Desde que aprendí a ver pelota y me apasionó el deporte, viví orgullosa de los peloteros nuestros casi siempre vencedores. He vivido, también, el cambio de nuestro contexto económico con sus consecuencias para el deporte. He visto cómo el nivel de nuestras Series Nacionales no es ya el de hace par de décadas y con causas que están en nuestras manos y en las de otros. Atletas que parten de Cuba, ya sea por la vía legal o por la deserción, lo cierto es que escasean ídolos y nivel, y que el sueño de muchos se traslada hacia otra parte. También vivo, día por día, el empeño de los que decidieron apostar por nuestra Serie Nacional y jugar siempre aquí.
Conozco el deseo mantenido o recuperado de los que partieron por jugar por Cuba. Son muchas aristas de un mismo tema, que ahora, a pocos días del Clásico en su cuarta versión, se retoman en la idea del equipo que puedan integrar peloteros cubanos de diferentes ligas foráneas, incluida MLB y en la pregunta de: ¿Qué lo impide?
Ya el debate del deporte en Cuba supera el tema del amateurismo y el profesionalismo, en un contexto deportivo mundial en el que todos somos conscientes de que un atleta de alto rendimiento no obtiene grandes resultados a menos que se dedique solamente a ello, debido al desarrollo de la ciencia en función del deporte y el nivel de las competiciones. El amateurismo del deporte cubano se mantiene como concepción inclusiva, que pone en primer lugar la salud de los seres humanos, sus valores morales y la práctica sana del deporte. La mirada hacia lo profesional, por su parte, nos llega en la necesidad de ajustarnos a la realidad del mundo deportivo, y así elevar el nivel competitivo y también contribuir al mejoramiento de las condiciones de vida de nuestros deportistas, sobre la base de que a cada quien según capacidad y según trabajo.
Ahora bien, con relación al béisbol, resulta provechoso para algunos colocar posiciones en esquinas distantes para generar debate político, y aparece entonces: Cuba es la que se niega a la entrada de peloteros de Grandes Ligas a jugar con la selección nacional; la que solo admite a los contratados por la vía del INDER; y, por otra parte: el asunto se resolverá solo cuando se levante el bloqueo porque es eso lo que lo impide. Sin embargo, a las luces de hoy, todos conocemos que el asunto se maneja con la posibilidad de algún acuerdo: el Presidente de la Federación Cubana de ese deporte, Higinio Vélez, declaró recientemente que persisten las conversaciones entre ambas partes para que ello sea posible.
Lo cierto es que mientras exista el bloqueo, los peloteros cubanos no tendrán las mismas posibilidades que los de otra parte del mundo para jugar en Grande Ligas y luego hacerlo por su país. Cláusulas de la MLB, sujeta a las regulaciones de la Oficina de Control Activos y Extranjeros del Departamento del Tesoro. De igual forma, los equipos de la Mayor de las Antillas no competirán en igualdad de derechos y obligaciones con sus similares siquiera de la región. Un ejemplo de ello lo vemos cada año en la Serie del Caribe, a la que Cuba asiste como invitada, a pesar de su solicitud de integrar oficialmente la Confederación de Béisbol Profesional del Caribe.
El 4 de febrero del 2015, por ESPN se difundió la eliminación de la exigencia de que los jugadores cubanos obtuviesen una licencia del Gobierno de Estados Unidos antes de ser elegibles para firmar un contrato con Grandes Ligas, pero que en su lugar, tendrían que firmar una Declaración que se exigía solamente a ellos, y cuyo contenido deja clara la intención: “Por este medio declaro que he asumido residencia permanente fuera de Cuba. Además, por este medio declaro que no pretendo volver a Cuba, ni me permitirán volver. Por este medio declaro que no soy funcionario prohibido del Gobierno de Cuba… y no soy miembro prohibido del Partido Comunista de Cuba”. Semejante discriminación está determinada por el tema político.
No obstante, se mantiene el interés por funcionarios de ambas partes en buscar soluciones mientras el bloqueo no se levante. También en el 2015 la MLB informó que permitiría la participación de los cubanos en equipos de la Confederación de Béisbol Profesional del Caribe y aprobó que los circuitos invernales de República Dominicana, Venezuela y México pudieran contratarlos, pero la protesta de Puerto Rico al resultar excluido por ser parte del territorio de Estados Unidos y estar sometido a las reglas del bloqueo, impidió ello se materializara. Entonces, visto así no cabe dudas de que el bloqueo entorpece la normalización de los vínculos. Hace falta, sí, mucha voluntad para poder llegar a un acuerdo, y lógicamente Cuba está dispuesta a hacerlo siempre sobre la base del respeto y la igualdad de términos. Si la política siempre ha estado presente para desangrar hasta nuestro deporte, es lógico que a la hora de sentarse a conversar, Cuba lleve también principios de respeto e igualdad de términos que son esenciales a la hora de establecer relaciones de cualquier tipo.
Desde el punto de vista ético, una limitación que podríamos ponernos nosotros mismos podría ser el juicio de que admitir un equipo así desconozca o ridiculice la decisión de quienes prefirieron en los momentos más complejos, jugar por Cuba. En ese caso, los cubanos, conocedores de nuestra historia y los porqués de cada uno de los momentos que nos tocó vivir, no podremos pensar nunca que la opción de jugar por nuestro país fue cosa de tontos, cuando incluso quienes partieron, declaran que lo añoran. El reconocimiento de hacer lo más digno en el momento que le correspondía, será siempre el mérito de quienes apostaron por Cuba y seguirán siendo ídolos de nuestro deporte por talento y convicción.
Para los peloteros de hoy, no ceder ante presiones injustas que en esencia los condicionan y discriminan, más allá de los contratos millonarios, sigue siendo una decisión personal y que por lo general no está permeada por el tema político sino por el afán individual de brillar en Grandes Ligas. Los que se quedan en Cuba porque así lo deciden, porque es esta la pelota que quieren jugar por las razones que sean, también juegan un papel en este asunto: también tienen que tener un espacio de reconocimiento y valoración a la hora de decidir quién integra un equipo Cuba. Sobre esos presupuestos se mueve hoy el tráfico de sueños en la pelota.
Estaremos en el Clásico desde el día 7. Junto a nuestros peloteros hay millones de personas dentro y fuera del país. Por eso se quiere, sí, la solución, por eso se mantiene el intento; porque más allá de andar ponderando o fabulando impedimentos para el tráfico mediático en las redes sociales – obviando en muchos casos el peso real del bloqueo – hay muchas cosas en juego: se trata de vidas, aspiraciones, y derechos individuales, pero también de los derechos de un país a defender con justeza los valores de una práctica cultural como es la pelota en Cuba.
Conozco el deseo mantenido o recuperado de los que partieron por jugar por Cuba. Son muchas aristas de un mismo tema, que ahora, a pocos días del Clásico en su cuarta versión, se retoman en la idea del equipo que puedan integrar peloteros cubanos de diferentes ligas foráneas, incluida MLB y en la pregunta de: ¿Qué lo impide?
Ya el debate del deporte en Cuba supera el tema del amateurismo y el profesionalismo, en un contexto deportivo mundial en el que todos somos conscientes de que un atleta de alto rendimiento no obtiene grandes resultados a menos que se dedique solamente a ello, debido al desarrollo de la ciencia en función del deporte y el nivel de las competiciones. El amateurismo del deporte cubano se mantiene como concepción inclusiva, que pone en primer lugar la salud de los seres humanos, sus valores morales y la práctica sana del deporte. La mirada hacia lo profesional, por su parte, nos llega en la necesidad de ajustarnos a la realidad del mundo deportivo, y así elevar el nivel competitivo y también contribuir al mejoramiento de las condiciones de vida de nuestros deportistas, sobre la base de que a cada quien según capacidad y según trabajo.
Ahora bien, con relación al béisbol, resulta provechoso para algunos colocar posiciones en esquinas distantes para generar debate político, y aparece entonces: Cuba es la que se niega a la entrada de peloteros de Grandes Ligas a jugar con la selección nacional; la que solo admite a los contratados por la vía del INDER; y, por otra parte: el asunto se resolverá solo cuando se levante el bloqueo porque es eso lo que lo impide. Sin embargo, a las luces de hoy, todos conocemos que el asunto se maneja con la posibilidad de algún acuerdo: el Presidente de la Federación Cubana de ese deporte, Higinio Vélez, declaró recientemente que persisten las conversaciones entre ambas partes para que ello sea posible.
Lo cierto es que mientras exista el bloqueo, los peloteros cubanos no tendrán las mismas posibilidades que los de otra parte del mundo para jugar en Grande Ligas y luego hacerlo por su país. Cláusulas de la MLB, sujeta a las regulaciones de la Oficina de Control Activos y Extranjeros del Departamento del Tesoro. De igual forma, los equipos de la Mayor de las Antillas no competirán en igualdad de derechos y obligaciones con sus similares siquiera de la región. Un ejemplo de ello lo vemos cada año en la Serie del Caribe, a la que Cuba asiste como invitada, a pesar de su solicitud de integrar oficialmente la Confederación de Béisbol Profesional del Caribe.
El 4 de febrero del 2015, por ESPN se difundió la eliminación de la exigencia de que los jugadores cubanos obtuviesen una licencia del Gobierno de Estados Unidos antes de ser elegibles para firmar un contrato con Grandes Ligas, pero que en su lugar, tendrían que firmar una Declaración que se exigía solamente a ellos, y cuyo contenido deja clara la intención: “Por este medio declaro que he asumido residencia permanente fuera de Cuba. Además, por este medio declaro que no pretendo volver a Cuba, ni me permitirán volver. Por este medio declaro que no soy funcionario prohibido del Gobierno de Cuba… y no soy miembro prohibido del Partido Comunista de Cuba”. Semejante discriminación está determinada por el tema político.
No obstante, se mantiene el interés por funcionarios de ambas partes en buscar soluciones mientras el bloqueo no se levante. También en el 2015 la MLB informó que permitiría la participación de los cubanos en equipos de la Confederación de Béisbol Profesional del Caribe y aprobó que los circuitos invernales de República Dominicana, Venezuela y México pudieran contratarlos, pero la protesta de Puerto Rico al resultar excluido por ser parte del territorio de Estados Unidos y estar sometido a las reglas del bloqueo, impidió ello se materializara. Entonces, visto así no cabe dudas de que el bloqueo entorpece la normalización de los vínculos. Hace falta, sí, mucha voluntad para poder llegar a un acuerdo, y lógicamente Cuba está dispuesta a hacerlo siempre sobre la base del respeto y la igualdad de términos. Si la política siempre ha estado presente para desangrar hasta nuestro deporte, es lógico que a la hora de sentarse a conversar, Cuba lleve también principios de respeto e igualdad de términos que son esenciales a la hora de establecer relaciones de cualquier tipo.
Desde el punto de vista ético, una limitación que podríamos ponernos nosotros mismos podría ser el juicio de que admitir un equipo así desconozca o ridiculice la decisión de quienes prefirieron en los momentos más complejos, jugar por Cuba. En ese caso, los cubanos, conocedores de nuestra historia y los porqués de cada uno de los momentos que nos tocó vivir, no podremos pensar nunca que la opción de jugar por nuestro país fue cosa de tontos, cuando incluso quienes partieron, declaran que lo añoran. El reconocimiento de hacer lo más digno en el momento que le correspondía, será siempre el mérito de quienes apostaron por Cuba y seguirán siendo ídolos de nuestro deporte por talento y convicción.
Para los peloteros de hoy, no ceder ante presiones injustas que en esencia los condicionan y discriminan, más allá de los contratos millonarios, sigue siendo una decisión personal y que por lo general no está permeada por el tema político sino por el afán individual de brillar en Grandes Ligas. Los que se quedan en Cuba porque así lo deciden, porque es esta la pelota que quieren jugar por las razones que sean, también juegan un papel en este asunto: también tienen que tener un espacio de reconocimiento y valoración a la hora de decidir quién integra un equipo Cuba. Sobre esos presupuestos se mueve hoy el tráfico de sueños en la pelota.
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No se si estoy equivocado, pero me parece que esto podía haber sido posible, si los funcionarios de la SNC hubiesen tenido la voluntad de ir por este camino.
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