento de sangre. Y así aconteció.

La defensa y ofensiva respondieron a sus correspondientes cargas de renovación, dicho sin exceso de triunfalismo. La versatilidad se cotizó en oro para cada una de las posiciones y en mayores estimados prevalece la previsión de Iday Abreu y su trabajo con las nuevas generaciones. Sin embargo, tampoco coraje y talento alcanzan para consumar proezas de la noche al día y, quien por este concepto reclamara milagros, definitivamente estaba en el lugar equivocado.

Cierto que las continuas pérdidas devienen constantes en el movimiento deportivo cubano y no por ello resultan menos sorpresivas y costosas. Ni modo, le tocó al "Cienfuegos" la porción de lo sufrido durante años por otros conjuntos y sí con un monto más elevado: los ausentes de aquí no son peloteros de los salidos en masa de "debajo de una piedra", como contempla el abundante refrán, y tampoco la provincia cuenta con una población tan numerosa como para darse el lujo de las opciones. Esas son ecuaciones a contemplar antes de cualquier apurada valoración.

Y, por desgracia, de cara a la próxima temporada no cesarán las rayas rojas, anunciadas y legales algunas, si bien complican en igual medida el panorama. Una de ellas es la del capitán Yoelvis Leyva Vergara, quien después de 15 campañas de verde y negro apuesta por el retiro.

"Nunca lo imaginé así, asegura. Lo quería de una mejor manera, ganando mi equipo, estando arriba... Es triste, pero en algún momento debía irme. He cumplido varios objetivos en el béisbol como los mil jits y, aunque no discutí un campeonato, al menos fui medallista en dos oportunidades.

"Aquí comienza una nueva Era y la juventud necesita paso. El equipo anterior, como se dice, jugaba solo al béisbol y por eso fue dolorosa la salida de algunos atletas. Pero estos muchachos son buenos, ya los vieron, con gran calidad, y en parte me contenta: quizá ellos tengan lo que nos faltó a nosotros para ganar un campeonato.

"Viví las dos etapas del 'Cienfuegos', aquella de los lugares sotaneros y la de ahora, los mejores años. Lo sucedido en esta serie no es un retroceso: nos sorprendieron muchas cosas: pérdidas inesperadas… Pueden estar seguros: no hay retroceso, máxime si la dirección, con Iday Abreu al frente, continúa su trabajo. Este equipo va a salir adelante.

"Termino lesionado, con una bursitis en el hombro del brazo de tirar (desde hace varios años); por eso no jugué en el center field, añade. Nunca me gustó el papel de designado; igual me acostumbré. La verdad, salgo contentísimo con el desempeño de (Francisco) Tellerías, uno de los jóvenes con muchísimo para dar con los Elefantes, no lo duden.

"En cuanto a la afición, sí me dolió bastante su trato en los últimos tiempos. Incluso, me despido un poco molesto".



Y fue generalizado este sentir de abandono, si bien sería injusto señalar únicamente hacia las gradas cuando la falta de apoyo alcanzó niveles más altos. Al final, apenas fuimos cuatro gatos apoyando a nueve elefantes en su accidentado accionar. Y también a eso hay que acostumbrarse, pues "Tim" poco tenía y valía menos.

Quedamos, tal vez para refuerzos: un puesto trece en la tabla de posiciones, con saldo de 18 victorias y 27 derrotas, no permite más aspiraciones. Desde este escalón (en realidad uno más abajo) hace seis años comenzó esta historia y la vuelta a la raíz parece una necesidad, dadas las circunstancias.

Ahora queda confiar en nuevas expediciones, donde nunca faltarán montañas de inconvenientes y el poco abrigo en el crudo invierno. Y esos Alpes esperan el paso de renovados Elefantes y el Aníbal de siempre liderando el complicado cruce. A las metas altruistas no se renuncia: el juego perdería su encanto… Solo así arderá Roma.