Los peloteros cubanos que abandonan el país de manera ilegal podrían enfrentar otro problema mayor además de burlar a las autoridades cubanas y aventurarse en las peligrosas aguas del Mar Caribe en busca de México o República Dominicana, pues la Major League Baseball ha decidido, además de las regulaciones que ya se conocen, demorar el proceso de firma a los jugadores procedentes de la Isla.
Como es de dominio común, las sanciones del gobierno norteamericano, como parte del bloqueo económico, hacen que para que un pelotero cubano firme con un conjunto de Grandes Ligas, tiene que recibir un calificativo de “unblocked national” (nacional desbloqueado) por parte de la Oficina de Control de Activos Extranjeros, perteneciente al Tesoro de Estados Unidos. Para ello, el pelotero en cuestión debe presentar dos documentos de residencia permanente de otro país, como México o República Dominicana, a un posible empleador, según explicó Ben Badler en Baseball America.
Esta nueva reglamentación, que va incluso más allá de las ya controversiales y arbitrarias leyes del gobierno norteamericano contra Cuba, provocaría incluso que se entorpezcan los procesos de firmas a cubanos, quienes podrían verse obligados a esperar hasta seis meses para recibir una licencia, demorando no solo el inicio de sus carreras profesionales, sino también haciéndoles perder tiempo precioso, y haciendo que se endeuden más con sus adiestradores —muchos de los cuales son vampiros que se afilan los colmillos cuando ven llegar la posibilidad de un contrato millonario.
Las preocupaciones de la MLB se basan en el hecho de que Yasiel Puig recibió residencia permanente en México el mismo mes que llegó hasta allí, mientras que otros jugadores como Jorge Soler, Armando Rivero, Omar Luis y Henry Urrutia firmaron usando documentos de residencia permanente en Haití a pesar de vivir y entrenar en República Dominicana. Esto, sin embargo, es explicable, pues Haití no cuenta con infraestructura deportiva como para que un pelotero que aspira a ser jugador de Grandes Ligas entrene o se desarrolle.
La vía más fácil para que un pelotero se convierta en un nacional desbloqueado es viajar directamente hacia los Estados Unidos, pero al hacerlo se verían sujetos al draft, lo cual costaría a jugadores como Puig, Soler, y el mismo José Dariel Abreu una enorme cantidad de dinero. También sus adiestradores se verían afectados, por lo que tanto los unos como los otros harían lo que fuese necesario para evitarlo. Claro, que “lo que fuese necesario” incluye la pésima decisión que muchos de ellos toman de mentir u ocultar información sobre su edad o sobre su estado de salud, algo que sin dudas ha afectado a hombres como Aledmis Díaz, Félix Pérez y más recientemente Miguel Alfredo González.
La MLB no tiene la capacidad de investigar la documentación de residencia en Haití y México, donde es muy fácil manipular la documentación —sobre todo en México, donde los traficantes de drogas, de armas y de personas se valen de estas artimañas.
Los jugadores cubanos con capacidad de firmar exentos del fondo de bonificación de los conjuntos deben tener al menos 23 años y tres temporadas en la Serie Nacional, pero el problema con las regulaciones de la OFAC, que se asegura de que ese dinero no está siendo enviado a Cuba y ahora esta nueva traba de la MLB agregan un trauma mayor a los jugadores.
Cuando un pelotero cubano llega a las Grandes Ligas siempre es una atracción mediática, sobre todo cuando se habla de las circunstancias en que abandonó el país, cómo vivía en Cuba y si fue víctima de alguna injusticia relacionada con exclusión del equipo nacional. Pero nadie habla de los otros traumas, los relacionados con el papeleo, la firma, le búsqueda de documentación y la negociación de contratos, máxime si en muchas ocasiones no tienen la guía indicada—sin contar con que los peloteros cubanos no tienen la cultura de la negociación, y muchos de ellos no saben siquiera lo que es un contrato.
A veces, además, son víctimas de personas sin escrúpulos que ven en ellos una presa fácil, y se autodenominan representantes con el objetivo de sacarles la mayor cantidad de dinero posible. Los peloteros, sin la experiencia, en un entorno desconocido, y sin una mano amiga verdaderamente sincera, pueden caer mansitos en manos de vampiros sedientos de cash.
Ahora mismo se está afectando con eso el tunero Alexander Guerrero, de quien llegó a reportarse incluso que había firmado (yo mismo lo publiqué erróneamente en el blog) o la más reciente y mediática deserción: José Dariel Abreu —bautizado durante el Clásico Mundial de béisbol como “el Barry Bonds Cubano”—, quien podría demorarse hasta seis meses para llegar a un acuerdo con cualquier organización de la Gran Carpa.
No obstante, y a pesar de los pesares, independientemente de que presentar documentación falsa puede convertirse en un problema para los peloteros porque se trata de un delito, es muy poco probable que alguno de ellos se involucre en algo tan tonto como el tráfico de drogas o de armas (aunque ellos mismos son el objeto de la discordia en el tráfico de personas), por lo que la MLB en lugar de poner una traba, debería prestar la ayuda —sobre todo los equipos interesados en sus servicios— para agilizar el proceso de documentación y obtención de residencia.
Por supuesto, que se trata de discriminación, se trata de peloteros cubanos, y se trata de Cuba en el fondo de todo el asunto. Los únicos peloteros que una vez que marchan en busca del sueño de las Grandes Ligas son mirados con recelo por su propio país, son los cubanos… y mientras no firmen, serán mirados con recelo, como delincuentes comunes, por parte de la Oficina del Comisionado. Será fácil entonces que cuando firme un contrato millonario y tenga un debut tan espectacular como el de Yasiel Puig o José Fernández hagan la increíble historia de “sacrificio” y “sufrimiento” como si esas mismas organizaciones no se hubiesen vuelto involucradas de manera directa en ello, o como si las políticas de sanciones de Estados Unidos contra Cuba no fueran la principal causa por la que los jugadores de la Isla no pueden firmar contratos normalmente sin tener que arriesgarse a morir ahogados o devorados por tiburones.
Como es de dominio común, las sanciones del gobierno norteamericano, como parte del bloqueo económico, hacen que para que un pelotero cubano firme con un conjunto de Grandes Ligas, tiene que recibir un calificativo de “unblocked national” (nacional desbloqueado) por parte de la Oficina de Control de Activos Extranjeros, perteneciente al Tesoro de Estados Unidos. Para ello, el pelotero en cuestión debe presentar dos documentos de residencia permanente de otro país, como México o República Dominicana, a un posible empleador, según explicó Ben Badler en Baseball America.
Esta nueva reglamentación, que va incluso más allá de las ya controversiales y arbitrarias leyes del gobierno norteamericano contra Cuba, provocaría incluso que se entorpezcan los procesos de firmas a cubanos, quienes podrían verse obligados a esperar hasta seis meses para recibir una licencia, demorando no solo el inicio de sus carreras profesionales, sino también haciéndoles perder tiempo precioso, y haciendo que se endeuden más con sus adiestradores —muchos de los cuales son vampiros que se afilan los colmillos cuando ven llegar la posibilidad de un contrato millonario.
Las preocupaciones de la MLB se basan en el hecho de que Yasiel Puig recibió residencia permanente en México el mismo mes que llegó hasta allí, mientras que otros jugadores como Jorge Soler, Armando Rivero, Omar Luis y Henry Urrutia firmaron usando documentos de residencia permanente en Haití a pesar de vivir y entrenar en República Dominicana. Esto, sin embargo, es explicable, pues Haití no cuenta con infraestructura deportiva como para que un pelotero que aspira a ser jugador de Grandes Ligas entrene o se desarrolle.
La vía más fácil para que un pelotero se convierta en un nacional desbloqueado es viajar directamente hacia los Estados Unidos, pero al hacerlo se verían sujetos al draft, lo cual costaría a jugadores como Puig, Soler, y el mismo José Dariel Abreu una enorme cantidad de dinero. También sus adiestradores se verían afectados, por lo que tanto los unos como los otros harían lo que fuese necesario para evitarlo. Claro, que “lo que fuese necesario” incluye la pésima decisión que muchos de ellos toman de mentir u ocultar información sobre su edad o sobre su estado de salud, algo que sin dudas ha afectado a hombres como Aledmis Díaz, Félix Pérez y más recientemente Miguel Alfredo González.
La MLB no tiene la capacidad de investigar la documentación de residencia en Haití y México, donde es muy fácil manipular la documentación —sobre todo en México, donde los traficantes de drogas, de armas y de personas se valen de estas artimañas.
Los jugadores cubanos con capacidad de firmar exentos del fondo de bonificación de los conjuntos deben tener al menos 23 años y tres temporadas en la Serie Nacional, pero el problema con las regulaciones de la OFAC, que se asegura de que ese dinero no está siendo enviado a Cuba y ahora esta nueva traba de la MLB agregan un trauma mayor a los jugadores.
Cuando un pelotero cubano llega a las Grandes Ligas siempre es una atracción mediática, sobre todo cuando se habla de las circunstancias en que abandonó el país, cómo vivía en Cuba y si fue víctima de alguna injusticia relacionada con exclusión del equipo nacional. Pero nadie habla de los otros traumas, los relacionados con el papeleo, la firma, le búsqueda de documentación y la negociación de contratos, máxime si en muchas ocasiones no tienen la guía indicada—sin contar con que los peloteros cubanos no tienen la cultura de la negociación, y muchos de ellos no saben siquiera lo que es un contrato.
A veces, además, son víctimas de personas sin escrúpulos que ven en ellos una presa fácil, y se autodenominan representantes con el objetivo de sacarles la mayor cantidad de dinero posible. Los peloteros, sin la experiencia, en un entorno desconocido, y sin una mano amiga verdaderamente sincera, pueden caer mansitos en manos de vampiros sedientos de cash.
Ahora mismo se está afectando con eso el tunero Alexander Guerrero, de quien llegó a reportarse incluso que había firmado (yo mismo lo publiqué erróneamente en el blog) o la más reciente y mediática deserción: José Dariel Abreu —bautizado durante el Clásico Mundial de béisbol como “el Barry Bonds Cubano”—, quien podría demorarse hasta seis meses para llegar a un acuerdo con cualquier organización de la Gran Carpa.
No obstante, y a pesar de los pesares, independientemente de que presentar documentación falsa puede convertirse en un problema para los peloteros porque se trata de un delito, es muy poco probable que alguno de ellos se involucre en algo tan tonto como el tráfico de drogas o de armas (aunque ellos mismos son el objeto de la discordia en el tráfico de personas), por lo que la MLB en lugar de poner una traba, debería prestar la ayuda —sobre todo los equipos interesados en sus servicios— para agilizar el proceso de documentación y obtención de residencia.
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