Podían existir diversas maneras de despedir el 2014 en la arena deportiva, pero que fuera el béisbol el encargado del epílogo del calendario, en Bayamo, expresa una conexión con la historia y la nacionalidad cubana, que inspira y motiva a emprender el futuro.
La Ciudad Monumento acogió a las estrellas activas, seleccionadas por votación popular, a la cual le hace falta en aras de la justeza y del reconocimiento a los que más se destacan, un toque de intencionalidad desde las autoridades beisboleras para que no queden fuera jugadores como el joven capitalino Yunier Díaz, quien apunta a novato del año y ni siquiera estuvo en la planilla para la escogencia.
Pero también hospedó a quienes por años entregaron esfuerzo y sudor sobre el terreno vistiendo a la pelota cubana con sus mejores galas. El juego de veteranos convocó a la nostalgia de aquellos años en que teníamos en cada posición más de cinco peloteros que podían vestir las franelas del equipo Cuba. Igual pasaba en el boxeo o en las selecciones de voleibol, el judo, la lucha o en varias de las disciplinas del atletismo. ¿Se hacía más deporte antes que ahora?
La respuesta habría que buscarla en la intención que la actividad deportiva ha de tener donde está su más preciado tesoro, en el barrio y en las escuelas. Si Cuba alcanzó la condición de potencia mundial es porque fortaleció esos ámbitos y porque en ellos puso el talento profesional que preparó en la escuela de profesores de educación física, la cual no tardó en convertirse en la Universidad del Deporte, con un alto rigor científico.
Por eso hablamos de conexión y de motivación, porque más que pasarle revista al 2014 con su cumbre coronada en los XXII Juegos Centroamericanos y del Caribe en Veracruz 2014, pasando antes por actuaciones tan relevantes como en las citas del orbe de judo, lucha, serie mundial de boxeo, las presentaciones de las ciclistas en exigentes certámenes universales o las paletadas del remo con Ángel Fournier como líder, por solo mencionar algunos, creo que al movimiento deportivo cubano le hace falta beber de su propio pasado para encarar los retos del futuro, con las adecuaciones que demandan las actuales exigencias.
El propio presidente del Inder, Antonio Becali Garrido, puntualizó la necesidad de que los preparadores cubanos muestren su verdadera formación científica para evitar el empirismo y la improvisación en la selección y conducción del talento. “La ciencia tiene que presidir ese proceso desde el mismo instante de la captación”, nos dijo y antes compartió que en ese empeño “es imprescindible trabajar más y mejor en la comunidad, pero también en las áreas montañosas y regiones más apartadas, de donde han salido grandes luminarias del deporte cubano”, afirmó.
No se hace nada con invertir en el deporte de alto rendimiento, sin antes haberlo hecho en la obtención de una materia prima capaz de respaldar esa erogación. Incluso, la inserción en circuitos foráneos exige también de esa calidad que debe pulirse cual orfebre día a día. Y para ello se necesitan de instalaciones donde se cultive ese talento, muchas de las cuales hoy, como se dijo en las pasadas sesiones de las comisiones de trabajo de la Asamblea Nacional del Poder Popular, están falta de reparación y mantenimiento. Restablecerle su funcionalidad es uno de los grandes retos del futuro.
El año que recién comienza será el segundo con la experiencia de contratación de deportistas cubanos en lides profesionales, lo que demanda de una certera estrategia, que pasa a nuestro juicio por conectar los calendarios nacionales con esas temporadas competitivas. En materia de organización esa es una de las grandes pruebas a la que estará sometido el movimiento deportivo cubano, pues debe alcanzar dos objetivos: incrementar el nivel con la participación en esas justas, pero también contar con sus protagonistas en los torneos de casa.
Otro eslabón insustituible para el futuro, y este 2015 ha de ser punta de lanza, es dotar de calidad máxima a las clases de educación física. Al respecto, Becali abundó que ella es la célula básica, el embrión de un buen deportista y de un alumno integral. E insistió en que desde ese mismo momento de iniciación del deporte escolar, hay que formar los valores que luego han de expresarse en la alta competición.
Comentó que para el movimiento deportivo es vital que atletas, entrenadores y directivos conozcan la historia de su localidad y dentro de ella, la deportiva. “Quien no ame a su terruño, el que no lo defienda, quien no tenga un paradigma, difícilmente pueda entregarse en cuerpo y alma en una lid internacional, ya sea defendiendo a un equipo nacional o representando el prestigio del país en cualquier otra lid”, aseguró Becali.
Así se entregaron en el juego de los veteranos en Bayamo Lázaro Vargas, Félix Benavides, Evenecer Godínez, Pedro Medina, Wilfredo y Fernando Sánchez, Miguel Zayas, Sergio Quesada, William Santiesteban, Lázaro de la Torre, Víctor Mesa, Juan Manrique… y todos los que saltaron a la grama del bayamés Mártires de Barbados. Pero cada uno de ellos estará de acuerdo con nosotros, en que una de las expresiones de ese amor por el terruño, por el uniforme, de esa entrega sin límite fue la presencia y la actuación, una vez más desde la lomita de lanzar, de Norge Luis Vera.
Tuvimos la suerte de ver cómo sigue llenando la camiseta el santiaguero, que pese a las secuelas físicas de un trágico accidente, pidió la pelota, subió y lo pudimos ver repleto de gloria y de aplausos. Nos hizo recordar a Urbano González, quien con su brazo fracturado pidió el bate para impulsar la decisiva; a María Caridad Colón lanzar la jabalina de oro olímpico en Moscú-1980, con una lesión en su columna, pero no desistió; a Driulis González imponerse en Atlanta-1996 sobrepasando un trauma cervical que estuvo a punto de dejarla sin caminar; a Ana Fidelia con sus dos títulos mundiales, resurgiendo como ave fénix.
Y ese último acto del 2014 se engalanó con la solemnidad de elevar al salón de la fama, la obra beisbolera del árbitro Amado Maestri, los lanzadores Camilo Pascual y Conrado Marrero y los jugadores Orestes Miñoso y Esteban Bellan, símbolos de la pelota prerrevolucionaria, antecesores de los vitoreados en nuestras Series Nacionales, Orestes Kindelán, Antonio Muñoz, Omar Linares, Braudilio Vinent y Luis Giraldo Casanova, también exaltados en la despedida del 2014, haciendo revivir la historia y mostrándola como una consecuencia: este, el nuestro, es un país de béisbol.
Esas glorias inspiraron el clímax deportivo del 2014 en los Juegos de Veracruz, donde Cuba mantuvo el sitial de honor del área centrocaribeña, pese a la elevación del nivel competitivo de la región y en la que de las 434 pruebas la Mayor de las Antillas no estuvo presente en 111, exactamente el 25,6 %. Un dato que no puede obviarse, sin temer al chovinismo, es la participación allí de 90 especialistas cubanos con otras nacionalidades.
Más allá del triunfo, el brillo de las medallas alcanza mayor intensidad cuando se sabe que en Veracruz estuvieron representadas las 15 provincias cubanas y que en cada una de ellas hay al menos un título dorado, o que asistieron atletas de 92 de los 168 municipios del país, lo cual no solo muestra el desarrollo alcanzado, sino el compromiso que hay que mantener en el futuro.
Y lo hicieron los jóvenes, pues la delegación promedió 24 años y 465 de los 543 atletas asumían por primera vez ese compromiso. Fueron ellos lo que alcanzaron una efectividad medallista del 78,32 % y en cuanto a primeros lugares llegaron al 38,8%. Y son ellos los que en número ya de 415 tienen un boleto asegurado para los Juegos Panamericanos de Toronto en el verano de este año.
La Ciudad Monumento acogió a las estrellas activas, seleccionadas por votación popular, a la cual le hace falta en aras de la justeza y del reconocimiento a los que más se destacan, un toque de intencionalidad desde las autoridades beisboleras para que no queden fuera jugadores como el joven capitalino Yunier Díaz, quien apunta a novato del año y ni siquiera estuvo en la planilla para la escogencia.
Pero también hospedó a quienes por años entregaron esfuerzo y sudor sobre el terreno vistiendo a la pelota cubana con sus mejores galas. El juego de veteranos convocó a la nostalgia de aquellos años en que teníamos en cada posición más de cinco peloteros que podían vestir las franelas del equipo Cuba. Igual pasaba en el boxeo o en las selecciones de voleibol, el judo, la lucha o en varias de las disciplinas del atletismo. ¿Se hacía más deporte antes que ahora?
La respuesta habría que buscarla en la intención que la actividad deportiva ha de tener donde está su más preciado tesoro, en el barrio y en las escuelas. Si Cuba alcanzó la condición de potencia mundial es porque fortaleció esos ámbitos y porque en ellos puso el talento profesional que preparó en la escuela de profesores de educación física, la cual no tardó en convertirse en la Universidad del Deporte, con un alto rigor científico.
Por eso hablamos de conexión y de motivación, porque más que pasarle revista al 2014 con su cumbre coronada en los XXII Juegos Centroamericanos y del Caribe en Veracruz 2014, pasando antes por actuaciones tan relevantes como en las citas del orbe de judo, lucha, serie mundial de boxeo, las presentaciones de las ciclistas en exigentes certámenes universales o las paletadas del remo con Ángel Fournier como líder, por solo mencionar algunos, creo que al movimiento deportivo cubano le hace falta beber de su propio pasado para encarar los retos del futuro, con las adecuaciones que demandan las actuales exigencias.
El propio presidente del Inder, Antonio Becali Garrido, puntualizó la necesidad de que los preparadores cubanos muestren su verdadera formación científica para evitar el empirismo y la improvisación en la selección y conducción del talento. “La ciencia tiene que presidir ese proceso desde el mismo instante de la captación”, nos dijo y antes compartió que en ese empeño “es imprescindible trabajar más y mejor en la comunidad, pero también en las áreas montañosas y regiones más apartadas, de donde han salido grandes luminarias del deporte cubano”, afirmó.
No se hace nada con invertir en el deporte de alto rendimiento, sin antes haberlo hecho en la obtención de una materia prima capaz de respaldar esa erogación. Incluso, la inserción en circuitos foráneos exige también de esa calidad que debe pulirse cual orfebre día a día. Y para ello se necesitan de instalaciones donde se cultive ese talento, muchas de las cuales hoy, como se dijo en las pasadas sesiones de las comisiones de trabajo de la Asamblea Nacional del Poder Popular, están falta de reparación y mantenimiento. Restablecerle su funcionalidad es uno de los grandes retos del futuro.
El año que recién comienza será el segundo con la experiencia de contratación de deportistas cubanos en lides profesionales, lo que demanda de una certera estrategia, que pasa a nuestro juicio por conectar los calendarios nacionales con esas temporadas competitivas. En materia de organización esa es una de las grandes pruebas a la que estará sometido el movimiento deportivo cubano, pues debe alcanzar dos objetivos: incrementar el nivel con la participación en esas justas, pero también contar con sus protagonistas en los torneos de casa.
Otro eslabón insustituible para el futuro, y este 2015 ha de ser punta de lanza, es dotar de calidad máxima a las clases de educación física. Al respecto, Becali abundó que ella es la célula básica, el embrión de un buen deportista y de un alumno integral. E insistió en que desde ese mismo momento de iniciación del deporte escolar, hay que formar los valores que luego han de expresarse en la alta competición.
Comentó que para el movimiento deportivo es vital que atletas, entrenadores y directivos conozcan la historia de su localidad y dentro de ella, la deportiva. “Quien no ame a su terruño, el que no lo defienda, quien no tenga un paradigma, difícilmente pueda entregarse en cuerpo y alma en una lid internacional, ya sea defendiendo a un equipo nacional o representando el prestigio del país en cualquier otra lid”, aseguró Becali.
Así se entregaron en el juego de los veteranos en Bayamo Lázaro Vargas, Félix Benavides, Evenecer Godínez, Pedro Medina, Wilfredo y Fernando Sánchez, Miguel Zayas, Sergio Quesada, William Santiesteban, Lázaro de la Torre, Víctor Mesa, Juan Manrique… y todos los que saltaron a la grama del bayamés Mártires de Barbados. Pero cada uno de ellos estará de acuerdo con nosotros, en que una de las expresiones de ese amor por el terruño, por el uniforme, de esa entrega sin límite fue la presencia y la actuación, una vez más desde la lomita de lanzar, de Norge Luis Vera.
Tuvimos la suerte de ver cómo sigue llenando la camiseta el santiaguero, que pese a las secuelas físicas de un trágico accidente, pidió la pelota, subió y lo pudimos ver repleto de gloria y de aplausos. Nos hizo recordar a Urbano González, quien con su brazo fracturado pidió el bate para impulsar la decisiva; a María Caridad Colón lanzar la jabalina de oro olímpico en Moscú-1980, con una lesión en su columna, pero no desistió; a Driulis González imponerse en Atlanta-1996 sobrepasando un trauma cervical que estuvo a punto de dejarla sin caminar; a Ana Fidelia con sus dos títulos mundiales, resurgiendo como ave fénix.
Y ese último acto del 2014 se engalanó con la solemnidad de elevar al salón de la fama, la obra beisbolera del árbitro Amado Maestri, los lanzadores Camilo Pascual y Conrado Marrero y los jugadores Orestes Miñoso y Esteban Bellan, símbolos de la pelota prerrevolucionaria, antecesores de los vitoreados en nuestras Series Nacionales, Orestes Kindelán, Antonio Muñoz, Omar Linares, Braudilio Vinent y Luis Giraldo Casanova, también exaltados en la despedida del 2014, haciendo revivir la historia y mostrándola como una consecuencia: este, el nuestro, es un país de béisbol.
Esas glorias inspiraron el clímax deportivo del 2014 en los Juegos de Veracruz, donde Cuba mantuvo el sitial de honor del área centrocaribeña, pese a la elevación del nivel competitivo de la región y en la que de las 434 pruebas la Mayor de las Antillas no estuvo presente en 111, exactamente el 25,6 %. Un dato que no puede obviarse, sin temer al chovinismo, es la participación allí de 90 especialistas cubanos con otras nacionalidades.
Más allá del triunfo, el brillo de las medallas alcanza mayor intensidad cuando se sabe que en Veracruz estuvieron representadas las 15 provincias cubanas y que en cada una de ellas hay al menos un título dorado, o que asistieron atletas de 92 de los 168 municipios del país, lo cual no solo muestra el desarrollo alcanzado, sino el compromiso que hay que mantener en el futuro.
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