El desconcierto en Cuba es grande. Cada juego que pasa de la selección nacional crece la incertidumbre, y se multiplican las dudas sobre si este equipo realmente se encuentra en condiciones de incluirse entre los cuatro grandes del Premier 12 de béisbol.
Y razones tienen todos, porque a pesar de acariciar un boleto a cuartos de final, el plantel que dirige Víctor Mesa ha vivido sus encuentros en un puro vértigo, con una marcada sensación de urgencia en dos renglones vitales del deporte, la ofensiva y el pitcheo, demasiado intermitentes para un nivel cualitativo notable.
La última prueba llegó en el duelo con Taipei de China este sábado (derrota de 1-4), en el cual los antillanos batearon a sus anchas, pero no produjeron nada al fallar una y otra vez en el corrido de las bases, en algunos casos con evidentes descoordinaciones a la hora de dar y recibir las señas.
Si en algo hay que darle la razón a Víctor Mesa es en que nuestro campeonato se juega con demasiadas lagunas, en todos los sentidos. Problemas con el arbitraje crean (malos) vicios en los jugadores, quienes después cometen errores inconcebibles en la arena internacional, sin obviar que las equivocaciones en la Serie Nacional rara vez se pagan con un castigo en el banco.
No hay presión, y por ende, cuando se sale a enfrentar otro béisbol, afloran todas esas deficiencias. En el duelo de marras contra Taipei de China, tres cubanos fueron sacados de circulación en intentos de robo, dos de ellos buscando la tercera almohadilla cuando nada indicaba que era lo mejor.
El primero en fallar fue Lourdes Y. Gurriel, quien representaba el empate y salió a la caza de la antesala con dos outs en la pizarra, bateando su hermano Yunieski. En el comienzo del siguiente capítulo, el experimentado patrullero central abrió con sencillo que fácilmente hubiera remolcado el empate.
Ya con el choque empatado gracias a un triple de Yulieski Gurriel y un error del torpedero Yen-Wen Kuo sobre rolling de Alfredo Despaigne, fue entonces el máscara Yosvany Alarcón quien fue enfriado en la antesala por el potente brazo de Jin-De Jahng.
Esta jugada fue desconcertante en su máxima expresión, pues solo había un out en el séptimo episodio y en la caja se encontraba el emergente Julio Pablo Martínez, quien respondió con doble sólido al derecho. Además, al llegar al dogout, Víctor inquirió a Alarcón sobre quién lo había mandado al robo y este señaló al coach Lázaro López, quien asintió en evidente muestra de culpabilidad.
Y como reza el viejo refrán, si no la haces, te las hacen. Taipei de China, que había estado sumida en profunda crisis de producción con hombres en posición anotadora, fabricó entonces tres carreras en el octavo, gracias al cuadrangular con dos a bordo del tercer madero Chim-Sheng Lin.
En este punto, otro detalle para analizar. No es muy común, en ningún béisbol organizado de cierta calidad, que se transfiera intencionalmente al segundo bate de un equipo en dos oportunidades para trabajar al tercero, mucho menos si ese hombre batea de 13-6 con dos vuelacercas en los pleitos anteriores.
Pues bien, el alto mando cubano optó por la variante mencionada y pagó las consecuencias, porque Chim-Sheng Lin, entró al cajón de bateo con absoluta confianza y destrozó un lanzamiento bajo y ligeramente pegado de Danny Betancourt para sacar de circulación al plantel de la Mayor de las Antillas.
Ya que hablamos de lanzadores, tampoco convence el manejo de nuestro cuerpo de pitcheo. Bien colocar a Yoanni Yera y evaluar su respuesta en un escenario hostil, con miles de almas gritando en su contra, pero la estrategia después de los abridores, desde el primer día, no queda para nada clara.
Hombres de amplio repertorio, con control, reconocidos por mover la bola y dominar bien los puntos más vulnerables de los contrarios, ni siquiera se han encaramado en la lomita. Hablamos de Jonder Martínez y Yoalkis Cruz, quienes por el momento solo observan los toros desde la barrera.
En cambio, otro lanzador mucho más liso, sin tantas opciones de combinación en su repertorio como Miguel Lahera fue colocado otra vez en la candela ante un plantel que castiga las rectas a sus anchas. El resultado no pudo ser otro que un ataque voraz de los asiáticos contra el artemiseño, afortunadamente rescatado por José Ángel García, quien nunca debió dejar su puesto en el octavo.
En el crucial partido contra Holanda, el mejor cerrador en la historia del béisbol cubano estuvo excelso, y contra vientos y molinos se dejó en la lomita, pero ahora, con el duelo empatado, solo por un boleto se decide aplicarle la grúa y dejar el desenlace a la suerte de Danny, lanzador que experimenta, desde hace buen tiempo, una línea descendente.
Sin confianza en los cerradores naturales (Yennier Cano y Héctor Mendoza), entonces el peso recayó sobre el santiaguero, a quien el tercer madero de Taipei se la puso en China para acabar de una vez y por todas con el pleito sabatino.
No obstante, la esperanza es lo último que se pierde. Cuba mantiene intactas sus opciones de clasificar, y solo una debacle mayúscula (perder contra Italia) la excluiría de los cuartos de final, aunque si puede darse el caso de que en esa instancia se midan a alguno de los grandes favoritos enclavados en el grupo B, como Japón o Sudcorea, hasta el momento muy convincentes.
Y razones tienen todos, porque a pesar de acariciar un boleto a cuartos de final, el plantel que dirige Víctor Mesa ha vivido sus encuentros en un puro vértigo, con una marcada sensación de urgencia en dos renglones vitales del deporte, la ofensiva y el pitcheo, demasiado intermitentes para un nivel cualitativo notable.
La última prueba llegó en el duelo con Taipei de China este sábado (derrota de 1-4), en el cual los antillanos batearon a sus anchas, pero no produjeron nada al fallar una y otra vez en el corrido de las bases, en algunos casos con evidentes descoordinaciones a la hora de dar y recibir las señas.
Si en algo hay que darle la razón a Víctor Mesa es en que nuestro campeonato se juega con demasiadas lagunas, en todos los sentidos. Problemas con el arbitraje crean (malos) vicios en los jugadores, quienes después cometen errores inconcebibles en la arena internacional, sin obviar que las equivocaciones en la Serie Nacional rara vez se pagan con un castigo en el banco.
No hay presión, y por ende, cuando se sale a enfrentar otro béisbol, afloran todas esas deficiencias. En el duelo de marras contra Taipei de China, tres cubanos fueron sacados de circulación en intentos de robo, dos de ellos buscando la tercera almohadilla cuando nada indicaba que era lo mejor.
El primero en fallar fue Lourdes Y. Gurriel, quien representaba el empate y salió a la caza de la antesala con dos outs en la pizarra, bateando su hermano Yunieski. En el comienzo del siguiente capítulo, el experimentado patrullero central abrió con sencillo que fácilmente hubiera remolcado el empate.
Ya con el choque empatado gracias a un triple de Yulieski Gurriel y un error del torpedero Yen-Wen Kuo sobre rolling de Alfredo Despaigne, fue entonces el máscara Yosvany Alarcón quien fue enfriado en la antesala por el potente brazo de Jin-De Jahng.
Esta jugada fue desconcertante en su máxima expresión, pues solo había un out en el séptimo episodio y en la caja se encontraba el emergente Julio Pablo Martínez, quien respondió con doble sólido al derecho. Además, al llegar al dogout, Víctor inquirió a Alarcón sobre quién lo había mandado al robo y este señaló al coach Lázaro López, quien asintió en evidente muestra de culpabilidad.
Y como reza el viejo refrán, si no la haces, te las hacen. Taipei de China, que había estado sumida en profunda crisis de producción con hombres en posición anotadora, fabricó entonces tres carreras en el octavo, gracias al cuadrangular con dos a bordo del tercer madero Chim-Sheng Lin.
En este punto, otro detalle para analizar. No es muy común, en ningún béisbol organizado de cierta calidad, que se transfiera intencionalmente al segundo bate de un equipo en dos oportunidades para trabajar al tercero, mucho menos si ese hombre batea de 13-6 con dos vuelacercas en los pleitos anteriores.
Pues bien, el alto mando cubano optó por la variante mencionada y pagó las consecuencias, porque Chim-Sheng Lin, entró al cajón de bateo con absoluta confianza y destrozó un lanzamiento bajo y ligeramente pegado de Danny Betancourt para sacar de circulación al plantel de la Mayor de las Antillas.
Ya que hablamos de lanzadores, tampoco convence el manejo de nuestro cuerpo de pitcheo. Bien colocar a Yoanni Yera y evaluar su respuesta en un escenario hostil, con miles de almas gritando en su contra, pero la estrategia después de los abridores, desde el primer día, no queda para nada clara.
Hombres de amplio repertorio, con control, reconocidos por mover la bola y dominar bien los puntos más vulnerables de los contrarios, ni siquiera se han encaramado en la lomita. Hablamos de Jonder Martínez y Yoalkis Cruz, quienes por el momento solo observan los toros desde la barrera.
En cambio, otro lanzador mucho más liso, sin tantas opciones de combinación en su repertorio como Miguel Lahera fue colocado otra vez en la candela ante un plantel que castiga las rectas a sus anchas. El resultado no pudo ser otro que un ataque voraz de los asiáticos contra el artemiseño, afortunadamente rescatado por José Ángel García, quien nunca debió dejar su puesto en el octavo.
En el crucial partido contra Holanda, el mejor cerrador en la historia del béisbol cubano estuvo excelso, y contra vientos y molinos se dejó en la lomita, pero ahora, con el duelo empatado, solo por un boleto se decide aplicarle la grúa y dejar el desenlace a la suerte de Danny, lanzador que experimenta, desde hace buen tiempo, una línea descendente.
Sin confianza en los cerradores naturales (Yennier Cano y Héctor Mendoza), entonces el peso recayó sobre el santiaguero, a quien el tercer madero de Taipei se la puso en China para acabar de una vez y por todas con el pleito sabatino.
No obstante, la esperanza es lo último que se pierde. Cuba mantiene intactas sus opciones de clasificar, y solo una debacle mayúscula (perder contra Italia) la excluiría de los cuartos de final, aunque si puede darse el caso de que en esa instancia se midan a alguno de los grandes favoritos enclavados en el grupo B, como Japón o Sudcorea, hasta el momento muy convincentes.