De no ser por unos músculos de concreto, el hierro que corre por sus venas y el temple fundido en las adversidades, no hablaríamos en presente de su futuro deportivo… Porque casi una década tardó solo en completar el swing, indiscutida credencial para cualquier jugador de béisbol, muy cierto; pero un tiempo demasiado largo, incluso para una escultura.
¡Por fin! consigna su vez al bate el Jonronero del banco o el pelotero de Juanito, como solían apodarlo durante la pasmosa espera. Con impotencia escuchó a la distancia los ecos de felicidad o decepción de la fanaticada desde las gradas, mientras perdía la oportunidad de emular con los grandes de su generación, hoy ausentes… Al parecer, su misión consiste ahora en marcar un nuevo comienzo para los Elefantes de Cienfuegos.
«Es, no sé, como parir», explica el escultor Juan García Cruz. El superobjetivo de esta obra era llegar aquí, al estadio, no permanecer en mi taller más allá del proceso creativo. Sin embargo, demoró nueve años, y si no es un récord, es un buen average, según los términos deportivos. Respondió a diversas razones: falta de recursos en algunos momentos, de sensibilidad en otros; dejadez por parte de los decisores… Mas nunca cejamos en el empeño: y lo trajimos.
«La inexistencia de los tubos para simular el movimiento de un swing y cuya espiral soporta la escultura, frenó durante estos años la terminación de la obra».
De un físico impresionante: 6 metros y 40 centímetros del suelo al casco y un peso aproximado de tres toneladas, su inclusión en la nómina sureña responde a un antiguo —y no abandonado— proyecto de ambientación del coloso de Bonneval. Fueron siete las obras concebidas con dicha finalidad, coronada con esta, de nombre Homenaje al béisbol.
«La idea es darle una identidad diferente a nuestro estadio, personalizarlo: que a vuelo de pájaro cualquiera vea su imagen y lo reconozca como el de Cienfuegos. Decidí crear a un bateador a punto de soltar el madero tras conectar un jonrón. Esa es la imagen que nos viene a la mente cuando pensamos en los grandes peloteros.
«Hablamos de una de las mayores megaconstrucciones de la ciudad, y obras así contribuyen al buen gusto desde lo estético, de percepción. El deporte forma parte indisoluble de la cultura, tanto popular como tradicional, y si aspiramos a trascender el marco elitista de las galerías, debemos volvernos a él, sin lugar a dudas.
«Me gustaría insistir en algo: este pelotero no es Antonio Muñoz, ni Pedro José Rodríguez… De hecho luce el 00 en su espalda en representación de quienes jugaron o jugarán en este estadio.
«Ahora, quien quiera personalizarlo y pretenderlo Muñoz, Cheíto o algún jugador más reciente, ahí lo tienen: esa es su visión de la obra, pues siempre pertenecerá a todos los que hayan pisado alguna vez este terreno».
¡Por fin! consigna su vez al bate el Jonronero del banco o el pelotero de Juanito, como solían apodarlo durante la pasmosa espera. Con impotencia escuchó a la distancia los ecos de felicidad o decepción de la fanaticada desde las gradas, mientras perdía la oportunidad de emular con los grandes de su generación, hoy ausentes… Al parecer, su misión consiste ahora en marcar un nuevo comienzo para los Elefantes de Cienfuegos.
«Es, no sé, como parir», explica el escultor Juan García Cruz. El superobjetivo de esta obra era llegar aquí, al estadio, no permanecer en mi taller más allá del proceso creativo. Sin embargo, demoró nueve años, y si no es un récord, es un buen average, según los términos deportivos. Respondió a diversas razones: falta de recursos en algunos momentos, de sensibilidad en otros; dejadez por parte de los decisores… Mas nunca cejamos en el empeño: y lo trajimos.
«La inexistencia de los tubos para simular el movimiento de un swing y cuya espiral soporta la escultura, frenó durante estos años la terminación de la obra».
De un físico impresionante: 6 metros y 40 centímetros del suelo al casco y un peso aproximado de tres toneladas, su inclusión en la nómina sureña responde a un antiguo —y no abandonado— proyecto de ambientación del coloso de Bonneval. Fueron siete las obras concebidas con dicha finalidad, coronada con esta, de nombre Homenaje al béisbol.
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