Esta es la coletilla no al artículo, de arriba, el cual ya estaba listo para ser publicado, al margen de lo ocurrido ayer en el desafío entre Matanzas y Villa Clara, en el Victoria de Girón yumurino, sino de un suceso anunciado, del cual todos somos responsables. Digo todos, porque ninguno de los que intervenimos en el espectáculo principal del país estamos exentos de esa responsabilidad. Y hablamos de directivos del deporte, del béisbol, los mentores de los equipos, los árbitros, la afición y nosotros, los periodistas, que no podemos hacer silencio ante el más mínimo hecho de esta índole.
La virilidad, la combatividad, nada tiene que ver con estas repugnantes y vergonzosas escenas de violencia, porque lo que comenzó como una agresión del lanzador Freddy Asiel Álvarez, al golpear dos veces a Yasiel Santoya y luego a Víctor V. Mesa, termina en eso, en hechos violentos, incluso hasta entre compañeros.
Pero lo más preocupante es que se veía venir porque la tolerancia tiene un límite, porque los árbitros tienen que anticiparse y porque los directores de los equipos tienen que ver más allá de lo que ocurre en el momento de una jugada o una acción determinada, de lo contrario no pueden conducir ni estrategias, ni colectivos y mucho menos exigir disciplina.
Víctor Mesa dio una prueba de ello, quitó a Santoya después del segundo bolazo, y se vio que el pelotero estaba bien, pero lo retira para eliminar una posible discusión entre él y el lanzador u otra posible vez al bate frente al mismo serpentinero. Además, había advertido al árbitro de que le llamara la atención a Asiel, no que lo botara, pero que tomara cartas en el asunto. El árbitro Osvaldo de Paula, pareció tranquilo, incólume ante la previsión del director, y sobrevino lo que se caía de la mata, que ha terminado con un joven de 25 años como Ramón Lunar con un batazo en la cara, propinado por el matancero Demys Valdés.
Ramón Moré, director del conjunto villaclareño, ante el segundo bolazo y sabiendo que su as del pitcheo no estaba bien, debió extraerlo del montículo. Esa anticipación de la que hablamos, sirve también para proteger a los hombres de no caer en hechos como estos que laceran el prestigio del que muchos, aficionados y periodistas, reconocemos como el mejor lanzador del país. Ahora qué queda de esos epítetos, nada, la imagen que nos ha dejado Asiel es la de la soberbia, la de la ética resquebrajada y no protegida por sus profesores, que son responsables también de sus actos.
Si la dirección nacional del INDER, la de béisbol, los árbitros no juegan su papel, a dónde vamos a parar. Se ha tolerado mucho, lo que estamos presenciando en el béisbol es un atentado a nuestra propia cultura y una falta de respeto al público que asiste al estadio y al que lo ve en la TV. ¿Se puede prever esta situación? Claro que sí, pero cuando hay organización, orden, disciplina, en fin cuando hay previsión, y todo eso le ha faltado a las autoridades deportivas cubanas. De esta forma, sin jugar béisbol, no vamos a ganar ni en la Serie del Caribe, ni en ningún lugar, no por falta de oficio o profesionalismo, sino por carecer de profesionalidad.
Lunar, según nuestro corresponsal Ventura de Jesús, no tiene fractura pero sí laceraciones en la mucosa bucal y una herida en el labio superior izquierdo. Al cierre, en el salón de operaciones, le restauraban el tejido dañado.
La virilidad, la combatividad, nada tiene que ver con estas repugnantes y vergonzosas escenas de violencia, porque lo que comenzó como una agresión del lanzador Freddy Asiel Álvarez, al golpear dos veces a Yasiel Santoya y luego a Víctor V. Mesa, termina en eso, en hechos violentos, incluso hasta entre compañeros.
Pero lo más preocupante es que se veía venir porque la tolerancia tiene un límite, porque los árbitros tienen que anticiparse y porque los directores de los equipos tienen que ver más allá de lo que ocurre en el momento de una jugada o una acción determinada, de lo contrario no pueden conducir ni estrategias, ni colectivos y mucho menos exigir disciplina.
Víctor Mesa dio una prueba de ello, quitó a Santoya después del segundo bolazo, y se vio que el pelotero estaba bien, pero lo retira para eliminar una posible discusión entre él y el lanzador u otra posible vez al bate frente al mismo serpentinero. Además, había advertido al árbitro de que le llamara la atención a Asiel, no que lo botara, pero que tomara cartas en el asunto. El árbitro Osvaldo de Paula, pareció tranquilo, incólume ante la previsión del director, y sobrevino lo que se caía de la mata, que ha terminado con un joven de 25 años como Ramón Lunar con un batazo en la cara, propinado por el matancero Demys Valdés.
Ramón Moré, director del conjunto villaclareño, ante el segundo bolazo y sabiendo que su as del pitcheo no estaba bien, debió extraerlo del montículo. Esa anticipación de la que hablamos, sirve también para proteger a los hombres de no caer en hechos como estos que laceran el prestigio del que muchos, aficionados y periodistas, reconocemos como el mejor lanzador del país. Ahora qué queda de esos epítetos, nada, la imagen que nos ha dejado Asiel es la de la soberbia, la de la ética resquebrajada y no protegida por sus profesores, que son responsables también de sus actos.
Si la dirección nacional del INDER, la de béisbol, los árbitros no juegan su papel, a dónde vamos a parar. Se ha tolerado mucho, lo que estamos presenciando en el béisbol es un atentado a nuestra propia cultura y una falta de respeto al público que asiste al estadio y al que lo ve en la TV. ¿Se puede prever esta situación? Claro que sí, pero cuando hay organización, orden, disciplina, en fin cuando hay previsión, y todo eso le ha faltado a las autoridades deportivas cubanas. De esta forma, sin jugar béisbol, no vamos a ganar ni en la Serie del Caribe, ni en ningún lugar, no por falta de oficio o profesionalismo, sino por carecer de profesionalidad.
Lunar, según nuestro corresponsal Ventura de Jesús, no tiene fractura pero sí laceraciones en la mucosa bucal y una herida en el labio superior izquierdo. Al cierre, en el salón de operaciones, le restauraban el tejido dañado.