Venezuela se coronó campeón panamericano de beisbol sub 23 al derrotar a México en la final del torneo, con marcador de 3-1 en el Rico Cedeño de esta ciudad, y los aztecas quedaron segundos.
Puerto Rico, por su parte, se agenció el bronce con un sorpresivo nocaut en la sexta entrada al fuerte equipo de República Dominicana 17-1, mientras que en otro resultado inesperado el equipo cubano reaccionó en su último desafío para propinar una derrota 10-2 a los panameños, con quienes perdieron en la clasificatoria.
'Cumplimos. Venezuela es grande. Comienza el beisbol venezolano a hacerse respetar otra vez en el mundo. Somos campeones', exclamó emocionado Carlos Moya, director del conjunto venezolano, al ser entrevistado por los periodistas.
Cuando el equipo mexicano intentaba en el octavo inning remontar el marcador con una ofensiva, Moya sacó su mejor recurso en el montículo, Rito Lugo, quien solo permitió un imparable a los aztecas, y en declaraciones a la prensa dijo que logró su objetivo al enfrentarse a siete bateadores y no permitir carreras.
México se puso delante en el marcador con una carrera en la segunda entrada y mantuvo a raya al aguerrido conjunto venezolano hasta el cuarto episodio cuando no contuvo la batería que logró las tres carreras del triunfo, y para evitar que la pizarra se engrosara utilizó a cinco lanzadores.
El programa de la despedida dejó estupefactos a los especialistas por la agresividad imparable de Puerto Rico, que del primero al sexto capítulo hizo anotaciones consecutivas frente a los dominicanos con 14 imparables, y explotó así a cuatro lanzadores.
Pero los análisis de los comentaristas locales se concentran en su equipo que, del cuarto lugar en el mundial de la categoría en México 2016, quedó eliminado de la cuarteta clasificada para la próxima cita del orbe y ganó solo cinco juegos de los nueve del recién concluido campeonato.
Aristides Bustamante, el mentor de aquel conjunto mundialista, reconoció que es un retroceso y recordó que 'en el mundial pasado le ganamos al campeón del mundo, al subcampeón del torneo anterior. Vencimos a equipos difíciles', dijo al diario Panamá América.
'Yo pienso que (este) no era el equipo ideal, sobre todo los lanzadores. Ese fue el talón de Aquiles, ahí estuvo la debacle. El pitcheo estuvo por debajo de los bateadores rivales', comentó.
Los cubanos, que también quedaron fuera del selecto grupo de los cuatro, tuvieron una buena arrancada en el torneo al ganar en sus tres primeras apariciones, incluida frente al peligroso equipo colombiano, pero Puerto Rico los derrotó 3-1 con casi absoluta anulación de la batería y le permitió solo tres imparables.
Posteriormente, frente a Panamá en las eliminatorias cayó 2-0 a pesar de batear más hits que su rival, hecho que se repitió frente a los dominicanos, a quienes superaron en imparables y cayeron con marcador 10-7, para quedar automáticamente fuera del mundial.
A la mala racha se unió la lluvia que detuvo el partido con México en el quinto inning cuando perdían 6-3, pero las reglas indicaron que era válida la derrota, mientras finalmente hoy fue el desquite y la despedida con una contundente victoria sobre los anfitriones en su patio.
Puerto Rico, por su parte, se agenció el bronce con un sorpresivo nocaut en la sexta entrada al fuerte equipo de República Dominicana 17-1, mientras que en otro resultado inesperado el equipo cubano reaccionó en su último desafío para propinar una derrota 10-2 a los panameños, con quienes perdieron en la clasificatoria.
'Cumplimos. Venezuela es grande. Comienza el beisbol venezolano a hacerse respetar otra vez en el mundo. Somos campeones', exclamó emocionado Carlos Moya, director del conjunto venezolano, al ser entrevistado por los periodistas.
Cuando el equipo mexicano intentaba en el octavo inning remontar el marcador con una ofensiva, Moya sacó su mejor recurso en el montículo, Rito Lugo, quien solo permitió un imparable a los aztecas, y en declaraciones a la prensa dijo que logró su objetivo al enfrentarse a siete bateadores y no permitir carreras.
México se puso delante en el marcador con una carrera en la segunda entrada y mantuvo a raya al aguerrido conjunto venezolano hasta el cuarto episodio cuando no contuvo la batería que logró las tres carreras del triunfo, y para evitar que la pizarra se engrosara utilizó a cinco lanzadores.
El programa de la despedida dejó estupefactos a los especialistas por la agresividad imparable de Puerto Rico, que del primero al sexto capítulo hizo anotaciones consecutivas frente a los dominicanos con 14 imparables, y explotó así a cuatro lanzadores.
Pero los análisis de los comentaristas locales se concentran en su equipo que, del cuarto lugar en el mundial de la categoría en México 2016, quedó eliminado de la cuarteta clasificada para la próxima cita del orbe y ganó solo cinco juegos de los nueve del recién concluido campeonato.
Aristides Bustamante, el mentor de aquel conjunto mundialista, reconoció que es un retroceso y recordó que 'en el mundial pasado le ganamos al campeón del mundo, al subcampeón del torneo anterior. Vencimos a equipos difíciles', dijo al diario Panamá América.
'Yo pienso que (este) no era el equipo ideal, sobre todo los lanzadores. Ese fue el talón de Aquiles, ahí estuvo la debacle. El pitcheo estuvo por debajo de los bateadores rivales', comentó.
Los cubanos, que también quedaron fuera del selecto grupo de los cuatro, tuvieron una buena arrancada en el torneo al ganar en sus tres primeras apariciones, incluida frente al peligroso equipo colombiano, pero Puerto Rico los derrotó 3-1 con casi absoluta anulación de la batería y le permitió solo tres imparables.
Posteriormente, frente a Panamá en las eliminatorias cayó 2-0 a pesar de batear más hits que su rival, hecho que se repitió frente a los dominicanos, a quienes superaron en imparables y cayeron con marcador 10-7, para quedar automáticamente fuera del mundial.
A la mala racha se unió la lluvia que detuvo el partido con México en el quinto inning cuando perdían 6-3, pero las reglas indicaron que era válida la derrota, mientras finalmente hoy fue el desquite y la despedida con una contundente victoria sobre los anfitriones en su patio.