Más o menos silenciosa, como lo es él mismo, ha sido la travesía de Alfredo Despaigne por la Liga Japonesa de Béisbol. Silenciosa en términos de estridencias mediáticas, aunque en realidad bien sonora por la efectividad de su rendimiento.
Su silencio se nota sobre todo en Cuba, pues en Japón el granmense se ha convertido con justicia en un ídolo y sus números levantan mucho ruido sin escasez de nueces.
En la Isla, en cambio, esta labor no pasa de limitadas menciones en la prensa y algún que otro video fugaz de sus jonrones, que no dan a la afición beisbolera cubana la medida justa de la tremenda temporada de Despaigne en el país donde el sol madruga.
No digo que de este lado del planeta haya que perseguir cada hit, impulsada o –incluso– ponche del Alazán Mayor, pero ciertamente su faena japonesa pudiera –y debiera– tener un seguimiento algo más sustancioso. Apelando a la memoria, apenas recuerdo un único partido de su equipo transmitido por la TV cubana y ningún análisis estadístico al respecto.
Con sus 35 jonrones –cifra compartida con el tunero Alexander Guerrero, otro que ha “descocido” la pelota en Japón con los Dragones de Chunichi y del que se dice menos todavía en Cuba– bien pudiera Despaigne alardear de guapería deportiva, aun cuando el alarde no parece compatible con su temperamento.
Sus 103 carreras empujadas este año también debieran ser motivo de orgullo en cualquier conversación sobre pelota en esta Isla, pues este guarismo –al igual que el de jonrones– resultó no solo la marca máxima de la temporada regular en la Liga del Pacífico sino también su récord personal en las 4 campañas que lleva con los ojos rasgados: 3 de ellas con los Marineros de Lotte y la más reciente –y rentable, tanto en ganancias como en estadísticas– con los Halcones de SoftBank.
Como si no bastara con ser líder de estos codiciados departamentos, Despaigne finalizó también tercero en slugging (513), cuarto en OPS (859) y sexto en OBP (347); indicadores que confirman la calidad técnica de su bateo en lo que va de temporada.
El show del béisbol cubano en Japón
Esto no es todo. El ya mítico número 54 despachó 11 jonrones y remolcó igual número de carreras más que en la temporada 2016, aunque visitó el cajón de bateo 18 veces menos. Y si bien su average mermó de 280 en la campaña anterior a 262 este año, las anotadas bajaron de 81 a 66 y los dobles de 27 a 15, esto solo significa que perfeccionó su accionar con el bate para cumplir con la tarea que le asignó el equipo.
Con estos números, el bautizado “caballo de los caballos” promedia 22 vuelacercas por cada justa en tierras niponas y 72 remolques anuales, con una consistente mejoría en cada aparición al home.
Los aproximadamente 2.2 millones de dólares por campaña que cobra el granmense con los Halcones –dato extraoficial debido al mutis financiero de la Comisión Nacional de Béisbol– son justamente para eso: empujar carreras y despachar bambinazos, y la tarea, por el momento, está hecha.
La actuación del cubano se tradujo en buenas notas colectivas. Los Halcones de SoftBank triunfaron 94 veces y solo les cortaron el vuelo en 49 ocasiones, credenciales suficientes para aventajar como líder en la Liga Pacífico (con 13,5 juegos de ventaja) a los Leones de Seibu.
El próximo 18 de octubre los Halcones reanudarán su batalla por el título del Pacífico en los play-off, cuando enfrenten al ganador entre las Águilas de Rakuten y los Leones de Seibu, que se batían este fin de semana. De ganar, los de SoftBank obtendrían entonces su boleto a la Serie Final de Japón, donde lucharían contra los ganadores de la Liga Central.
En esa zona, ya esperan los campeones de Hiroshima por el ganador entre los Tigres de Hanshin y los DeNa de Yokohama.
El pasado año, el conjunto en que militaba Despaigne (los Marineros de Lotte) cayó en la primera etapa de los play off frente a su actual equipo. Y un año antes había sucedido lo mismo, pero en la segunda ronda. Veremos entonces si con los Halcones levanta por fin el ansiado título.
Su silencio se nota sobre todo en Cuba, pues en Japón el granmense se ha convertido con justicia en un ídolo y sus números levantan mucho ruido sin escasez de nueces.
En la Isla, en cambio, esta labor no pasa de limitadas menciones en la prensa y algún que otro video fugaz de sus jonrones, que no dan a la afición beisbolera cubana la medida justa de la tremenda temporada de Despaigne en el país donde el sol madruga.
No digo que de este lado del planeta haya que perseguir cada hit, impulsada o –incluso– ponche del Alazán Mayor, pero ciertamente su faena japonesa pudiera –y debiera– tener un seguimiento algo más sustancioso. Apelando a la memoria, apenas recuerdo un único partido de su equipo transmitido por la TV cubana y ningún análisis estadístico al respecto.
Con sus 35 jonrones –cifra compartida con el tunero Alexander Guerrero, otro que ha “descocido” la pelota en Japón con los Dragones de Chunichi y del que se dice menos todavía en Cuba– bien pudiera Despaigne alardear de guapería deportiva, aun cuando el alarde no parece compatible con su temperamento.
Sus 103 carreras empujadas este año también debieran ser motivo de orgullo en cualquier conversación sobre pelota en esta Isla, pues este guarismo –al igual que el de jonrones– resultó no solo la marca máxima de la temporada regular en la Liga del Pacífico sino también su récord personal en las 4 campañas que lleva con los ojos rasgados: 3 de ellas con los Marineros de Lotte y la más reciente –y rentable, tanto en ganancias como en estadísticas– con los Halcones de SoftBank.
Como si no bastara con ser líder de estos codiciados departamentos, Despaigne finalizó también tercero en slugging (513), cuarto en OPS (859) y sexto en OBP (347); indicadores que confirman la calidad técnica de su bateo en lo que va de temporada.
El show del béisbol cubano en Japón
Esto no es todo. El ya mítico número 54 despachó 11 jonrones y remolcó igual número de carreras más que en la temporada 2016, aunque visitó el cajón de bateo 18 veces menos. Y si bien su average mermó de 280 en la campaña anterior a 262 este año, las anotadas bajaron de 81 a 66 y los dobles de 27 a 15, esto solo significa que perfeccionó su accionar con el bate para cumplir con la tarea que le asignó el equipo.
Con estos números, el bautizado “caballo de los caballos” promedia 22 vuelacercas por cada justa en tierras niponas y 72 remolques anuales, con una consistente mejoría en cada aparición al home.
Los aproximadamente 2.2 millones de dólares por campaña que cobra el granmense con los Halcones –dato extraoficial debido al mutis financiero de la Comisión Nacional de Béisbol– son justamente para eso: empujar carreras y despachar bambinazos, y la tarea, por el momento, está hecha.
La actuación del cubano se tradujo en buenas notas colectivas. Los Halcones de SoftBank triunfaron 94 veces y solo les cortaron el vuelo en 49 ocasiones, credenciales suficientes para aventajar como líder en la Liga Pacífico (con 13,5 juegos de ventaja) a los Leones de Seibu.
El próximo 18 de octubre los Halcones reanudarán su batalla por el título del Pacífico en los play-off, cuando enfrenten al ganador entre las Águilas de Rakuten y los Leones de Seibu, que se batían este fin de semana. De ganar, los de SoftBank obtendrían entonces su boleto a la Serie Final de Japón, donde lucharían contra los ganadores de la Liga Central.
En esa zona, ya esperan los campeones de Hiroshima por el ganador entre los Tigres de Hanshin y los DeNa de Yokohama.
El pasado año, el conjunto en que militaba Despaigne (los Marineros de Lotte) cayó en la primera etapa de los play off frente a su actual equipo. Y un año antes había sucedido lo mismo, pero en la segunda ronda. Veremos entonces si con los Halcones levanta por fin el ansiado título.