Como todo evento deportivo, la serie nacional de béisbol para menores de 23 años, anda sembrando alegrías nacionales y dejando al desnudo demonios provinciales. Conjuntos como los elefantes de Cienfuegos (primer clasificado por Occidente y máximo acumulador de victorias en el campeonato con 28 en 37 partidos), y los alazanes granmenses (el otro clasificado por el oriente con sus 27 éxitos en 40 oportunidades), nos llenan los pulmones con aire puro y nos mantiene las brasas encendidas de la esperanza y el optimismo de los que creemos en la posibilidad de un repunte de nuestro deporte nacional.
Ver el fruto del trabajo serio que se hace en la Isla de la Juventud, en Matanzas o en Pinar del Río (elencos enfrascados en una fiera batalla por el otro cupo occidental, cada uno de ellos con posibilidades reales de clasificación por la zona del oeste), y las actuaciones de santiagueros y tuneros (este último ganador del otro boleto del este), nos satisface y nos demuestra que no podemos recostarnos encima de las dificultades y de las carencias para justificar retrocesos y estancamientos territoriales.
En la otra cara de la moneda están los naranjas de Ariel Pestano y los indios guantanameros (sotaneros de sus grupos con sólo 8 victorias en 37 y 40 juegos respectivamente), engordando las estadísticas negativas y pidiendo a gritos análisis e investigaciones serias que destapen cajas de Pandora para encontrar soluciones futuras.
A pesar de la ausencia de los principales jugadores de la categoría (20 de ellos jugando en la serie especial paralela), hemos visto atletas que ya están listos para empeños mayores, como los lanzadores Darien Creach (GRA), líder de la serie en juegos ganados (7), juegos completos (5), y ponches propinados (55); Carlos Santana (GRA), el que más juegos salva (8); y los que menos carreras limpias permiten cada nueve entradas, Yairel Alberto Zayas (IJV, 0.91), Denis Quesada (MTZ, 0.93), Jonathan Carbó (IJV, 1.02), y Joel David de Paula (HAB, 1.29).
Con el madero en la mano, tenemos a varios que le han sacado chispas a la pelota, son los casos de César Prieto (CFG), puntero en promedio de bateo (433), hits conectados (61) y bases recorridas (81); Geicer Cepeda (SSP), con sus lideratos en anotadas (39) y triples (6); Alexquemer Sánchez (GRA), con 8 batazos más allá de las cercas; Marlon Serrano (SCU), máximo impulsador (44); y Yuddiel González (CAV), con su 580 de sluggin.
La serie está en su etapa final, las continuas lluvias han evitado que se cumpla el calendario regular según lo planificado y hay varios juegos suspendidos que tendrán que efectuarse una vez normalizadas las inclemencias del tiempo. No obstante las cifras elevadas de errores por partido, el descontrol de la mayoría de los lanzadores, los persistentes toques de bola y las inexplicable cantidad de bases por bolas intencionales ordenadas por muchos de los directores, el campeonato se solidifica como algo provechoso y necesario, peldaño imprescindible para los muchachos que muy pronto estarán vistiendo las franelas provinciales y el glorioso traje tricolor de las cuatro letras en el pecho. Nos vemos en el estadio.
Ver el fruto del trabajo serio que se hace en la Isla de la Juventud, en Matanzas o en Pinar del Río (elencos enfrascados en una fiera batalla por el otro cupo occidental, cada uno de ellos con posibilidades reales de clasificación por la zona del oeste), y las actuaciones de santiagueros y tuneros (este último ganador del otro boleto del este), nos satisface y nos demuestra que no podemos recostarnos encima de las dificultades y de las carencias para justificar retrocesos y estancamientos territoriales.
En la otra cara de la moneda están los naranjas de Ariel Pestano y los indios guantanameros (sotaneros de sus grupos con sólo 8 victorias en 37 y 40 juegos respectivamente), engordando las estadísticas negativas y pidiendo a gritos análisis e investigaciones serias que destapen cajas de Pandora para encontrar soluciones futuras.
A pesar de la ausencia de los principales jugadores de la categoría (20 de ellos jugando en la serie especial paralela), hemos visto atletas que ya están listos para empeños mayores, como los lanzadores Darien Creach (GRA), líder de la serie en juegos ganados (7), juegos completos (5), y ponches propinados (55); Carlos Santana (GRA), el que más juegos salva (8); y los que menos carreras limpias permiten cada nueve entradas, Yairel Alberto Zayas (IJV, 0.91), Denis Quesada (MTZ, 0.93), Jonathan Carbó (IJV, 1.02), y Joel David de Paula (HAB, 1.29).
Con el madero en la mano, tenemos a varios que le han sacado chispas a la pelota, son los casos de César Prieto (CFG), puntero en promedio de bateo (433), hits conectados (61) y bases recorridas (81); Geicer Cepeda (SSP), con sus lideratos en anotadas (39) y triples (6); Alexquemer Sánchez (GRA), con 8 batazos más allá de las cercas; Marlon Serrano (SCU), máximo impulsador (44); y Yuddiel González (CAV), con su 580 de sluggin.
La serie está en su etapa final, las continuas lluvias han evitado que se cumpla el calendario regular según lo planificado y hay varios juegos suspendidos que tendrán que efectuarse una vez normalizadas las inclemencias del tiempo. No obstante las cifras elevadas de errores por partido, el descontrol de la mayoría de los lanzadores, los persistentes toques de bola y las inexplicable cantidad de bases por bolas intencionales ordenadas por muchos de los directores, el campeonato se solidifica como algo provechoso y necesario, peldaño imprescindible para los muchachos que muy pronto estarán vistiendo las franelas provinciales y el glorioso traje tricolor de las cuatro letras en el pecho. Nos vemos en el estadio.
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