Más que el supersónico Aroldis Chapman, el renacido Kendrys Morales y el todopoderoso Pito Abreu, el pelotero cubano de mejor temporada 2015 fue Yoenis Céspedes.

Poco antes de arrancar la presente campaña, escribí lo siguiente en este mismo espacio: “Luego de conseguir su primer año de cien impulsadas y asistir al Juego de Estrellas, Yoenis Céspedes da la impresión de estar listo para su despegue definitivo al estrellato”. La Potencia no me hizo quedar mal...

Su talento estalló inicialmente con la franela de Detroit, pero sobre todo causó el pánico cuando se vistió de Metropolitano en Nueva York. Sumadas ambas cosechas, el outfielder rindió para .291-.328-.542, con la friolera de 35 jonrones, 105 empujadas y 101 anotadas.

Céspedes, que solo se ausentó de tres encuentros durante todo el curso, alcanzó así su primer campeonato de más de 30 bambinazos, y el segundo consecutivo por encima de la barrera del centenar de remolques.

El traspaso del granmense derivó en el gran error de los Tigres y el mayor acierto de los Mets. Su salida de la franquicia de Michigan –junto con la del zurdo David Price- significó el derrumbe de los sueños del equipo, al tiempo que su arribo a la Gran Manzana oxigenó a una escuadra que exigía apoyo ofensivo de calidad para las excelencias de un staff integrado por Matt Harvey, Jacob deGrom, Bartolo Colón, Jonathon Niese y Noah Syndergaard.

Que lo digan los números: sin Céspedes, los Tigres ganaron 24 choques y perdieron 34; una vez con el cubano en sus filas, los Mets vencieron en 37 ocasiones y solo perdieron 22 desafíos.

Las prestaciones del dos veces ganador del Derby de jonrones lo llevaron ahora a ubicarse, ¡sin distinción de liga!, como segundo en veces al bate, sexto en dobles, séptimo en hits, noveno en anotadas e impulsadas y décimo en slugging. Encima, fue onceno en WAR y décimo tercero en cuadrangulares.

Si un lunar salta a la vista en su resumen estadístico es la escasa cantidad de bases por bolas recibidas, apenas 33 en más de 600 turnos oficiales. Únicamente la impaciencia en el home plate pudo provocar que un jugador de sus características se ubicara en el lugar 151 en tan importante indicador del juego.

Por lo pronto, el muchacho ha encontrado su lugar en el mundo. Luego de la fastidiosa inestabilidad que supuso mudarse a partir de 2012 de Oakland a Boston y de Boston a Detroit y de Detroit a Nueva York, el de Campechuela podría pensar en echar raíces en la ciudad más cosmopolita del planeta, donde varios expertos lo postulan para el premio al Jugador Más Valioso de la Nacional.

Su intención, como es de esperar, es buscar un contrato a largo plazo. En 2016 se convertirá en agente libre, y él ya ha adelantado su disposición de regresar con el equipo el próximo año.

Viéndolo en términos románticos, emprender la aventura de marcharse a otro equipo sería, prácticamente, traicionarse a sí mismo.