José Adolis García cargó en sus espaldas al equipo cubano, y con un imparable decisivo en el inning 11, lo hizo descansar la noche del viernes con el boleto a la ronda de semifinales en la Serie del Caribe de Béisbol, con sede en Santo Domingo, República Dominicana hasta el domingo 7 de febrero.
Y sí, de la noche a la mañana y al ritmo de tensiones y adrenalina por doquier durante 4 horas y 55 minutos, la fiera se desencadenó, el orgullo superó al hastío de tres jornadas adversas, y solo en una dio la gloria y escribió con letras mayúsculas que: “el campeón aún está defendiendo su corona”.
Se trata de no solo rememorar la hombrada que elaboró la tropa de Alfonso Urquiola hace casi 365 días, sino, escribir una nueva, parecida y convincente para orgullo nuestro.
Pero tan solo una de tres batallas más fue ganada en Quisqueya, y aunque se disfrutó la reacción y como se impuso bajo verdadera presión nuestra escuadra rojiblanca, fue apenas el desafío que nos dio la posibilidad de medirnos en el cruce de los cuatro mejores.
Fue un desafío en donde no había mañana para el perdedor. Y le tocó salir por la puerta estrecha al animador anfitrión, que no pudo ganar y se fue con fracaso de (0-4).
Tres partidos perdidos por una carrera, y este último por dos; le faltó el remate a la tropa quisqueyana, que colmada con un roster para salir de favorito, tiene que conformarse con ver las semifinales del clásico caribeño desde los palcos.
Es que Vladimir García lanzó el más memorable juego de su carrera, y –en el plano personal– lo vi por primera vez disertando con todo su repertorio.
Cada disparo parecía ser a su peor enemigo, pero con tanta sangre fría como un cazador, que marcó su territorio desde el inicio, siendo dueño y señor del montículo.
Mezcló de todo, se sintió como nunca, disfrutó cada enfrentamiento y reinó viendo pasar en una y otra ocasión a los bateadores frustrados.
Simplemente cuando hay pitcheo, no hay bateo. Cuando hay corazón, no hay nada que perder.
Hoy lanzó el Vladimir que siempre he querido ver, lo confieso. Porque siempre he visto en él –y sé que no soy el único– todas las características posibles que pueda unir un pelotero para ser un lanzador grandioso.
No obstante, dominicana no fue fácil de detener. La clave fundamental para García, constituyó en sacar el out bueno, ese que neutraliza al rival y no le admite pasar sobre el home.
En tanto, Cuba gozó de la ventaja que no pudo tener en días pasados, que fue salir delante en el marcador.
Y, Yeniet Pérez hizo lo que no pudo Yoelvis Fis en la misma situación: traer la carrera.
Pérez, aprovechó al zurdo Edwar Cabrera, y con dos outs le disparó un largo doblete al canal izquierdo y central, que de momento puso a Cuba delante en el segundo acto por primera ocasión en un juego desde su debut el 2 de febrero pasado.
Pero la ventaja duró poco, ya que los locales –al ritmo de merengue en las gradas del majestuoso Quisqueya-Juan Marichal– doblaron el ramillete cubano con solo swing de Wilkin Castillo, que resultó un doble de dos carreras al bosque izquierdo.
El segundo inning siguió siendo la pesadilla en reposición del pitcheo cubano.
Así se mantuvo el pizarrón, donde pulularon las amenazas, y ninguna llegó a su clímax, aun cuando hubo una oleada de posibilidades.
Los Leones del Escogido desperdiciaron par de momentos, cuando no pudieron anotar ni en el cuarto ni quinto episodio dejando en ambos las almohadillas repletas.
Sin embargo, todo aquedó en amenazar… Vladimir se calentó.
“El cañón de la trocha”, como le llaman en Cuba, lanzó 5 inning, ponchó a 4, y regaló dos pasaportes. Si abandonó la lomita con 93 pitcheos, fue porque se lastimó el tobillo intentando atrapar una conexiones que iba por el centro del terreno.
Con el León aguantado, Stayler Hernández empalmó un largo triple a la banda derecha, y elevado de sacrificio de Yulieski Gurriel tejió el abrazo a (1-1). …
Desde ahí, se desató una madeja de ceros, por donde pasaron Miguel Lahera, Yeinier Cano y José Ángel García.
La decisiva vino a (la baja del décimo primer episodio) donde Fernando Rodney dio vida a Yosvani Alarcón hasta segunda. Boleto a Guillermo Avilés, y toque de Yurisbel Gracial repletó los cojines.
Lourdes Gourriel y Ariel Borrero cedieron en su cita con la historia, a base de ponches del estelar cerrador.
Rodney, tras dos outs, se vio forzado abandonar por molestias, y Rafael Soriano se hizo cargo del panorama.
La situación era de vida o muerte. Pero con solo alcanzar un out Soriano, mandaba este juego a la entrada #12; pero no fue así.
Se enfrentó al atlético jardinero natural de la franela caribeña, José Adolis, quien no vio mucho y con el primer pitcheo –una recta de 89 millas– disparó un cohete al jardín central y prácticamente sentenció el juego por 4-2.
El veterano ex cerrador de Grandes Ligas, fue sacudido por día consecutivo, donde bloqueó par de salvamentos en su entrada al juego –antes de lanzarle a un quinto bateador.
A la mayor de las Antillas solo le quedaba sacar a tres bateadores con dos carreras de ventaja.
La bola se la dieron a Yeinnier Cano, pero este soltó cuatro pelotas sin tino, si sentido del momento histórico.
No soportó la presión del momento, y entonces hubo que acudir a un guerrero sin fronteras, un lanzador acostumbrado a manejar situaciones comprometedoras, y a sostener en sus manos –con su calibre- la valía de mantener a toda costa la ventaja –sea holgada o mínima.
A García le tocaron la bola, y acto seguido Lew Ford se ponchó en cuenta de 1 bolas strikes.
¡Ya están los cruces! Donde de manera peculiar, cada novena tiene que saber que lo que venga a partir de ahora es borrón y cuenta nueva.
La historia queda en sus manos.
Y sí, de la noche a la mañana y al ritmo de tensiones y adrenalina por doquier durante 4 horas y 55 minutos, la fiera se desencadenó, el orgullo superó al hastío de tres jornadas adversas, y solo en una dio la gloria y escribió con letras mayúsculas que: “el campeón aún está defendiendo su corona”.
Se trata de no solo rememorar la hombrada que elaboró la tropa de Alfonso Urquiola hace casi 365 días, sino, escribir una nueva, parecida y convincente para orgullo nuestro.
Pero tan solo una de tres batallas más fue ganada en Quisqueya, y aunque se disfrutó la reacción y como se impuso bajo verdadera presión nuestra escuadra rojiblanca, fue apenas el desafío que nos dio la posibilidad de medirnos en el cruce de los cuatro mejores.
Fue un desafío en donde no había mañana para el perdedor. Y le tocó salir por la puerta estrecha al animador anfitrión, que no pudo ganar y se fue con fracaso de (0-4).
Tres partidos perdidos por una carrera, y este último por dos; le faltó el remate a la tropa quisqueyana, que colmada con un roster para salir de favorito, tiene que conformarse con ver las semifinales del clásico caribeño desde los palcos.
Es que Vladimir García lanzó el más memorable juego de su carrera, y –en el plano personal– lo vi por primera vez disertando con todo su repertorio.
Cada disparo parecía ser a su peor enemigo, pero con tanta sangre fría como un cazador, que marcó su territorio desde el inicio, siendo dueño y señor del montículo.
Mezcló de todo, se sintió como nunca, disfrutó cada enfrentamiento y reinó viendo pasar en una y otra ocasión a los bateadores frustrados.
Simplemente cuando hay pitcheo, no hay bateo. Cuando hay corazón, no hay nada que perder.
Hoy lanzó el Vladimir que siempre he querido ver, lo confieso. Porque siempre he visto en él –y sé que no soy el único– todas las características posibles que pueda unir un pelotero para ser un lanzador grandioso.
No obstante, dominicana no fue fácil de detener. La clave fundamental para García, constituyó en sacar el out bueno, ese que neutraliza al rival y no le admite pasar sobre el home.
En tanto, Cuba gozó de la ventaja que no pudo tener en días pasados, que fue salir delante en el marcador.
Y, Yeniet Pérez hizo lo que no pudo Yoelvis Fis en la misma situación: traer la carrera.
Pérez, aprovechó al zurdo Edwar Cabrera, y con dos outs le disparó un largo doblete al canal izquierdo y central, que de momento puso a Cuba delante en el segundo acto por primera ocasión en un juego desde su debut el 2 de febrero pasado.
Pero la ventaja duró poco, ya que los locales –al ritmo de merengue en las gradas del majestuoso Quisqueya-Juan Marichal– doblaron el ramillete cubano con solo swing de Wilkin Castillo, que resultó un doble de dos carreras al bosque izquierdo.
El segundo inning siguió siendo la pesadilla en reposición del pitcheo cubano.
Así se mantuvo el pizarrón, donde pulularon las amenazas, y ninguna llegó a su clímax, aun cuando hubo una oleada de posibilidades.
Los Leones del Escogido desperdiciaron par de momentos, cuando no pudieron anotar ni en el cuarto ni quinto episodio dejando en ambos las almohadillas repletas.
Sin embargo, todo aquedó en amenazar… Vladimir se calentó.
“El cañón de la trocha”, como le llaman en Cuba, lanzó 5 inning, ponchó a 4, y regaló dos pasaportes. Si abandonó la lomita con 93 pitcheos, fue porque se lastimó el tobillo intentando atrapar una conexiones que iba por el centro del terreno.
Con el León aguantado, Stayler Hernández empalmó un largo triple a la banda derecha, y elevado de sacrificio de Yulieski Gurriel tejió el abrazo a (1-1). …
Desde ahí, se desató una madeja de ceros, por donde pasaron Miguel Lahera, Yeinier Cano y José Ángel García.
La decisiva vino a (la baja del décimo primer episodio) donde Fernando Rodney dio vida a Yosvani Alarcón hasta segunda. Boleto a Guillermo Avilés, y toque de Yurisbel Gracial repletó los cojines.
Lourdes Gourriel y Ariel Borrero cedieron en su cita con la historia, a base de ponches del estelar cerrador.
Rodney, tras dos outs, se vio forzado abandonar por molestias, y Rafael Soriano se hizo cargo del panorama.
La situación era de vida o muerte. Pero con solo alcanzar un out Soriano, mandaba este juego a la entrada #12; pero no fue así.
Se enfrentó al atlético jardinero natural de la franela caribeña, José Adolis, quien no vio mucho y con el primer pitcheo –una recta de 89 millas– disparó un cohete al jardín central y prácticamente sentenció el juego por 4-2.
El veterano ex cerrador de Grandes Ligas, fue sacudido por día consecutivo, donde bloqueó par de salvamentos en su entrada al juego –antes de lanzarle a un quinto bateador.
A la mayor de las Antillas solo le quedaba sacar a tres bateadores con dos carreras de ventaja.
La bola se la dieron a Yeinnier Cano, pero este soltó cuatro pelotas sin tino, si sentido del momento histórico.
No soportó la presión del momento, y entonces hubo que acudir a un guerrero sin fronteras, un lanzador acostumbrado a manejar situaciones comprometedoras, y a sostener en sus manos –con su calibre- la valía de mantener a toda costa la ventaja –sea holgada o mínima.
A García le tocaron la bola, y acto seguido Lew Ford se ponchó en cuenta de 1 bolas strikes.
¡Ya están los cruces! Donde de manera peculiar, cada novena tiene que saber que lo que venga a partir de ahora es borrón y cuenta nueva.
La historia queda en sus manos.