La línea salió con una solidez que habría asustado a cualquiera, pero en tercera base, como siempre, estaba Gabriel Pierre, quien atrapó el batazo con una naturalidad que arrancó aplausos a los fanáticos.

“Como si todavía estuviera en Santiago de Cuba’’, comentó un aficionado en el Juego del Reencuentro de las estrellas antillanas celebrado el fin de semana, pero Pierre no estaba en Santiago sino en Hialeah y con el sueño de iniciar una nueva vida.

El robusto antesalista de los equipos orientales y nacionales será recordado siempre por su juego intenso en 18 temporadas en las cuales conectó 306 jonrones, 1,577 hits, 1,043 impulsadas y terminó con un porcentaje de fildeo de .956.

Ahora en Miami intenta reconstruir su vida y atar recuerdos que hasta se le iban olvidando.

Todavía estás fresquito de Cuba, ¿cómo son tus días aquí?

“Llevo nada más dos meses y medio, y de verdad que me han dado un recibimiento muy grande mis amigos de siempre, los peloteros de mis tiempos. Así que me siento como si esta hubiera sido mi casa de siempre’’.

¿Cuáles son tus planes de vida?

“Quisiera trabajar en lo mío, que es enseñar y espero con la ayudo de esos mismos amigos insertarme en el sistema de ayudar a los niños y jóvenes. Creo que soy buen maestro del béisbol y sólo deseo que me den la oportunidad de demostrarlo’’.

¿Qué te parece la explosión de cubanos en las Mayores?

“Increíble. Han decidido ser parte del mejor béisbol del mundo, porque en mis tiempos no teníamos esas opciones, pero ellos las han tenido y se han buscado la posibilidad de jugar. Lo principal es que pudieron decidir lo que querían hacer con su vida’’.

¿Te imaginaste alguna vez en Grandes Ligas?

“No te voy a mentir. Yo no pensé, porque mi mente no estaba en eso. Yo vivía de una manera sana, muy simple, sin voltear la cabeza a otros lados, pero si pudiera montarme en una Máquina del Tiempo y volver 20 años atrás…si quisiera mi hermano’’.

Y tu generación era muy talentosa.

“Mi generación tenía muy buenos peloteros. Esta es excelente, pero cuando yo jugaba había unos cuantos caballos que podían al mejor nivel que existiera, sin ser segundos de nadie’’.

Uno de ellos era Antonio Pacheco, quien vive en Tampa.

“He hablado con él y por supuesto siempre con el mismo cariño de siempre’’.

¿Cómo fueron tus últimos tiempos en Cuba?

“Muy tristes. Muchos peloteros que dimos todo por nuestra provincia y por Cuba, pues no se acordaban de nosotros, no te atendían. Tenía que estar atrás de ellos [los dirigentes]. Y esto no es hablar de política, pero la verdad es que me tenían abandonado. Uno allá se va olvidando hasta de uno mismo. Aquí al menos está Youtube para recordar’’.