Que logren el éxito o no, depende de muchos factores que existen en el mundo de los deportes y también del esfuerzo de ellos mismos

El cubano Aroldis Chapman tendrá la oportunidad para ganarse un puesto en la rotación abridora de los Rojos de Cincinnati. En sus dos temporadas en Grandes Ligas, el espigado lanzador zurdo se ha desempeñado como relevista intermedio. Chapman tiene herramientas para ser un buen abridor. Pero también tiene un grave problema, al menos hasta este momento: el descontrol y la ausencia de un cambio de velocidad.

Para triunfar en Grandes Ligas se requiere tener algo más que una recta de 100 millas, se necesita control, inteligencia y variedad de envíos. La recta de Chapman es temible. También cuenta con una slider. ¿Pero dónde está ese tercer lanzamiento dominante?

A estas alturas de su carrera, con la juventud que posee y con los excelentes entrenadores que existen en esta pelota, ya era hora para que Chapman tuviera en su repertorio un dominante cambio de velocidad que se convertiría en un arma asesina en contra de los bateadores rivales. Con su slider y recta de humo, unido a ese cambio de velocidad necesario, el cubano podría ser uno de los mejores abridores de Grandes Ligas, siempre y cuando sea capaz de tirar strikes.

Chapman también pudiera ser un gran cerrador.

El más grande cerrador de la historia se llama Mariano Rivera, y su dominio absoluto sobre los bateadores rivales se lo debe a su control impecable y a su impecable envío llamado “Cutter’’ o bola cortada. Si Chapman tirara strikes y dominara la zona baja, también se pudiera convertir en uno de los mejores cerradores de Grandes Ligas. Pero al parecer, la directiva del equipo de los Rojos no tiene pensado este rol para el antillano.

El caso de Chapman es un ejemplo que explica claramente la diferencia que existe entre tener talento natural y lograr pulir ese diamante en bruto para llegar a planos estelares en el mejor campeonato del mundo. Hasta hoy, la recta de 100 millas de Chapman no lo ha llevado a ser una estrella. Le faltan dos cosas. ¿Nos tendrá reservado Chapman ese nuevo envío (cambio) que tanto necesitan los lanzadores en Grandes Ligas? ¿Será capaz de adquirir control?.

Son dos preguntas importantes que sólo el cubano podrá responder con sus actuaciones en el campo de entrenamiento. Si no adquiere control, el piloto Dusty Baker lo enviaría de nuevo a la función de relevista intermedio y su carrera podría transcurrir sin penas ni glorias.

También tenemos el caso del jardinero Yoennis Céspedes. Los buscadores de talento ubican al cubano como un pelotero de cinco herramientas. Pero una cosa es tener esas herramientas naturales y otra diferente es lograr desarrollar las mismas en un béisbol donde se estudia detalladamente los puntos débiles de los jugadores contrarios. Céspedes tiene algunos problemas técnicos con su bateo. En especial con los envíos hacia la esquina de afuera y lanzamientos rompientes, al venir de un béisbol que por diferentes factores se ha atrasado técnicamente.

Pero mejorar este problema no es imposible.

Algunos dicen que a los 26 años ya no se puede aprender. Están equivocados o mal informados. La historia del deporte, y en especial del béisbol, está repleta de ejemplos con figuras que a la misma edad de Céspedes y hasta mayores, han sido capaces de asimilar enseñanzas para convertirse en buenos atletas. Para citar sólo dos de ellos bien cercanos, tenemos los casos de Mariano Rivera y Orlando “El Duque’’ Hernández.

Rivera logró el dominio de su recta cortada con su propio estilo cuando casi tenía 26 años de edad. Antes de esta fecha era un relevista intermedio, después de dominar su nuevo envío se convirtió con el tiempo en el más grande cerrador de todos los tiempos. Hernández llegó de Cuba después de acumular una buena historia en Series Nacionales y no sabía tirar el cambio de velocidad y tenía problemas frente a bateadores zurdos. Su cambio, a pesar de que no tuvo el mismo nivel del que posee el venezolano Johan Santana, el cubano lo supo sumar a su repertorio con la ayuda del entrenador de pitcheo de los Yankees de Nueva York. Ante bateadores zurdos aprendió a tirar curvas hacia abajo y por encima del brazo.

El bateo es lo más difícil de hacer en el béisbol. Pero observando los problemas y asimilarlos con mucha práctica frente a lanzamientos rompientes y cambios de velocidad, cualquier figura con talento puede mejorar su ofensiva.

Una cosa que tiene Céspedes a su favor es que si puede convencer en los partidos de entrenamientos pudiera tener la oportunidad de jugar diariamente al ser los Atléticos un equipo repleto de figuras jóvenes sin estrellas.

Ese juego diario lo puede ayudar a enfrentarse con frecuencia al tipo de pitcheo de Grandes Ligas.

Si Céspedes, con 26 años de edad, hubiera firmado con otro equipo con posibilidades de ganar el título y con figuras estelares en los jardines, entonces su entrada a las Mayores se hubiera dilatado y sus posibilidades de desarrollo serían más reducidas.

Muchos se equivocan al pensar que Céspedes está obligado a ser un pelotero similar a las grandes luminarias para jugar en las Mayores. Para ser un buen pelotero en este béisbol, Céspedes no tiene necesariamente que batear sobre los .300, conectar 40 jonrones y remolcar 100 carreras por temporada. ¿Quiénes lo hacen? Aquellos que piensen lo contrario, sólo tienen que abrir las nóminas de los equipos y observar como en cada una de ellas podemos contar sólo excepciones de jugadores que batean .300, pegan 30 jonrones y remolcan 100 por temporada. Los restantes son peloteros que andan por debajo o muy por debajo de esas cifras señaladas, incluyendo bateadores de .220 y 40 remolcadas, que aún así ganan millones de dólares.

El tercer jugador es Leonys Martin. El cubano actuó en varios partidos en la pasada temporada y en ellos tuvo un buen desempeño. Pero dichos partidos no hablan la verdad sobre sus posibilidades. La realidad se empieza a conocer desde el momento que el pelotero tiene la oportunidad de jugar diariamente.

Los Rangers esperan bastante del cubano. Lo tienen proyectado a ser un posible primer bate por su rapidez en las bases y por ser un bateador de contacto.

Martin es un excelente jardinero central que llega a los entrenamientos con la esperanza de ganarse un puesto titular con esta novena de la Liga Americana.

El cuarto pelotero es Dayán Viciedo. Después de tener buenos resultados en Ligas Menores y algunas esporádicas en Grandes Ligas, el jugador tendrá la oportunidad de actuar diariamente en el bosque derecho. Es posible que con juego diario sin la presión de ser bajado a Ligas Menores, el cubano comienze a ser un buen bateador en esta pelota. Condiciones le sobran a este joven.

Hay varios jugadores cubanos que ya se han establecido por su buen juego como lo son Yunel Escobar y Alexei Ramírez, además de otros que son peloteros de reserva.

Otro pelotero joven, José Iglesias, tiene posibilidades de ser el torpedero regular de los Medias Rojas de Boston después que el estelar Marcus Scutaro fue enviado a Colorado. Iglesias buscará la titularidad en competencia con Nick Punto y Mike Aviles. Ni Punto, ni Aviles, se han desempeñado una temporada completa como torpedero. Iglesias acaba de cumplir 22 años de edad.

Iglesias es considerado un brillante campocorto defensivo, pero su ofensiva es baja. Tuvo seis apariciones con los Medias Rojas en el 2011 y también actuó en Triple A donde bateó para .235 en 101 desafíos.

Es posible que la directiva de Boston con su nuevo mánager Bobby Valentine le brinde la oportunidad al cubano para que comience a desarrollar sus habilidades en Grandes Ligas.

Sobre Viciedo, Martin, Céspedes y Chapman, yo no puedo asegurar con exactitud que van a tener éxito. Yo no soy adivino. El béisbol está repleto de figuras que de ellos se esperaba mucho y no hicieron casi nada, así como de otros que de ellos se esperaba poco y lograron mucho.

Lo que si aseguro es que los cuatro peloteros cubanos poseen las herramientas naturales para brillar.

Que lo logren o no, depende de muchos factores que existen en el mundo de los deportes y del esfuerzo de ellos mismos en el terreno de juego.