Cada uno de los grupos tiene un partido llamativo, de esos que repletan el estadio y desatan las pasiones. Dominicana vs. Venezuela en el D, la revancha México-Estados Unidos animará el C y el siempre reñido enfrentamiento de dos representantes de la escuela asiática, Sudcorea y Taipei, hará las delicias de los asistentes al estadio Intercontinental de Taichung.

La llave A no podía ser la excepción. Más de 45 mil aficionados estarán presentes en el Fukuoka Dome cuando el árbitro principal dé la voz de ¡a jugar¡ y salgan a la grama las selecciones de Cuba y Japón, ambas favoritas para conseguir el boleto hacia Tokio en busca de la segunda fase de la justa. Junto a ellos comparten en ese grupo el sorprendente Brasil y la República Popular China.

JAPÓN.— De que la selección nipona apuesta con todo a su pitcheo lo reafirma el ser el equipo que más lanzadores presenta en su nómina, 15 en total, de ellos 9 con promedios inferiores a dos carreras y solo uno por encima de dos, con la posibilidad de que el zurdo Kenji Otonari (12-8-2,03) vuelva a ser el abridor vs. Cuba, como lo fue en el tope del pasado año. La alineación, según anunció el mentor Koji Yamamoto hace días, contará con el cuarto bate y receptor Shinossuke Abe (340 de promedio al bate, 27 jonrones y 104 carreras impulsadas), uno de los seis bateadores de 300 entre los nueve regulares, quienes, de conjunto, promediaron el 71 % en el robo de bases, 73 de 103. Pitcheo, defensa y velocidad son sus principales armas. Con ellas han ganado dos veces... y aspiran a repetir.

CUBA.— Contrariamente a lo que muchos creen, a la escuadra nuestra no le ha ido mal en sus enfrentamientos con profesionales, pues desde 1999 hasta el 2010 había jugado para promedio de 846, con más de 100 victorias. Y su palmarés en dos Clásicos es de nueve éxitos y cinco fracasos. Aunque la afición cubana no querrá conformarse nunca con un segundo lugar y, para complacerla, esta edición del equipo nacional tendrá que esforzarse al máximo. Pasar a la segunda vuelta es una de las metas, con un triunfo sobre Brasil como instancia obligada para no ir pegados a la pared contra la maquinaria nipona. Después, en Tokio, todo es más complicado, desde los rivales hasta el sistema de doble eliminación. Talento hay y deseos les sobran a los antillanos para salir airosos.

BRASIL.— Dejó boquiabierto a medio mundo al conseguir la clasificación derrotando dos veces a una selección panameña superior en el papel, pero inferior en el terreno. En el Preclásico, los sudamericanos solo aceptaron tres carreras en 27 entradas y promediaron 316 al bate (31 jits en 98 turnos), liderados por Leonardo Reginatto, 583. Dirigidos por Barry Larkin, miembro del Salón de la Fama, manejaron muy bien su pitcheo, especialmente en el choque decisivo cuando reemplazaron al abridor Rafael Fernández después de seis capítulos por el relevista Murilo Gouvea y, cuando este flaqueó en el noveno, entró el cerrador Thiago Vieira y liquidó por la vía de los strikes a dos exgrandesligas. Han elevado su nivel, subestimarlos sería un grave error.

R. P. CHINA.— Que China ya tenga en su nómina a tres jugadores con experiencia en las ligas menores estadounidenses es interesante, como lo es también que el lanzador derecho Jiangang Lu sea el primer chino con experiencia en la liga profesional japonesa y que compita en un Clásico por encima de países con tradición como Panamá y Nicaragua. Si ganan un partido estarán más que satisfechos.

Por todo lo visto, a la segunda ronda deben avanzar Japón, Cuba, Sudcorea, Holanda (o Taipei), Estados Unidos, México, República Dominicana y Venezuela. Todos con jugadores de altísimo nivel, pues en el béisbol no abundan las casualidades.