Cuando Yulieski Gourriel no hizo el máximo esfuerzo para salvaguardar su contrato con el Yokohama DeNa BayStar, muchos se quedaron boquiabiertos, porque básicamente el estelar pelotero cubano le estaba diciendo adiós a $3 millones, una suma que en cualquier parte del mundo, pero sobre todo en Cuba, es una fortuna.

Mientras el equipo de la liga profesional japonesa hacía lo posible por atraer al jugador más codiciado de la isla, Gourriel y su hermano Lourdes Jr. alegaban lesiones —reales, sin duda alguna— que no terminaban de curarse para dilatar su presencia en ese circuito del Pacífico y lograr que les cancelaran el pacto que los ataba al Yokohama.

Pero si esas acciones levantaron un mar de rumores sobre el motivo de no honrar el lucrativo acuerdo, lo que escribió posteriormente Gourriel en su cuenta de Twitter provocó un huracán de especulaciones.

“Por algo pasan las cosas’’, colocó en su cuenta el pelotero el 5 de abril, antes de dejar escapar una frase sugerente entre las tantas de su estela en la red social. “Lo que viene puede ser mejor’’.

Como si fuera poco, Gourriel, quizá el pelotero más visible del momento en la Isla, expresó en La Habana al sitio en la red Yahoo Sports que le encantaría jugar para los Yankees y que su jugador favorito era Alex Rodríguez.

“Este es la aspiración de todos los peloteros, jugar al más alto nivel en el mundo’’, apuntó el infielder de 30 años. “Estamos listos para cuando [las autoridades] digan que tenemos permiso para jugar’’.

¿Qué es lo mejor que puede venir detrás un contrato de $3 millones? La respuesta que muchos se dan, aunque sin base todavía, es la posibilidad de otro contrato más jugoso y el primero que sentaría un precedente enorme en las relaciones de la isla con las Grandes Ligas.

Durante el acto de presentación de Miami como sede del Juego de las Estrellas de las Mayores en el 2017, el Comisionado del Béisbol, Rob Manfred, reconoció a Cuba como una fuente tremenda de talento, pero insistió en que su entidad seguiría al pie de la letra la evolución de las relaciones entre ambos países para seguir el paso de la ley y las orientaciones del Departamento de Estado.

Y claro está, la gran carpa ha estado siguiendo las rondas de conversaciones que tienen lugar en La Habana, otra esfera que igualmente genera toneladas de rumores entre la población antillana.

“Nadie sabe lo qué pasa y todo el mundo opina, que si Gourriel va a firmar con los Yankees, que habrá un acuerdo con las Grandes Ligas y los peloteros irán y vendrán sin problemas’’, expresó una fuente de prensa desde La Habana. “Lo más llamativo es el silencio de la Federación Cubana de Béisbol, que informó en un escueto comunicado del cese del contrato. Gourriel no se manda solo. Algo está pasando, pero la jugada está del lado de USA’’.

Sin embargo, John Blundell, director de relaciones públicas de las Mayores indicó, en un correo electrónico a el Nuevo Herald, que todo lo relacionado con Gourriel y su organización “es solo eso, un rumor’’.

Hace apenas unos días la NBA informó que desarrollaría su primera clínica de básquetbol en la capital cubana, liderada por los futuros miembros del Salón de la Fama, Dikembe Mutombo y Steve Nash; y el propio Manfred reveló que existían planes para llevar juegos de primavera de las Mayores el próximo año.

Las todavía vigentes leyes del embargo económico, sin duda, dificultarían cualquier negocio deportivo donde estén involucrados millones de dólares, pero el nuevo panorama político ha abierto las puertas a temas que antes eran impensables, y a medida de que profundicen las relaciones —apertura de embajadas, inversiones, intercambios— el deporte no dejará de recibir su impacto.

Las autoridades del Instituto Nacional de Deportes (INDER) dicen estar dispuestas a estudiar una eventual incorporación de peloteros cubanos en las Grandes Ligas e, incluso, Antonio Castro Soto del Valle, recién nombrado embajador para lograr el regreso del béisbol a los Juegos Olímpicos, apuntó a la revista de ESPN en entrevista publicada el 6 de febrero que los jugadores “se han ganado el derecho de probarse contra un nivel superior’’.

“Ellos debieran poder hacerlo, sin miedo, y regresar y jugar para el equipo nacional’’, afirmó el hijo de Fidel Castro. “Y de una forma u otra jugar también en la liga cubana. Así nadie pierde. Y no tienen que estar separados de su familia, de sus amigos’’.

Ningún otro deporte como el béisbol ha sido afectado por la —¿ausente?— relación difícil entre Cuba y Estados Unidos, al punto que la Serie Nacional languidece mientras la presencia en Grandes Ligas se consolida.

Cuba se reafirmó como la tercera nación que más aporta peloteros al mejor circuito del mundo, cuando en el pasado Día Inaugural de la temporada 2015 unos 18 antillanos vistieron uniformes de las Mayores, solo superados por los tradicionales contingentes de República Dominicana (83) y Venezuela (65), pero por delante de naciones con tradición como Puerto Rico (13), Canadá, Japón y México (9).

Esa cifra habrá de incrementarse eventualmente ante la potencial elevación de prospectos Rusney Castillo, Dalier Hinojosa y Dariel Alvarez por mencionar algunos de los que se encuentran en las Menores, como ya le ha sucedido a Yasmani Tomás con Arizona, así como los cotizados, aunque todavía jóvenes Yoan Moncada y Yoan López.

Los peloteros de ninguno de los países que están delante o detrás en la lista de las Mayores tienen que enfrentar los escollos —incluso ponen en peligro la vida misma con viajes por vía marítima o fugas en torneos foráneos— que acechan a los cubanos, quienes luego deben establecer residencia en un tercer país y comenzar el tedioso proceso de la agencia libre.

Así y todo, varias fuentes indican que el número de peloteros que han salido de la isla en los últimos años sería cercana a los 500.

“Fui tres veces a Dominicana en el invierno para ver jugadores cubanos, Héctor Olivera, Dian Toscano y Yasmani Tomás, y los tres eran muy buenos’’, expresó Fredi González, manager de los Bravos de Atlanta, quien nació en la Isla. “Creo que si la relación se abre más, y sé que todavía están en la infancia de lo que puede suceder, se verán más y más cubanos [en las Mayores]’’.

Cuando Fidel Castro decidió poner fin a lo que el denominó como “la pelota esclava’’ en 1961 y cerró de un plumazo la tubería humana que comunicaba a Cuba con las Grandes Ligas, la predicción de muchos apuntaba a que en una generación más no quedaría un jugador de la isla en el mejor béisbol del mundo y que el recuerdo de los héroes del pasado se iría borrando para siempre.

Hoy, por el contrario, las posibilidades del contingente cubano en las Mayores son más firmes que nunca antes entre las promesas que se acercan y los establecidos como Yasiel Puig, José Dariel Abreu y Aroldis Chapman. Quizá tenga mucha razón Gourriel cuando escribió que “lo que viene puede ser mejor’’.