El béisbol para los cubanos es pasión, identidad y espectáculo. Ello explica la expectación de los amantes del deporte por la llegada este viernes a La Habana de una delegación de la Confederación de Béisbol Profesional del Caribe, que se reunirá con autoridades deportivas para analizar el reingreso de Cuba a la Serie del Caribe.
Según varios especialistas, el conocido torneo de nuestra región —convoca anualmente a los campeones de las ligas invernales de Venezuela, Puerto Rico, República Dominicana y México— necesita recobrar la salud de antaño y cambios urgentes en su programación y estructura, de ahí que los ejecutivos de la organización caribeña han apostado por Cuba como principal ingrediente a la sazón de esta Serie, como ya lo hicieron con Corea, invitado a la edición del próximo año.
Se ha dejado entrever que la propuesta concreta sería la posible participación de nuestro béisbol en el certamen del 2013 —Cuba fue su fundadora en 1949—, previsto para la ciudad mexicana de Hermosillo, semanas antes del Tercer Clásico Mundial de Béisbol, para el cual ya está clasificada la novena de la Isla.
En un artículo publicado recientemente por el sitio digital del semanario JIT, se dejó entrever la conveniencia o no de paralizar la serie cubana de béisbol por espacio de 15 días o más solo para tomar parte en esa justa, al tiempo que lanzó la idea de una nueva fecha (mayo o junio) para celebrar dicho certamen caribeño.
Para otros especialistas cubanos, ante la desaparición o exclusión del béisbol de varias competencias internacionales, se impone adoptar decisiones que contribuyan a elevar la calidad de nuestro deporte nacional y su nivel competitivo mediante una fórmula viable.
Es cierto que a primera vista resulta complicado encontrar todos los ángulos del diamante, pero sin duda, la inclusión de nuestros peloteros en la Serie del Caribe constituirá una oportunidad para medir las perspectivas de nuestra pelota en un medio altamente marcado por la mercantilización del deporte.
Por mucho tiempo, el béisbol cubano fue considerado el mejor del mundo. Sin embargo, esto ha cambiado con la entrada de jugadores profesionales a los principales eventos. Las derrotas en los tres últimos campeonatos mundiales, en dos Juegos Olímpicos (Sidney 2000 y Beijing 2008) y, después de 40 años de dominio absoluto en los Juegos Panamericanos de Guadalajara 2011, demuestran la necesidad de mayor fogueo internacional, en especial contra rivales de calidad.
Si a eso sumamos, que el campeonato del orbe en Panamá el año pasado fue el último organizado por la Federación Internacional de Béisbol y que los Juegos Olímpicos ya no cuentan con la presencia de la pelota en su calendario, lo que va quedando cada cuatro años es solo el Clásico Mundial como la única lid de nivel.
Se impone entonces escuchar la propuesta de los directivos de la Serie del Caribe, en función de ganar una parte del terreno perdido y contar con otra opción de topes para nuestros peloteros, sin que ello implique renunciar a ninguno de los principios que sustentan el desarrollo del deporte cubano, y en especial de su béisbol.
Puede ser una buena oportunidad que agradecerían también las naciones que participan en lo que algunos llamaron en un momento la Serie Mundial del Caribe.
Según varios especialistas, el conocido torneo de nuestra región —convoca anualmente a los campeones de las ligas invernales de Venezuela, Puerto Rico, República Dominicana y México— necesita recobrar la salud de antaño y cambios urgentes en su programación y estructura, de ahí que los ejecutivos de la organización caribeña han apostado por Cuba como principal ingrediente a la sazón de esta Serie, como ya lo hicieron con Corea, invitado a la edición del próximo año.
Se ha dejado entrever que la propuesta concreta sería la posible participación de nuestro béisbol en el certamen del 2013 —Cuba fue su fundadora en 1949—, previsto para la ciudad mexicana de Hermosillo, semanas antes del Tercer Clásico Mundial de Béisbol, para el cual ya está clasificada la novena de la Isla.
En un artículo publicado recientemente por el sitio digital del semanario JIT, se dejó entrever la conveniencia o no de paralizar la serie cubana de béisbol por espacio de 15 días o más solo para tomar parte en esa justa, al tiempo que lanzó la idea de una nueva fecha (mayo o junio) para celebrar dicho certamen caribeño.
Para otros especialistas cubanos, ante la desaparición o exclusión del béisbol de varias competencias internacionales, se impone adoptar decisiones que contribuyan a elevar la calidad de nuestro deporte nacional y su nivel competitivo mediante una fórmula viable.
Es cierto que a primera vista resulta complicado encontrar todos los ángulos del diamante, pero sin duda, la inclusión de nuestros peloteros en la Serie del Caribe constituirá una oportunidad para medir las perspectivas de nuestra pelota en un medio altamente marcado por la mercantilización del deporte.
Por mucho tiempo, el béisbol cubano fue considerado el mejor del mundo. Sin embargo, esto ha cambiado con la entrada de jugadores profesionales a los principales eventos. Las derrotas en los tres últimos campeonatos mundiales, en dos Juegos Olímpicos (Sidney 2000 y Beijing 2008) y, después de 40 años de dominio absoluto en los Juegos Panamericanos de Guadalajara 2011, demuestran la necesidad de mayor fogueo internacional, en especial contra rivales de calidad.
Si a eso sumamos, que el campeonato del orbe en Panamá el año pasado fue el último organizado por la Federación Internacional de Béisbol y que los Juegos Olímpicos ya no cuentan con la presencia de la pelota en su calendario, lo que va quedando cada cuatro años es solo el Clásico Mundial como la única lid de nivel.
Se impone entonces escuchar la propuesta de los directivos de la Serie del Caribe, en función de ganar una parte del terreno perdido y contar con otra opción de topes para nuestros peloteros, sin que ello implique renunciar a ninguno de los principios que sustentan el desarrollo del deporte cubano, y en especial de su béisbol.
Puede ser una buena oportunidad que agradecerían también las naciones que participan en lo que algunos llamaron en un momento la Serie Mundial del Caribe.