Es tiempo de pasar revista y mandar a los archivos la primera etapa de la 52 Serie Nacional de Béisbol, al menos por un par de meses, pues a la vuelta del Tercer Clásico Mundial se abrirá un nuevo expediente, que incluirá todos los resultados de los ocho clasificados, y de nuevo los protagonistas saldrán a escena en pos de definir el titular del torneo doméstico.
Cinco éxitos sumó el diestro Antonio Baró, de 20 años, a quien apenas le batearon para 200 en la presente lid. Foto: Ricardo López HeviaCinco éxitos sumó el diestro Antonio Baró, de 20 años, a quien apenas le batearon para 200 en la presente lid. Foto: Ricardo López Hevia
Sin embargo, antes del timeout pudiéramos ojear a los principales jugadores eléctricos de la lid, algunos bisoños que de la nada emergieron hasta convertirse en bálsamo para sus respectivos managers, ya sea con el madero o desde la lomita.
Hablando de juventud, la arrancada se la roba el conjunto de la Isla, amén de un sorprendente accionar colectivo en el que resaltan dos nombres de mucho futuro, muy valorados por el mentor Armando Jhonson. El primero deslumbra por su seguridad defensiva, el cerrojo del cuadro pinero: Andy Ibáñez (19 años). Seleccionado para debutar con el uniforme de las cuatro letras en el Clásico, el camarero seduce en la intermedia —tres errores en 246 lances— y marcha firme a su segundo Guante de Oro consecutivo, además de consolidarse como productor de biangulares (17, líder junto a Alexander Malleta).
Otro “clásico”, Raicel Iglesias (22), destaca entre los serpentineros merced de su incidencia en diez victorias de la escuadra —cuatro triunfos y seis rescates—, con 1,68 de efectividad, 50 ponches y 192 de promedio oponente, fruto de un control fino sobre sus envíos, según la valoración del avezado entrenador capitalino José Elosegui.
En Sancti Spíritus, varios son los estandartes del plantel, pero llama la atención el aporte de dos pilares alejados del huracán mediático: Omar Guardarrama (23) y Lourdes Gourriel hijo (19). El serpentinero pasó de relevista intrascendente a especialista en preservar victorias (12 salvamentos), amparado en su control y un don natural para mantener a raya a los adversarios, que le promediaron solo 204.
Mientras, el menor de la camada Gourriel sigue con un vertiginoso ascenso en el plato (bateó 293 con 19 remolques y 12 extrabases), aunque todavía debe pulir el rendimiento a la defensa, no solo por los errores plasmados en las estadísticas —11 pifias y average de 957—, sino por otras fallas en la concentración, la colocación y los movimientos en diversas variantes de juego.
De vuelta al box, Cienfuegos, estable durante todo el trayecto, ha contado con buenas aperturas de Jorge Hernández (21), quien sumó siete éxitos luego de un intenso trabajo de 70 entradas y dos tercios.
Aliet Arzola Lima
Cinco éxitos sumó el diestro Antonio Baró, de 20 años, a quien apenas le batearon para 200 en la presente lid. Foto: Ricardo López HeviaCinco éxitos sumó el diestro Antonio Baró, de 20 años, a quien apenas le batearon para 200 en la presente lid. Foto: Ricardo López Hevia
Sin embargo, antes del timeout pudiéramos ojear a los principales jugadores eléctricos de la lid, algunos bisoños que de la nada emergieron hasta convertirse en bálsamo para sus respectivos managers, ya sea con el madero o desde la lomita.
Hablando de juventud, la arrancada se la roba el conjunto de la Isla, amén de un sorprendente accionar colectivo en el que resaltan dos nombres de mucho futuro, muy valorados por el mentor Armando Jhonson. El primero deslumbra por su seguridad defensiva, el cerrojo del cuadro pinero: Andy Ibáñez (19 años). Seleccionado para debutar con el uniforme de las cuatro letras en el Clásico, el camarero seduce en la intermedia —tres errores en 246 lances— y marcha firme a su segundo Guante de Oro consecutivo, además de consolidarse como productor de biangulares (17, líder junto a Alexander Malleta).
Otro “clásico”, Raicel Iglesias (22), destaca entre los serpentineros merced de su incidencia en diez victorias de la escuadra —cuatro triunfos y seis rescates—, con 1,68 de efectividad, 50 ponches y 192 de promedio oponente, fruto de un control fino sobre sus envíos, según la valoración del avezado entrenador capitalino José Elosegui.
En Sancti Spíritus, varios son los estandartes del plantel, pero llama la atención el aporte de dos pilares alejados del huracán mediático: Omar Guardarrama (23) y Lourdes Gourriel hijo (19). El serpentinero pasó de relevista intrascendente a especialista en preservar victorias (12 salvamentos), amparado en su control y un don natural para mantener a raya a los adversarios, que le promediaron solo 204.
Mientras, el menor de la camada Gourriel sigue con un vertiginoso ascenso en el plato (bateó 293 con 19 remolques y 12 extrabases), aunque todavía debe pulir el rendimiento a la defensa, no solo por los errores plasmados en las estadísticas —11 pifias y average de 957—, sino por otras fallas en la concentración, la colocación y los movimientos en diversas variantes de juego.
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