No es un error decir que hasta el momento las puertas de Cooperstown han estado más cerradas que abiertas para los peloteros cubanos. En esa villa perteneciente al Condado de Otsego, en Nueva York, se encuentra el Salón de la Fama del beisbol desde 1939 y allí solamente han tenido la fortuna de ingresar cuatro jugadores cubanos: el avileño Tany Pérez (2000), el único que jugó en Grandes Ligas, y Martín Dihigo (1977), Cristóbal Torriente (2007) y José de la Caridad Méndez (2007), promovidos los tres por el Comité Especial de las Ligas Negras.
Sin embargo, existe una lista con varios nombres de peloteros nacidos en la isla con credenciales sólidas para haber ingresado al nicho del beisbol mundial y no lo han logrado, como son, entre otros, Orestes Miñoso, Luis Tiant, Adolfo Luque y Tony Oliva. De ellos mucho se ha escrito sobre sus respectivas ausencias en el Salón de la Fama, pero todo ha quedado en nada, mientras los cubanos amantes al beisbol se sienten impotentes ante la realidad de que en vez de cuatro figuras pudieran ser más en el firmamento.
Pero…, otra luz esperanzadora se abrió el pasado mes, cuando Cooperstown anunció un listado de 19 candidatos para entrar a su templo, entre los que se encuentra el lanzador Liván Hernández, que jugó con los equipos de la Isla de la Juventud en tres Series Nacionales y escapó de un campo de entrenamiento en 1995 en Monterrey, para luego jugar en las Grandes Ligas con nueve equipos hasta su última temporada en 2012, con los Cerveceros de Milwaukee, elenco con el que dejó foja de 3-0 ese año.
Los méritos que influyeron en que se tuviera en cuenta a Liván, de 42 años y entrenador de pitcheo de niños en la actualidad en el Babcock Park de Hialeah, fueron sus 17 temporadas, en las que ganó 178 juegos, perdió 177, trabajó para efectividad de 4.44, abrió 474 encuentros de los 519 que lanzó, tuvo acción en 3189 entradas, en las que logró adjudicarse 1976 ponches y regaló 1066 boletos y su WHIP fue de 1.44.
Su mejor temporada en cuanto a éxitos fue la 2000, cuando militaba con los Gigantes de San Francisco y salió airoso 17 veces, con once fracasos, aunque después logró dos veces ganar 15 desafíos. En 1997, con los Marlins de la Florida, alcanzó su mejor promedio de carreras limpias (3.18) y con los desaparecidos Expos de Montreal fijó su tope de ponches en 2004, con 186.
El 61 de Cuba y de las Mayores, que debutó con 21 años el 24 de septiembre de 1996 ante los Bravos de Atlanta —lanzó tres innings, sin carreras, tres indiscutibles, dos ponches y par de boletos—, fue campeón de la Serie Mundial con los Marlins en 1997, donde además fue el MVP de la final. En 2004 y 2005 participó en el Juego de las Estrellas y recibió el premio Bate de Plata de la Liga Nacional en 2004.
Fue un pitcher muy laborioso, con un brazo fuerte y dispuesto a ayudar siempre a sus equipos, como lo evidencian las tres contiendas consecutivas de 2003 a 2005 en las que quedó líder en innings lanzados en la Nacional y en 2003 y 2004 fue puntero en juegos completos del circuito, además de dominar las Mayores en total de envíos realizados, con 3 927 y 4009, por ese orden.
A pesar de sus estadísticas, reconocimientos y logros, Liván tiene muy remota la posibilidad de ser exaltado al Salón de la Fama en su primer año como candidato, cuando está emulando con jugadores que son serios aspirantes a llevarse el 75 por ciento exigido de los cerca de 430 votos de los electores disponibles de la Asociación de Cronistas de Beisbol de Norteamérica (BBWAA).
Los especialistas coinciden en que como favoritos a engrosar la lista de los inmortales en esta ocasión aparecen el antesalista de los Bravos de Atlanta Chipper Jones y el inicialista y bateador designado Jim Thome, además de otras propuestas que no pueden ser descartadas como Barry Bonds, Roger Clemens, Omar Vizquel, Chris Carpenter, Trevor Hoffman, Vladimir Guerrero y Edgar Martínez. Las papeletas deben ser devueltas a más tardar el 31 de diciembre y los resultados serán anunciados el 24 de enero del año próximo.
Sin embargo, existe una lista con varios nombres de peloteros nacidos en la isla con credenciales sólidas para haber ingresado al nicho del beisbol mundial y no lo han logrado, como son, entre otros, Orestes Miñoso, Luis Tiant, Adolfo Luque y Tony Oliva. De ellos mucho se ha escrito sobre sus respectivas ausencias en el Salón de la Fama, pero todo ha quedado en nada, mientras los cubanos amantes al beisbol se sienten impotentes ante la realidad de que en vez de cuatro figuras pudieran ser más en el firmamento.
Pero…, otra luz esperanzadora se abrió el pasado mes, cuando Cooperstown anunció un listado de 19 candidatos para entrar a su templo, entre los que se encuentra el lanzador Liván Hernández, que jugó con los equipos de la Isla de la Juventud en tres Series Nacionales y escapó de un campo de entrenamiento en 1995 en Monterrey, para luego jugar en las Grandes Ligas con nueve equipos hasta su última temporada en 2012, con los Cerveceros de Milwaukee, elenco con el que dejó foja de 3-0 ese año.
Los méritos que influyeron en que se tuviera en cuenta a Liván, de 42 años y entrenador de pitcheo de niños en la actualidad en el Babcock Park de Hialeah, fueron sus 17 temporadas, en las que ganó 178 juegos, perdió 177, trabajó para efectividad de 4.44, abrió 474 encuentros de los 519 que lanzó, tuvo acción en 3189 entradas, en las que logró adjudicarse 1976 ponches y regaló 1066 boletos y su WHIP fue de 1.44.
Su mejor temporada en cuanto a éxitos fue la 2000, cuando militaba con los Gigantes de San Francisco y salió airoso 17 veces, con once fracasos, aunque después logró dos veces ganar 15 desafíos. En 1997, con los Marlins de la Florida, alcanzó su mejor promedio de carreras limpias (3.18) y con los desaparecidos Expos de Montreal fijó su tope de ponches en 2004, con 186.
El 61 de Cuba y de las Mayores, que debutó con 21 años el 24 de septiembre de 1996 ante los Bravos de Atlanta —lanzó tres innings, sin carreras, tres indiscutibles, dos ponches y par de boletos—, fue campeón de la Serie Mundial con los Marlins en 1997, donde además fue el MVP de la final. En 2004 y 2005 participó en el Juego de las Estrellas y recibió el premio Bate de Plata de la Liga Nacional en 2004.
Fue un pitcher muy laborioso, con un brazo fuerte y dispuesto a ayudar siempre a sus equipos, como lo evidencian las tres contiendas consecutivas de 2003 a 2005 en las que quedó líder en innings lanzados en la Nacional y en 2003 y 2004 fue puntero en juegos completos del circuito, además de dominar las Mayores en total de envíos realizados, con 3 927 y 4009, por ese orden.
A pesar de sus estadísticas, reconocimientos y logros, Liván tiene muy remota la posibilidad de ser exaltado al Salón de la Fama en su primer año como candidato, cuando está emulando con jugadores que son serios aspirantes a llevarse el 75 por ciento exigido de los cerca de 430 votos de los electores disponibles de la Asociación de Cronistas de Beisbol de Norteamérica (BBWAA).
Los especialistas coinciden en que como favoritos a engrosar la lista de los inmortales en esta ocasión aparecen el antesalista de los Bravos de Atlanta Chipper Jones y el inicialista y bateador designado Jim Thome, además de otras propuestas que no pueden ser descartadas como Barry Bonds, Roger Clemens, Omar Vizquel, Chris Carpenter, Trevor Hoffman, Vladimir Guerrero y Edgar Martínez. Las papeletas deben ser devueltas a más tardar el 31 de diciembre y los resultados serán anunciados el 24 de enero del año próximo.