De no ser por la lesión que inhabilitó a José Iglesias para abrir la temporada en el campo corto de los Tigres de Detroit, Cuba habría tenido por primera vez a cuatro torpederos titulares de manera simultánea en las Grandes Ligas norteamericanas.

Candelita, que sufrió la fractura de las espinillas, se hubiera sumado a Alexei Ramírez (Medias Blancas de Chicago), Yunel Escobar (Rayos de Tampa Bay) y Adeiny Echavarría (Marlins de Miami), un hecho inusitado en la dilatada y exitosa historia del béisbol insular.

Antes, solo en la década del sesenta se habían desempeñado simultáneamente en la Gran Carpa tres paracortos de la Mayor de las Antillas. Ellos fueron Zoilo Versalles (1959-71), Leo Cárdenas (1960-75) y Bert Campaneris (1964-83), cada uno de los cuales alcanzó alturas respetables y se mantuvo por espacio de más de una década en el máximo nivel de la pelota.

El Zorro Versalles ganó antes que ningún otro compatriota suyo el premio al Más Valioso de una campaña regular (1965), y ese mismo año se impuso en la Serie Mundial con los Mellizos de Minnesota. Estuvo en dos Juegos de Estrellas y consiguió igual cantidad de Guantes de Oro, con promedio atacante de .242 y defensivo de .956.

Mientras tanto, Cárdenas brilló sobremanera con el guante, al punto de liderar a sus colegas de la Liga Americana en 1963, 1966 y 1971. En 1969, Míster Automático realizó 570 asistencias, empatando el record del joven circuito para un shortstop. Cinco Star Games –la mayoría con la camiseta del Cinci- avalan su talento para custodiar el sagrado territorio del cuadro.

Por último, Campy probó que era capaz de jugar todas las posiciones, pero brilló durante 18 campeonatos en las paradas cortas. Gozaba de una habilidad innata para el robo de bases que todavía hoy lo coloca en el lugar 14 de todas las épocas, asistió a seis Juegos de Estrellas y logró tres anillos de Serie Mundial con el Oakland.

Ninguno de estos hombres se encumbró hasta los cielos de tipos increíbles como Honus Wagner, Luis Aparicio, David Concepción, Ozzie Smith, Cal Ripken o Derek Jeter, mas no hay dudas de que todos representaron con acierto a la pelota nacional, específicamente a un sector de campo que poco antes que ellos salvaguardó Willy Miranda (1951-59) y después, con tres Guantes de Oro cosechados, Rey Ordóñez.

No obstante, la nueva hornada no ha dejado caer el estandarte de la calidad. Ramírez dirime su séptima temporada con el uniforme del ChiSox, y su slugging de por vida (.408) habla por sí solo del rendimiento del pinareño con el madero en ristre, al tiempo que fildea para el nada despreciable .974.

En cuanto al Gambao Escobar, en esos departamentos exhibe averages de .278 y .978 en ocho años, y el Perro Echavarría mejora progresivamente a la altura de su tercera campaña, en la que de momento batea .297 y cubre con proverbial acierto (.988).

Lastimosamente, Iglesias no pudo arrancar a la par de este trío, pero es muy posible que en las inmediaciones del verano Cuba pueda blasonar de tener a un cuarteto de campocortos titulares en las Grandes Ligas. Y eso, sin contar con la presencia de Erisbel Arruebarruena y Aledmys Díaz en equipos de AA pertenecientes a los Dodgers de Los Ángeles y los Cardenales de San Luis, respectivamente.

¿Será que los cubanos se robarán la llave del infield en el mejor béisbol del mundo?