En todos los países donde se juega béisbol hay un Salón de la Fama, santuario para venerar a los inmortales de ese deporte y perpetuar las hazañas de hombres que fueron iconos en su época y que alcanzaron la gloria en un estadio.
En Cuba, después del triunfo de la Revolución y de la abolición del profesionalismo, el Salón de la Fama quedó en el olvido ante las nacientes Series Nacionales amateurs, repletas de peloteros prácticamente desconocidos para la afición, que desbordaron los estadios y mantuvieron vivo el deporte nacional.
Con el paso del tiempo, fueron germinando nuevos héroes que se convirtieron en paradigmas de generaciones y alimentaron el orgullo nacional representando al país en eventos foráneos.
Pasaron más de 50 años para que al fin un grupo de entusiastas, integrado por periodistas, analistas, historiadores y aficionados con grandes conocimientos de este deporte se diera a la tarea de rescatar el templo para los nombres que se iban amontonando, por la imperiosa necesidad de dar a esos hombres el homenaje más grande que pueda tener un atleta por la labor de toda una vida.
Rescatado en el año 2014, para alegría de jugadores y aficionados, se acordó exaltar a un total de diez atletas (la mitad de ellos jugadores de las ligas profesionales que existían en Cuba antes de 1962), y de esta manera tratar de recuperar una parte del tiempo perdido.
Sin embargo, la continuidad de ese proyecto se vio ensombrecida por incongruencias, malestares, incapacidades, falta de recursos y emigraciones. Varios de los miembros del comité de selección renunciaron firmando una carta de inconformidad con el proceso, y el salón cubano quedó nuevamente en el limbo.
La buena noticia es que en este 2018 se ha retomado la idea. Un grupo de cronistas del béisbol, junto a prestigiosos historiadores, analistas, personajes de la cultura y aficionados, con supervisión y apoyo de la Federación y la Comisión Nacional, se están reuniendo periódicamente en un salón del estadio Latinoamericano, en la capital del país, para volver a echar a andar el Salón de la Fama cubano.
En este momento, se encuentran en proceso de discusión el reglamento de exaltación y la posible sede final. Desde la provincia de Matanzas llegó una propuesta muy fundamentada para que sea el emblemático estadio Palmar de Junco, el más antiguo en activo del mundo.
Los implicados trabajan duro para dar a conocer este año a los nuevos elegidos que, por lo que se sabe hasta el momento, deben ser la misma cantidad de la última versión.
En Cuba, después del triunfo de la Revolución y de la abolición del profesionalismo, el Salón de la Fama quedó en el olvido ante las nacientes Series Nacionales amateurs, repletas de peloteros prácticamente desconocidos para la afición, que desbordaron los estadios y mantuvieron vivo el deporte nacional.
Con el paso del tiempo, fueron germinando nuevos héroes que se convirtieron en paradigmas de generaciones y alimentaron el orgullo nacional representando al país en eventos foráneos.
Pasaron más de 50 años para que al fin un grupo de entusiastas, integrado por periodistas, analistas, historiadores y aficionados con grandes conocimientos de este deporte se diera a la tarea de rescatar el templo para los nombres que se iban amontonando, por la imperiosa necesidad de dar a esos hombres el homenaje más grande que pueda tener un atleta por la labor de toda una vida.
Rescatado en el año 2014, para alegría de jugadores y aficionados, se acordó exaltar a un total de diez atletas (la mitad de ellos jugadores de las ligas profesionales que existían en Cuba antes de 1962), y de esta manera tratar de recuperar una parte del tiempo perdido.
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