La lista de grandes peloteros cubanos de las últimas décadas que vienen a recibir homenajes en Miami creció este viernes con dos ilustres nombres: Pedro Luis Lazo y Luis Ulacia.
Ambos son representantes de quizá el último momento importante de las Series Nacionales, cuando Cuba era capaz de formar una selección nacional capaz de imponer respeto, a base de triunfos, en el ámbito internacional.
"Tanto Lazo como Ulacia forman parte de una generación histórica que ganó campeonatos del mundo y Juegos Olímpicos'', expresó Osvaldo Pérez, quien al frente de la empresa El Reencuentro, ha sido el responsable, junto al periodista Yasel Porto, de traer a las viejas glorias de la isla. "Esperamos que los fanáticos que tanto disfrutaron con ellos sepan apreciar lo que significaron para el béisbol''.
El lanzador de Pinar del Río y el versátil pelotero de Camaguey tendrán la oportunidad de compartir con sus seguidores el sábado 19 de septiembre en el Doral Reception Hall (10395 NW, 41 ST, Suite 235) a las 8:30 pm.
Conocido como el Rascacielos o como más le gusta a él, Jíbaro, Lazo está considerado entre los mejores serpentineros cubanos de las pasadas seis décadas al punto de ser el máximo ganador en Series Nacional (257) es y el segundo histórico en ponches (2,426).
Lo mismo como abridor que elevista, Lazo -el único en el mundo con cuatro finales olímpicas- se convirtió en el hombre más seguro del pitcheo de las escuadras nacionales y su presencia en el montículo, unida a su estatura de torre, intimidaban a los bateadores.
Lo mismo como abridor que relevista, Lazo -el único en el mundo con cuatro finales olímpicas- se convirtió en el hombre más seguro del pitcheo de las escuadras nacionales y su presencia en el montículo, unida a su estatura de torre, intimidaban a los bateadores.
Baste decir que en el 2010 se retiró de manera oficial, pero un año después marchaba como entrenador de los Piratas de Campacha y terminó como parte del pitcheo de ese conjunto mexicano.
Ulacia, por su parte, era un pelotero integral, que jugaba varias posiciones y sin poseer un poder de miedo terminó con promedio de por vida de .314 en 21 temporadas, además de destacar por su estilo agresivo dentro del terreno.
Pero si Ulacia dejó una huella en Cuba mejor le fue en torneos internacionales, en los cuales -siempre como primer o segundo bate en el lineup- conectó para .388 para situarse entre los mejores de todos los tiempos.
Los orígenes de El Jonronazo se remontan al 2012, cuando Porto concibió el formato del evento como una manera de mezclar el béisbol con el humor en el Centro Cultural Fresa y Chocolate, en El Vedado, en La Habana.
Ambos son representantes de quizá el último momento importante de las Series Nacionales, cuando Cuba era capaz de formar una selección nacional capaz de imponer respeto, a base de triunfos, en el ámbito internacional.
"Tanto Lazo como Ulacia forman parte de una generación histórica que ganó campeonatos del mundo y Juegos Olímpicos'', expresó Osvaldo Pérez, quien al frente de la empresa El Reencuentro, ha sido el responsable, junto al periodista Yasel Porto, de traer a las viejas glorias de la isla. "Esperamos que los fanáticos que tanto disfrutaron con ellos sepan apreciar lo que significaron para el béisbol''.
El lanzador de Pinar del Río y el versátil pelotero de Camaguey tendrán la oportunidad de compartir con sus seguidores el sábado 19 de septiembre en el Doral Reception Hall (10395 NW, 41 ST, Suite 235) a las 8:30 pm.
Conocido como el Rascacielos o como más le gusta a él, Jíbaro, Lazo está considerado entre los mejores serpentineros cubanos de las pasadas seis décadas al punto de ser el máximo ganador en Series Nacional (257) es y el segundo histórico en ponches (2,426).
Lo mismo como abridor que elevista, Lazo -el único en el mundo con cuatro finales olímpicas- se convirtió en el hombre más seguro del pitcheo de las escuadras nacionales y su presencia en el montículo, unida a su estatura de torre, intimidaban a los bateadores.
Lo mismo como abridor que relevista, Lazo -el único en el mundo con cuatro finales olímpicas- se convirtió en el hombre más seguro del pitcheo de las escuadras nacionales y su presencia en el montículo, unida a su estatura de torre, intimidaban a los bateadores.
Baste decir que en el 2010 se retiró de manera oficial, pero un año después marchaba como entrenador de los Piratas de Campacha y terminó como parte del pitcheo de ese conjunto mexicano.
Ulacia, por su parte, era un pelotero integral, que jugaba varias posiciones y sin poseer un poder de miedo terminó con promedio de por vida de .314 en 21 temporadas, además de destacar por su estilo agresivo dentro del terreno.
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