La decisión fue polémica cuando se implantó en la 52 Serie Nacional. Sobre todo porque en nuestro béisbol no se acostumbraba a ver peloteros de una provincia jugando en otra. Se perdía la autenticidad o la representatividad, según alegaban muchos.
Sin embargo, el experimento —si podemos llamarle así—, resultó exitoso. Primero, por la calurosa acogida dispensada a los “foráneos”, quienes rápidamente se adaptaron a sus nuevos compañeros, antes rivales en el terreno; y segundo, porque muchos de ellos fueron piezas importantes en el accionar de sus respectivos conjuntos, algunos con actuaciones claves.
Recordemos cuánto rindieron los refuerzos escogidos por el mentor Ramón Moré cuando Villa Clara se coronó campeón hace dos años. Jonder Martínez se alzó como un relevista excelente, mientras Yordan Manduley, Danel Castro y el zurdo santiaguero Edilse Silva proporcionaron el poder que les faltaba a los Naranjas. Todos se ganaron el aplauso y el respeto de la afición por su entrega.
Recientemente, Pinar del Río recibió una inyección de ofensiva escogiendo al granmense Roel Santos para ser el necesitado “hombre proa” de la nave vueltabajera, y al guantanamero Giorbis Duvergel, dos bateadores zurdos de los que carecía —y carece—, el actual monarca de la pelota cubana.
Pero no todo es color de rosa. De los más de 50 lanzadores y 40 bateadores que han sido llamados a filas por alguno de los ocho seleccionados clasificados para la segunda fase, 26 monticulistas, la mitad de los escogidos, ha trabajado para más de cuatro carreras limpias, en tanto 27 bateadores no llegaron a promediar la mítica marca de 300.
Las razones son variadas. La segunda parte de la Serie Nacional es mucho más exigente, existe mayor concentración de la calidad, y sobresalir no resulta tarea fácil. A esto hay que añadirle una presión extra a la normal: la de jugar como local en una plaza distinta a la habitual, con una afición que reclama un alto rendimiento.
Por lo antes expuesto, merecen un reconocimiento aquellos refuerzos que lo han hecho bien, y en ocasiones muy bien, ayudando a su nuevo equipo a conquistar o luchar por un codiciado título.
Por ejemplo, en dos ocasiones el inicialista Yordanis Samón ha sido añadido a la nómina de conjuntos clasificados y en ambas se ha impuesto como bateador. La tabla estadística que acompaña este trabajo refleja el mejor de esos dos años, que puede ser considerado como el más distinguido de todos los refuerzos, con promedio por encima de 400, nueve cuadrangulares y 37 compañeros remolcados hacia el plato.
Es el mismo caso del lanzador derecho agramontino Norge Luis Ruiz, excelente en su primera incursión con los Gallos en la 52 Serie y de nuevo efectivo el pasado año cuando vistió el uniforme de los Cachorros holguineros.
Ya estamos a las puertas de la segunda fase de la 54 Serie Nacional. Y de nuevo, jugadores de clase, algunos de ellos integrantes de equipos Cuba —Alexei Bell, Luis Yander la O, Norge Luis Ruiz, Freddy Asiel Álvarez, Yulexis la Rosa, Yeniet Pérez, Alberto Bicet, Edilse Silva, Ismel Jiménez y Frederich Cepeda—, por solo mencionar una decena, estarán de nuevo vistiendo el uniforme de otros conjuntos, con la disposición de ayudar a conseguir un buen resultado. En abril veremos cómo les ha ido en esa siempre difícil labor.
Sin embargo, el experimento —si podemos llamarle así—, resultó exitoso. Primero, por la calurosa acogida dispensada a los “foráneos”, quienes rápidamente se adaptaron a sus nuevos compañeros, antes rivales en el terreno; y segundo, porque muchos de ellos fueron piezas importantes en el accionar de sus respectivos conjuntos, algunos con actuaciones claves.
Recordemos cuánto rindieron los refuerzos escogidos por el mentor Ramón Moré cuando Villa Clara se coronó campeón hace dos años. Jonder Martínez se alzó como un relevista excelente, mientras Yordan Manduley, Danel Castro y el zurdo santiaguero Edilse Silva proporcionaron el poder que les faltaba a los Naranjas. Todos se ganaron el aplauso y el respeto de la afición por su entrega.
Recientemente, Pinar del Río recibió una inyección de ofensiva escogiendo al granmense Roel Santos para ser el necesitado “hombre proa” de la nave vueltabajera, y al guantanamero Giorbis Duvergel, dos bateadores zurdos de los que carecía —y carece—, el actual monarca de la pelota cubana.
Pero no todo es color de rosa. De los más de 50 lanzadores y 40 bateadores que han sido llamados a filas por alguno de los ocho seleccionados clasificados para la segunda fase, 26 monticulistas, la mitad de los escogidos, ha trabajado para más de cuatro carreras limpias, en tanto 27 bateadores no llegaron a promediar la mítica marca de 300.
Las razones son variadas. La segunda parte de la Serie Nacional es mucho más exigente, existe mayor concentración de la calidad, y sobresalir no resulta tarea fácil. A esto hay que añadirle una presión extra a la normal: la de jugar como local en una plaza distinta a la habitual, con una afición que reclama un alto rendimiento.
Por lo antes expuesto, merecen un reconocimiento aquellos refuerzos que lo han hecho bien, y en ocasiones muy bien, ayudando a su nuevo equipo a conquistar o luchar por un codiciado título.
Por ejemplo, en dos ocasiones el inicialista Yordanis Samón ha sido añadido a la nómina de conjuntos clasificados y en ambas se ha impuesto como bateador. La tabla estadística que acompaña este trabajo refleja el mejor de esos dos años, que puede ser considerado como el más distinguido de todos los refuerzos, con promedio por encima de 400, nueve cuadrangulares y 37 compañeros remolcados hacia el plato.
Es el mismo caso del lanzador derecho agramontino Norge Luis Ruiz, excelente en su primera incursión con los Gallos en la 52 Serie y de nuevo efectivo el pasado año cuando vistió el uniforme de los Cachorros holguineros.
Ya estamos a las puertas de la segunda fase de la 54 Serie Nacional. Y de nuevo, jugadores de clase, algunos de ellos integrantes de equipos Cuba —Alexei Bell, Luis Yander la O, Norge Luis Ruiz, Freddy Asiel Álvarez, Yulexis la Rosa, Yeniet Pérez, Alberto Bicet, Edilse Silva, Ismel Jiménez y Frederich Cepeda—, por solo mencionar una decena, estarán de nuevo vistiendo el uniforme de otros conjuntos, con la disposición de ayudar a conseguir un buen resultado. En abril veremos cómo les ha ido en esa siempre difícil labor.