Visitar por estos días la meca del béisbol cubano, el estadio Latinoamericano, te da la posibilidad de apreciar cuánto se trabaja en la majestuosa instalación. En el terreno una mezcla de juventud y experiencia se alistan bajo la mirada de Roger Machado. En la grada un grupo de personas trabajan para concluir el cambio de la cubierta.

Específicamente reconforta ver en uno de los bullpenes al “rey del tenedor” en Cuba, Rogelio García, brindando sus experiencias, que no son pocas, a los lanzadores que irán a la Liga CanAm y después al tope frente a los Estados Unidos, en Carolina del Norte.

Desde que llegué al Latino tenía la misión de conversar con la nueva joya del pitcheo cubano, Yosber José Zulueta, quien a sus 19 años se convirtió en el lanzador más temible de la Serie Nacional sub-23.

Natural del municipio villaclareño de Remedios, y con más de seis pies de estatura, impresiona por su velocidad superior a las 90 millas por hora, tiene una buena curva y lo más relevante que con esa juventud ya domina el cambio de bola.

Cuando comenzó en su poblado natal a practicar el béisbol a la edad de 7 años, siempre soñó ser como Pedro Luís Lazo, algo verdaderamente difícil, pero les confieso que si uno pitcher tiene las herramientas para tratar de acercase es Zulueta.

Sus números en la Serie Nacional sub-23 fueron de otra galaxia, así lo atestigua el meticuloso estadístico Yirsandy Rodríguez, en 49 entradas permitió solo cuatro carreras limpias, y ponchó, escuchen esto, a 74 bateadores, lo que le da un abrumador promedio de más de 13 por cada choque.

Además impuso marca en ponches para una campaña en la categoría, que era de 60 del camagüeyano Dariel Góngora. ¿Hasta dónde iba a llegar? Eso ni el propio Yirsandy, lo podía predecir, aunque sí me aseguró que iba a pasar el centenar de estrucados.