Muchos acusarían al Canal Habana de ser excesivamente industrialista a la hora de narrar un juego de pelota, olvidando que el nombre dice claramente que es para los habaneros, y que si alguien tiene la posibilidad de ver un juego tiene que antes de hacer cualquier acusación, darse cuenta de que como televisora local tienen que apoyar a su equipo.
Pero mirando bien en el interior, la transmisión beisbolera de Canal Habana da una lección de profesionalidad a cualquier transmisión deportiva televisada en Cuba, con una investigación profunda previa al partido y un despliegue grandísimo de estrategias para brindar un producto de mayor calidad.
Durante el partido entre Holguín e Industriales de anoche, quedó claro que la capacidad profesional de todos los que laboran en la transmisión deportiva de este canal está muy por encima de lo que cualquiera pudiese esperar, y hasta superar en calidad e iniciativas a la transmisión nacional.
La cantidad de información, sin la necesidad absoluta de centrarse totalmente en la narración (en la televisión debe ser así), junto al análisis oportuno y previo a las jugadas, más el estudio de variantes y una minuciosa investigación sobre el plantel que se encuentre en esos momentos visitando a Industriales adornan una transmisión que, sin dejar de estar parcializada (es una televisora provincial, repetimos), se acerca en ocasiones más a la imparcialidad que la transmisión de la televisión nacional.
Es posible que lo que vimos muchos en Holguín con la cadena entre Tele Cristal y Canal Habana durante la sub-serie entre Cachorros y Azules pueda tener algo que ver con el hecho de que Héctor Villar, Pável Otero y su analista, el hombre-récord Enrique Díaz, supieran con claridad que los holguineros tenían también la posibilidad de ver el encuentro. No obstante, esa muestra de profesionalidad, de profundidad a la hora de trabajar y de preparación no son propias de un ejercicio de improvisación que se haga en un día, sino que todas luces forman parte de una práctica común que destierra el fanatismo ciego y se centra en brindar a los televidentes (SUS televidentes en La Habana) un producto diferente, entretenido y que no caiga en el excesivo "industrialismo" que más que nada, es el equipo que deben apoyar 100%.
La presencia de un ex pelotero en la cabina que, aparte de sus récords en la pelota cubana, tiene un vasto conocimiento del juego (como debe ser) y la capacidad de anticipar algunas cosas que pueden suceder. El hecho de haber jugado con una gran cantidad de peloteros que aún están activos le imprime un extra a su capacidad para ponerse en situación, toda vez que puede haber sufrido en carne propia o aprovechado de la mejor manera algún momento determinado con alguno de ellos.
El trabajo de los narradores y comentaristas de Canal Habana se centra en los Industriales, porque es su trabajo y porque transmiten para los habaneros. Sin embargo, dan un paso más allá de lo que posiblemente se les pide o se espera de ellos y ponen al otro conjunto en igualdad de condiciones, más que nada con el claro objetivo de que los fanáticos de la capital conozcan las interioridades de a quién se están enfrentando, y un poco de la historia de los rivales de turno del equipo más polémico, emblemático, amado y odiado de Cuba.
Este modo de transmitir béisbol, con recursos visuales que adornan la transmisión, con videos highlights en retrospectiva sobre un jugador de alguno de los dos equipos o simplemente porque es genial abrir el baúl de los recuerdos, son siempre agradecidos por cualquier público, sea del equipo que sea. Por otro lado, una narración totalmente desprejuiciada y creativa, con pequeños momentos dedicados sobre todo a polemizar una jugada del juego o un hecho claro que involucre a alguno de sus actores (esto sí es práctica común en la mayoría de las transmisiones cubanas), hace que el televidente se mantenga entretenido y expectante, pues no podrá anticipar cuál será la próxima imagen o el próximo dato que puedan ofrecer.
Lo que debería ser habitual y generalizado para todas las transmisiones televisivas del país, especialmente para Tele Rebelde, nos tiene hoy mirando a los avispados hacedores de pelota televisada de Canal Habana como los extraterrestres, cuando solamente han cumplido (con bastante tesón e insistencia) con su trabajo como garantes de un espectáculo para el público. Mientras tanto, las palmas para ellos... solo esperemos que cuando cambien sea para mejorar y que muchos otros se les unan.
Pero mirando bien en el interior, la transmisión beisbolera de Canal Habana da una lección de profesionalidad a cualquier transmisión deportiva televisada en Cuba, con una investigación profunda previa al partido y un despliegue grandísimo de estrategias para brindar un producto de mayor calidad.
Durante el partido entre Holguín e Industriales de anoche, quedó claro que la capacidad profesional de todos los que laboran en la transmisión deportiva de este canal está muy por encima de lo que cualquiera pudiese esperar, y hasta superar en calidad e iniciativas a la transmisión nacional.
La cantidad de información, sin la necesidad absoluta de centrarse totalmente en la narración (en la televisión debe ser así), junto al análisis oportuno y previo a las jugadas, más el estudio de variantes y una minuciosa investigación sobre el plantel que se encuentre en esos momentos visitando a Industriales adornan una transmisión que, sin dejar de estar parcializada (es una televisora provincial, repetimos), se acerca en ocasiones más a la imparcialidad que la transmisión de la televisión nacional.
Es posible que lo que vimos muchos en Holguín con la cadena entre Tele Cristal y Canal Habana durante la sub-serie entre Cachorros y Azules pueda tener algo que ver con el hecho de que Héctor Villar, Pável Otero y su analista, el hombre-récord Enrique Díaz, supieran con claridad que los holguineros tenían también la posibilidad de ver el encuentro. No obstante, esa muestra de profesionalidad, de profundidad a la hora de trabajar y de preparación no son propias de un ejercicio de improvisación que se haga en un día, sino que todas luces forman parte de una práctica común que destierra el fanatismo ciego y se centra en brindar a los televidentes (SUS televidentes en La Habana) un producto diferente, entretenido y que no caiga en el excesivo "industrialismo" que más que nada, es el equipo que deben apoyar 100%.
La presencia de un ex pelotero en la cabina que, aparte de sus récords en la pelota cubana, tiene un vasto conocimiento del juego (como debe ser) y la capacidad de anticipar algunas cosas que pueden suceder. El hecho de haber jugado con una gran cantidad de peloteros que aún están activos le imprime un extra a su capacidad para ponerse en situación, toda vez que puede haber sufrido en carne propia o aprovechado de la mejor manera algún momento determinado con alguno de ellos.
El trabajo de los narradores y comentaristas de Canal Habana se centra en los Industriales, porque es su trabajo y porque transmiten para los habaneros. Sin embargo, dan un paso más allá de lo que posiblemente se les pide o se espera de ellos y ponen al otro conjunto en igualdad de condiciones, más que nada con el claro objetivo de que los fanáticos de la capital conozcan las interioridades de a quién se están enfrentando, y un poco de la historia de los rivales de turno del equipo más polémico, emblemático, amado y odiado de Cuba.
Este modo de transmitir béisbol, con recursos visuales que adornan la transmisión, con videos highlights en retrospectiva sobre un jugador de alguno de los dos equipos o simplemente porque es genial abrir el baúl de los recuerdos, son siempre agradecidos por cualquier público, sea del equipo que sea. Por otro lado, una narración totalmente desprejuiciada y creativa, con pequeños momentos dedicados sobre todo a polemizar una jugada del juego o un hecho claro que involucre a alguno de sus actores (esto sí es práctica común en la mayoría de las transmisiones cubanas), hace que el televidente se mantenga entretenido y expectante, pues no podrá anticipar cuál será la próxima imagen o el próximo dato que puedan ofrecer.
Lo que debería ser habitual y generalizado para todas las transmisiones televisivas del país, especialmente para Tele Rebelde, nos tiene hoy mirando a los avispados hacedores de pelota televisada de Canal Habana como los extraterrestres, cuando solamente han cumplido (con bastante tesón e insistencia) con su trabajo como garantes de un espectáculo para el público. Mientras tanto, las palmas para ellos... solo esperemos que cuando cambien sea para mejorar y que muchos otros se les unan.