Una pelota, nueve jugadores sobre el campo y un bate como única herramienta. Eso es el béisbol, un deporte que se diferencia del resto de disciplinas que cuentan con una esfera como protagonista en sus posibilidades de potenciar habilidades centradas en la repetición y la práctica constante. Hasta nueve oportunidades tienen los jugadores de ambos equipos para demostrar su superioridad en el juego, algo impensable en deportes como el fútbol o el baloncesto. Además, al igual que en algunos de los deportes mentales más exigentes, es de vital importancia la concentración y el fortalecimiento de la mente, ya que los jugadores se enfrentan cara a cara de manera individual.

Esto, unido a un constante cambio por parte de los jugadores en las posiciones de ataque y defensa, convierten al béisbol en una disciplina deportiva con una esencia propia y única en el mundo del deporte.

Nuestro país es el que más campeonatos ha ganado en la historia, mientras que Japón es el que presenta una mayor difusión social incluyéndolo como actividad complementaria en las escuelas desde los niveles más elementales. Con todo, en el imaginario popular el béisbol suele ser considerado como un deporte puramente estadounidense, una idea que se ha visto potenciada por el especial interés que la industria cinematográfica ha puesto en él. Expertos en llevar a la pequeña y a la gran pantalla todo tipo de temáticas, los directores de Hollywood cuentan en su haber con grandes títulos relacionados con nuestro deporte rey.

La aparición del béisbol en estas producciones audiovisuales puede ser muy sutil o captar la totalidad de la cinta, conformándose como su propia esencia narrativa. Este es el caso de Moneyball, estrenada en 2011 y televisada en los últimos años por la televisión cubana en al menos dos ocasiones.

La cinta, dirigida por Bennett Miller, escrita por Steven Zaillian y Aaron Sorkin, y protagonizada por Brad Pitt, Robin Wright, Jonah Hill y el desaparecido Philip Seymour Hoffman, narra la historia real de Billy Beane, gerente de los Oakland Athletics. Este exjugador de béisbol debe hacer frente a cómo los grandes equipos de recursos monetarios ilimitados se llevan a sus mejores jugadores, lo que trunca su ambición de llevar a su equipo a lo más alto.

Afortunadamente, en el camino de Beane se cruza el economista Peter Brand, un joven graduado en la prestigiosa universidad de Yale y que tiene una metodología muy diferente para evaluar a los jugadores. Atraído por este nuevo enfoque, Beane decide seguir sus consejos durante la temporada de 2002. Como todo en esta vida, las teorías del joven economista no dieron sus frutos de manera inmediata y los resultados de los primeros partidos de la temporada fueron francamente decepcionantes, algo por lo que Beane fue fuertemente criticado, tanto por la directiva del propio equipo, como por sus seguidores y los medios de comunicación.

Con el paso del tiempo, los Oakland Athletics mejoraron en su juego y llegaron a establecer el record de la liga americana con 20 victorias consecutivas. El éxito del nuevo sistema ideado por Brand le valió a Beane el ser seleccionado por los Red Sox de Boston para ocupar el puesto de nuevo gerente general con un salario cercano a los 13 millones de dólares. Lo más interesante de la película es que está basada en hechos reales, recogidos a su vez en el libro Moneyball: the art of winning an unfair game, escrito por Michael Lewis en 2003.

Del mismo año que la novela de Lewis es otra de las grandes producciones centradas en el universo del béisbol. Se trata de la cinta dirigida por John Lee Hancock bajo el título de The Rookie y que narra la historia de un exjugador de béisbol que tras no haber triunfado en su juventud en las ligas menores se reconvierte en profesor de química en un instituto. Con todo Jim, que así se llama el protagonista, sigue unido al béisbol a través de su papel de entrenador en el instituto en el que da clase, con el que llega a un acuerdo: si ganan el campeonato regional, deberá presentarse a las pruebas de acceso de un equipo de primera categoría.

Contra todo pronóstico, el equipo gana el campeonato y Jim se ve obligado a cumplir con su parte del trato, lo que lo lleva a enfrentarse en las pruebas a jugadores que lo menosprecian por su edad. Sin embargo, Jim pronto demuestra sus capacidades para el juego y es fichado por los Devil Rays, un equipo de Tampa que le ofrece la oportunidad de demostrar su valía en el campo 15 años después de abandonar su sueño de triunfar en este deporte. Una historia de superación que retrata la realidad de más de un jugador en la actualidad.

Además de un papel protagónico, como en estos dos casos, el béisbol también ha sido empleado por los cineastas como mecanismo de unión entre personajes en diferentes ocasiones. Así, aunque el deporte en sí no es el sustento de la trama sí cumple con una función narrativa importante. Tal es el caso de la película Más allá del cielo, en la que el personaje de Zac Efron puede reencontrase con su hermano pequeño fallecido para practicar juntos su deporte favorito, que no es otro que el béisbol. Más felices son las apariciones de nuestro deporte en series como Sex and the city o Modern Family. En la primera Carrie, la protagonista, es la afortunada de hacerse con una de las bolas en un partido.

Al finalizar del encuentro, bajará al vestuario para que se la firmen y entre ella y el jugador surgirá uno de los flechazos a los que la serie tiene acostumbrados a sus espectadores. En la segunda, Jay enseña a su hijo pequeño a lanzar de una manera un tanto peculiar por su dolencia en el hombro.

Como vemos, el béisbol es más que un simple deporte, es un nexo de unión entre personas, un sueño que se puede materializar o incluso un pretexto para encontrar el amor; el séptimo arte se ha encargado de demostrárnoslo.