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Noticias sobre el béisbol cubano

Los managers y peloteros se equivocan más que los árbitros.

Alejandro DíazEnviado por: 

Fuente: www.facebook.com
Los managers y peloteros se equivocan más que los árbitros.
Quienes conocen a Germán Águila no pueden catalogarlo de otra forma que no sea la de un luchador incasable por la vida.

Aunque nacido en el poblado villareño de Calabazar de Sagua en el lejano año 1940, llegó a la capital siendo muy pequeño y comenzó a desarrollarse en el béisbol en los terrenos del Beauty, donde su valía lo llevo a participar en la Liga de Pedro Betancourt siendo todavía un adolescente.

A su más reciente labor como árbitro de béisbol, German suma también su faena como jugador de Industriales, vendedor de billetes de lotería, boxeador, barbero y albañil —siente especial orgullo de haber levantado con sus propias manos prácticamente su actual residencia, la que antes fue una bodega abandonada. Otro de sus orgullos es la fe. Sacerdote de Ifa por casi tres décadas, Germán Águila es una mezcla de carácter fuerte y de gran sabiduría producto de los años.

Captado en la Academia de los Cuban’s Sugar Kings, Águila estaba a punto de pasar al profesionalismo cuando en 1962 desapareció el béisbol profesional en Cuba. Entonces su camino se enrumbó a Industriales, uno de los equipos capitalinos donde militó por dos décadas y con el que fue campeón en los años 1964, 1965 y 1966, cuando era dirigido por el mítico Ramón Carneado, a quien considera como “el referente principal de todos los managers en Cuba”.

Sin embargo, aunque la imagen más fresca que guardemos de Germán Águila es vistiendo el atuendo de umpire, vale destacar que este hombre está calificado como uno de los grandes defensores de la tercera base en Series Nacionales, dotado de una agilidad extraterrestre para atrapar conexiones. Cuenta que para ello lanzaba una pelota de goma maciza por horas contra la pared, practicaba con la pera de boxeo para ganar reflejos y que su predilección por el billar le ayudó a predecir la trayectoria de la bola.

Amablemente nos recibió en su humilde morada para que los lectores de Play-Off Magazine tengan la posibilidad de conocer interioridades de su extensa carrera deportiva y sus opiniones personales acerca del estado actual del béisbol en nuestro país.

La fanaticada azul lo recuerda como un pelotero sumamente explosivo. Sin embargo, eso era una característica de la época en que jugó. ¿Cree que en la actualidad se manejan esos conceptos?

Para nada, los peloteros de hoy son amigos. Por ejemplo, un pelotero da un jonrón y cuando pasa por una base el jugador del equipo contrario lo saluda con una sonrisa. En mi época eso no pasaba, tu no podías hablar con el contrario ni antes, ni durante el juego, aunque existieran las mejores relaciones.

Nosotros cuando llegábamos al terreno era para jugar, ni soñar que alguno se pusiera a conversar con algún fanático en medio del partido. A los muchachos de hoy yo los he visto oyendo música y hasta bailando en vez de prestarle atención al juego. Nuestros managers nos lo inculcaban, los peloteros éramos como los gallos: aunque fuéramos del mismo patio y nos respetábamos, cuando estábamos en el centro de la valla era para pelear con todo. Los muchachos de hoy tienen una gran calidad deportiva, en muchos casos nos superan a todos nosotros. Pero les falta seriedad, disciplina, entrega y respeto por su profesión.

No es común que un pelotero con resultados se convierta en árbitro, pero en su caso comenzó a impartir justicia en los terrenos casi de forma inmediata después de tu retiro. ¿Cómo asumió el retiro y su nueva función?

Por supuesto que las dos decisiones fueron difíciles, aunque las tomé de una manera muy espontánea. Recuerdo que mi retiro fue exactamente el día 8 de Mayo de 1976. Esa noche en el juego se me fue un rolling relativamente fácil y cuando llegue al banco mi amigo personal y entrenador, Orlando Leroux, me reclamó por ese fallo. Me dijo que eso no me podía pasar porque yo tenía a todos los fanáticos que iban al estadio acostumbrados a coger bolas más difíciles que esa, que fuera pensando en retirarme.

Así entendí que me había llegado el momento, antes de salir a defender en el siguiente inning le mandé un recado al locutor del estadio para que anunciara mi retiro antes de que concluyera el partido. Nadie imagina lo fuerte que es saber que tu carrera deportiva terminó. Pero no deje que me afectara demasiado.

Lo de pasar a ser árbitro fue por una cuestión económica. En aquel entonces yo ya tenía tres hijos y como pelotero ganaba 118 pesos al mes en la plantilla que pertenecía al Ministerio del Interior. En aquella época los peloteros no cobrábamos por jugar pelota, sino por el puesto que teníamos en un centro de trabajo normal. Entonces Iván David me propuso que me convirtiera en árbitro. Saqué la sencilla cuenta de que como árbitro ganaba 480 pesos y honestamente no me lo pensé mucho, porque ese salario sumado a mi oficio de barbero le daría más estabilidad a mi familia. Así que pasé la escuela y comencé a impartir justicia en los terrenos.

En su opinión, ¿qué cualidades son necesarias para ser un buen árbitro?

Lo primero que se necesita, no para ser árbitro sino para hacer cualquier cosa en la vida, es no tener miedo. Si temes hacer algo mejor no lo hagas. Otras cosas que siempre deben tenerse presentes son cuidarse, estudiar y practicar mucho las reglas del juego, siempre estar totalmente concentrado en tu labor. Levantarse todos los días e ir a trabajar en el juego sin darle un significado especial, no importa que sea un play off o algo así, todos los partidos son iguales. Nunca buscar protagonismo, mientras más desapercibido uno pase significa que mejor estás haciendo las cosas. Nosotros somos los policías del terreno y tenemos que comportarnos como tal.

La vida de un umpire está llena de momentos y decisiones difíciles. ¿Alguno en especial que le haya marcado?

Bueno una vez con mucha pena tuve que expulsar del banco a Juan Carlos Robinson, entonces el Primer Secretario del Partido en Santiago de Cuba. El juego era un play off entre los santiagueros y el equipo Granma y lo tuve que mandar para las gradas porque me estaba gritando cosas desde el banco.

Me le acerqué con mucho respeto y le dije: “Señor usted es el dirigente de esta provincia, pero está incitando al público a que me grite y me ofenda. No tengo ningún problema con que lo haga, pero si lo va a hacer, lo hace desde las gradas junto con el público”. Y así fue que lo expulsé. Todos los peloteros se me quedaron mirando impresionados, pero él abandonó el dogout tranquilo y se fue para las gradas, después de eso tuvimos buenas relaciones. Yo cuando me vestía de árbitro me transformaba porque, como nos enseñó Carneado, el respeto engendra respeto.

También me vi forzado dos veces a aplicar fortfait, uno a los Metropolitanos aquí en La Habana y otro a Villa Clara en Camagüey. El primero con los Metros no lo recuerdo muy bien porque fue a principios de los años ochenta, uno de los jugadores protestó una jugada en segunda y a mí me dio la impresión de que quería que lo botara. El manager Pedro Chávez recogió el equipo y no salieron al terreno en el tiempo requerido. Yo apliqué la medida cuando paso el tiempo reglamentario. Conmigo si no había esa falta de respeto que pasó en el último torneo Sub 23 que el juego estuvo parado como 27 minutos.

Pero el segundo fortfait prácticamente se puede decir que me costó la carrera como árbitro. En el primer inning el manager Víctor Mesa salió a discutirle el conteo a “Papito” que era el árbitro que estaba en home y este lo expulsó, pero pasaba el tiempo y Víctor no se iba. Yo, que era el jefe de la cuarteta, fui para allá y le dije: “Familia —Víctor y yo nos decíamos “familia” porque mi segundo apellido es Mesa también y soy de Villa Clara igual—, cálmate que ya te botaron y estamos en el primer inning”. Entonces él me respondió: “No familia, yo no me voy a ir de aquí”. Noté que le estaba faltando el respeto a mi compañero y le dije que si no abandonaba el terreno le tenía que aplicar la medida correspondiente. A lo que él me contestó que yo no tenía valor para cantarle el fortfait, que yo estaba loco si lo hacía.

Por supuesto que me molesté y le respondí que yo tenía valor para ir a buscar a los Cinco Héroes a los Estados Unidos si me lo ordenaban. Así que como yo no iba a tomar una medida con él, le di cinco minutos para que se fuera y no lo hizo. El me siguió repitiendo que yo estaba loco por haber parado el juego, como si me fuera a costar muy cara la acción.

¿En qué sentido esta medida contra el equipo de Villa Clara determinó el final de su carrera?

No me botaron directamente, pero yo soy balawo hace veintiséis años y le pregunté a mis santos y estos no me dijeron nada bueno. A los pocos días me llamaron para que me reuniera con Humberto Rodríguez en el INDER. Allí me dijeron que fuera pensando en el retiro porque yo soy diabético y hacia algún tiempo me había dado un coma de azúcar en el Latino y tenía que cuidarme la salud. Me dejaron trabajar hasta el final de esa temporada y me nombraron comisario técnico, donde he estado ayudando a formar a los nuevos árbitros, siempre tratando de ser más un educador que un juez. Pero hace algún tiempo que no me llaman para trabajar.

El nivel del arbitraje en Cuba es uno de los temas que más polémica genera en la actualidad. ¿Danos tu valoración sobre esto?

Para nadie es un secreto de que el nivel del arbitraje cubano ha caído en picada. Por ejemplo, lo de la zona de strike es escandaloso: los cátchers son los únicos que te pueden echar a perder tu zona, pero así y todo tú tienes que tener concentración total, no apurarte nunca en cantar y definir desde un principio lo que es bola o strike.

Recuerdo que Rogelio García era muy difícil de cantar debido a su repertorio, con él no te podías apurar nunca. Muchas veces luce como si cada uno tuviera su propia zona, cuando en realidad es una sola para todo el mundo: va desde la axila hasta la parte inferior de la rodilla, no es tan complicado en realidad.

También son muy permisivos con la disciplina en el terreno, más de una vez he visto que se les va el partido de las manos. Toda esa violencia que se ve en los terrenos de hoy es culpa de los árbitros que se dejan gobernar por cualquiera. A mí los cátchers no me podían ni mirar para atrás para protestar un conteo y si lo hacían los expulsaba. Por otra parte, estoy muy de acuerdo con el uso de la repetición porque eso le mucha más justicia al juego ya que errar es de humanos y más en nuestra profesión que es muy compleja, y su uso pasa a ser una de las habilidades de los managers, lo cual enriquece tácticamente el juego.

Pero como mismo te digo una cosa, te digo otra sin ánimos de justificar nada. Yo rara vez me pierdo un juego por televisión y te puedo afirmar que hoy los managers y los peloteros se equivocan mucho más que los árbitros. El mismo problema de la zona de strike se aliviaría mucho más si los cátchers no tuvieran tantas deficiencias técnicas a la hora de mascotear, los strikes los convierten en bolas cuando debería de ser todo lo contrario.

Por su parte, los lanzadores dan demasiadas bolas y carecen de velocidad y repertorio para dominar. Ahí te soy honesto, no sé cómo es posible que pase. Pero lo de los managers es inaudito, yo me quedo frío con todas las barbaridades que veo como el manejo del picheo y la tocadera de bola excesiva. Francamente, me encantaría el año que viene irme a aportar mi experiencia y ayudar a Víctor con los Industriales para ver si finalmente ganamos.

Víctor es muy bueno, pero yo me fijaba, cuando yo era árbitro y el empezaba a dirigir, que tiene una forma muy mala de tratar a los atletas, te repito que me encantaría poder aconsejarlo. Toda tarea que sea para bien del béisbol en el país yo estoy dispuesto a cumplirla y a nosotros los veteranos no se nos da el uso debido. No solo yo, ¿cuánto aportarían Ayón a los lanzadores o Lázaro Martínez a los cátchers? Mucho diría yo.

Otra cosa que me parece mal es la estructura de los dieciséis equipos, como están las cosas hoy solo deberían ser seis para que tenga cierto nivel el campeonato

Ya que salió el tema del bajón general del béisbol cubano, tanto a nivel doméstico como internacional. Una de las causas claras de este fenómeno es el de la emigración en masa de los peloteros. ¿Germán, denos su opinión acerca de la importancia de llegar a un acuerdo con la MLB y si le gustaría ver un equipo Cuba Unificado jugando en un Clásico?

Hace alrededor de quince años yo tuve una conversación en el Latino con mi amigo el Dr. Tony Castro acerca de esto y en aquel entonces las cosas no estaban ni cerca de ser como ahora, pero algunos sí lo veíamos venir. Ese día yo le dije que todavía no habían empezado a irse los peloteros Orientales, casi siempre eran de La Habana, Pinar y alguno que otro del resto de las provincias, pero que cuando lo emperezaran a hacer, ahí si la pelota cubana se lo iba a sentir de verdad y así fue.

¿Cómo se arregla esto…? Dejándolos firmar y que después regresen aquí como hacen los músicos, y verás como esto se pone sabroso de verdad. También no tendríamos que soportar que venga cualquier equipo profesional y nos caiga a palos en el Clásico, cuando nosotros tenemos un equipo fuera de Cuba que le disputaría de tu a tu a cualquiera de los fuertes que van a ese torneo. Todo aquel que quiera venir a jugar por Cuba que lo haga, en definitiva, antes de la Revolución era así, y si la Revolución siempre ha sido benévola. Entonces hagamos algo que solo traería bien a todos.

Para terminar, ¿díganos su equipo ideal por posiciones de las Series Nacionales?

Ricardo Lazo como cátcher, Antonio Muñoz en primera, Rey Vicente Anglada en segunda, Omar Linares en tercera, Leonardo Fariñas en el campo corto, en el rigth field Eulogio Osorio, Fermín Laffita en el central y Armando Capiró en el izquierdo. Santiago “Changa” Mederos como pitcher zurdo y Braudilio Vinent como derecho.

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