Si Alexei Bell falta un día al estadio Guillermón Moncada de la ciudad indómita, no son pocos los que se preocupan. Las lesiones han golpeado mucho al estelar jardinero y los parciales del conjunto local temen que alguna dolencia lo aparte de los terrenos por un largo período.
“Los primeros tres años de mi carrera fui suplente, no jugaba a tiempo completo, y en las últimas temporadas he faltado a muchos partidos por diversos problemas: aquel pelotazo en la cara, dolencias en la cervical. Yo tengo 14 Series Nacionales, pero si sacas la cuenta, he perdido casi cinco campeonatos por cuestiones físicas”, expresó a Granma uno de los mejores toleteros cubanos del presente siglo.
Pese a este hándicap, Bell alcanzó ya la marca de mil inatrapables en clásicos de las bolas y los strikes, tras despachar cohete al derecho frente al zurdo pinareño Julio Alfredo Martínez, el pasado sábado.
“Mi primer jit lo di en el primer juego que estuve, un doble con bases llenas, y me ha tomado 14 años llegar a los mil. No es una marca sencilla, por lo que me siento muy orgulloso, pero estoy seguro que con menos lesiones hubiera necesitado menos tiempo”, afirma el santiaguero, desbordado con el madero en la actual campaña, con siete extrabases, tres estafas, 28 cañonazos y alto promedio de embasado de 571, sin incluir el pleito de anoche.
Dichos números y el ascenso meteórico que ha tenido siempre en su carrera es fruto exclusivo de un trabajo constante, y el amor por un deporte que llevaba en la sangre.
“Empecé a jugar con nueve años. En los escolares me ponían en tercera, los jardines y lanzaba, porque tiraba duro. En esas categorías es normal, te prueban para ver dónde tienes mejores opciones, dónde te desarrollas mejor. Estuve como pitcher hasta los juveniles, pero después me estabilicé en los jardines”, revela el patrullero indómito.
—El arribo al primer nivel…
—Cuando llegué al equipo Santiago en el 2001 fue un sueño hecho realidad, todavía estaban Kindelán, Pacheco, Pierre, era La Aplanadora. En ese momento traté de aprovechar todas las oportunidades y rendir al máximo en cada comparecencia.
—¿Madurez como bateador?
—Crecí mucho de la mano de Orestes Kindelán, no tengo dudas. Uno puede tener talento, reunir las condiciones, pero si no cuentas con alguien que te corrija, entonces cuesta mucho imponerse. Para mi esa persona fue Kindelán, quien siempre me proponía los ajustes tras cada turno negativo, me inculcó esa filosofía de aprender de los errores para prosperar.
—Cualidades en los jardines…
—Me he distinguido por ser un buen fildeador, con un correcto sentido de la ubicación, potencia en el brazo, tiro certero. Tendría que elevar un poco más el por ciento de corredores sacados en bases, pero de forma general todos los jardineros cubanos no atacamos la bola como se debería por temor a un mal bound que cueste carreras y eso nos disminuye las asistencias.
—Un contrario imposible…
—En un tiempo se me hizo muy difícil batearle a Yolexis Ulacia, que tenía un ángulo de salida complicado. Pero nos enfrentábamos tanto a Villa Clara que me adapté a luchar con él, lo mismo le conectaba que me dominaba. En eventos internacionales, el pitcheo asiático siempre nos ponía contra la pared, aunque con los ajustes correctos logras imponerte.
—¿Termina tu faena tras cada Serie Nacional?
—Para nada. Hago mucho trabajo individual fuera de temporada. Luego de una etapa de descanso entreno por voluntad propia, tengo mis implementos y dedico par de horas diarias a la labor en el terreno. Con la experiencia de los años tomé nota de grandes peloteros como Ichiro Suzuki, que siempre han comentado la importancia de mantener una dinámica de trabajo fuera de campaña para corregir errores y practicar nuevas técnicas.
Ese detalle lo ha convertido en ejemplo para algunos coterráneos como Luis Yander La O, quien ha aceptado en más de una ocasión el reto de entrenar fuera de temporada para elevar el nivel, y ha rendido sus frutos, porque el antesalista se ubica hoy entre los mejores del país.
—¿El tope de Alexei Bell?
—Veo a muchos peloteros en otras ligas que juegan hasta los 40, incluso con más edad, y no hay ningún motivo para que nosotros no lo logremos. Mientras tenga motivación y buen estado físico puedo seguir en el terreno. Ahora quiero ayudar a Santiago de Cuba y lograr un alto rendimiento para tener mejores opciones en el futuro. Colgaré los spikes cuando no pueda mas.
“Los primeros tres años de mi carrera fui suplente, no jugaba a tiempo completo, y en las últimas temporadas he faltado a muchos partidos por diversos problemas: aquel pelotazo en la cara, dolencias en la cervical. Yo tengo 14 Series Nacionales, pero si sacas la cuenta, he perdido casi cinco campeonatos por cuestiones físicas”, expresó a Granma uno de los mejores toleteros cubanos del presente siglo.
Pese a este hándicap, Bell alcanzó ya la marca de mil inatrapables en clásicos de las bolas y los strikes, tras despachar cohete al derecho frente al zurdo pinareño Julio Alfredo Martínez, el pasado sábado.
“Mi primer jit lo di en el primer juego que estuve, un doble con bases llenas, y me ha tomado 14 años llegar a los mil. No es una marca sencilla, por lo que me siento muy orgulloso, pero estoy seguro que con menos lesiones hubiera necesitado menos tiempo”, afirma el santiaguero, desbordado con el madero en la actual campaña, con siete extrabases, tres estafas, 28 cañonazos y alto promedio de embasado de 571, sin incluir el pleito de anoche.
Dichos números y el ascenso meteórico que ha tenido siempre en su carrera es fruto exclusivo de un trabajo constante, y el amor por un deporte que llevaba en la sangre.
“Empecé a jugar con nueve años. En los escolares me ponían en tercera, los jardines y lanzaba, porque tiraba duro. En esas categorías es normal, te prueban para ver dónde tienes mejores opciones, dónde te desarrollas mejor. Estuve como pitcher hasta los juveniles, pero después me estabilicé en los jardines”, revela el patrullero indómito.
—El arribo al primer nivel…
—Cuando llegué al equipo Santiago en el 2001 fue un sueño hecho realidad, todavía estaban Kindelán, Pacheco, Pierre, era La Aplanadora. En ese momento traté de aprovechar todas las oportunidades y rendir al máximo en cada comparecencia.
—¿Madurez como bateador?
—Crecí mucho de la mano de Orestes Kindelán, no tengo dudas. Uno puede tener talento, reunir las condiciones, pero si no cuentas con alguien que te corrija, entonces cuesta mucho imponerse. Para mi esa persona fue Kindelán, quien siempre me proponía los ajustes tras cada turno negativo, me inculcó esa filosofía de aprender de los errores para prosperar.
—Cualidades en los jardines…
—Me he distinguido por ser un buen fildeador, con un correcto sentido de la ubicación, potencia en el brazo, tiro certero. Tendría que elevar un poco más el por ciento de corredores sacados en bases, pero de forma general todos los jardineros cubanos no atacamos la bola como se debería por temor a un mal bound que cueste carreras y eso nos disminuye las asistencias.
—Un contrario imposible…
—En un tiempo se me hizo muy difícil batearle a Yolexis Ulacia, que tenía un ángulo de salida complicado. Pero nos enfrentábamos tanto a Villa Clara que me adapté a luchar con él, lo mismo le conectaba que me dominaba. En eventos internacionales, el pitcheo asiático siempre nos ponía contra la pared, aunque con los ajustes correctos logras imponerte.
—¿Termina tu faena tras cada Serie Nacional?
—Para nada. Hago mucho trabajo individual fuera de temporada. Luego de una etapa de descanso entreno por voluntad propia, tengo mis implementos y dedico par de horas diarias a la labor en el terreno. Con la experiencia de los años tomé nota de grandes peloteros como Ichiro Suzuki, que siempre han comentado la importancia de mantener una dinámica de trabajo fuera de campaña para corregir errores y practicar nuevas técnicas.
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