Camagüey.- “¡A prepararse, que empezó la 'serie' de Camagüey!” El grito de un aficionado, al concluir el partido de este martes en el parque Cándido González, resume a la perfección la historia de los Toros en las últimas campañas: buenas actuaciones en el epílogo del campeonato, mejores aun cuando ya no les quedan las más mínimas posibilidades, y se enfrentan a equipos de calidad o que aspiran a un puesto entre los ocho primeros.
En el comienzo de esta semana la víctima ha sido el equipo de Santiago de Cuba, que no podía darse el lujo de caer en la subserie ante los locales. No podía, pero lo hizo. Ayer 3-2 a manos del “novatísimo” Norge Luis Ruíz; hoy, 10-3 cortesía del experimentado Vicyohandri Odelín.
Más que detalles estadísticos de ambos juegos―si usted ha llegado hasta esta página, no hay motivos por los que no pueda consultarlos en el portal de la Federación Cubana de Béisbol―valdría una mirada a los elementos subjetivos de ambos desafíos.
De hecho, resaltan por dos singularidades bien marcadas: estos éxitos aseguran la segunda subserie ganada por Camagüey en la presente campaña (la otra se obtuvo 2-1 a costa de Villa Clara), y representan la única ocasión en que los nuestros han logrado eslabonar dos victorias consecutivas.
Sin embargo, como en una cebolla, las historias beisboleras de los Toros deben contarse teniendo en cuenta sus múltiples capas.
Como se esperaba, el pitcheo fue lo mejor en este par de compromisos. No han tenido suerte, pero el “Tornado” Ruiz y “Viyo” Odelín son lanzadores con suficientes armas como para imponerse, e imponer respeto en el nivel actual de la pelota cubana.
Sus éxitos fueron cimentados por cuatro ponches, dos boletos y una limpia (Norgito), y dos víctimas por strikes, un pasaje y dos anotaciones (Odelín); Socarrás y Casal cerraron, por ese orden.
OFENSIVA, DIVINA OFENSIVA
Penaron para llevar tres hombres al plato, el lunes; empujaron a diez, incluidos tres cuadrangulares, el martes. No hay quien pueda entender a la batería camagüeyana. Y conste que ayer se midieron a un Yaumier Sánchez que se autorrelevó en varias ocasiones.
Lo que para muchos resulta incógnito, el batazo a la “hora buena”, seguirá siéndolo al menos en el futuro inmediato.
El lunes seis imparables no alcanzaron para impedir que nueve hombres quedaran sobre las almohadillas. Este martes fue todo lo contrario, con 17 incogibles y William Luis compartiendo el liderato de vuelacercas (6) a pesar de promediar poco más de 200.
Nada, que Camagüey se anuncia nuevamente como el villano de los epílogos beisboleros. Por suerte para no pocos conjuntos envueltos en la lucha por la clasificación, el calendario ya no los enfrentará a los Toros. Si no, ¿quién sabe cuántas sorpresas depararía el final?
En el comienzo de esta semana la víctima ha sido el equipo de Santiago de Cuba, que no podía darse el lujo de caer en la subserie ante los locales. No podía, pero lo hizo. Ayer 3-2 a manos del “novatísimo” Norge Luis Ruíz; hoy, 10-3 cortesía del experimentado Vicyohandri Odelín.
Más que detalles estadísticos de ambos juegos―si usted ha llegado hasta esta página, no hay motivos por los que no pueda consultarlos en el portal de la Federación Cubana de Béisbol―valdría una mirada a los elementos subjetivos de ambos desafíos.
De hecho, resaltan por dos singularidades bien marcadas: estos éxitos aseguran la segunda subserie ganada por Camagüey en la presente campaña (la otra se obtuvo 2-1 a costa de Villa Clara), y representan la única ocasión en que los nuestros han logrado eslabonar dos victorias consecutivas.
Sin embargo, como en una cebolla, las historias beisboleras de los Toros deben contarse teniendo en cuenta sus múltiples capas.
Como se esperaba, el pitcheo fue lo mejor en este par de compromisos. No han tenido suerte, pero el “Tornado” Ruiz y “Viyo” Odelín son lanzadores con suficientes armas como para imponerse, e imponer respeto en el nivel actual de la pelota cubana.
Sus éxitos fueron cimentados por cuatro ponches, dos boletos y una limpia (Norgito), y dos víctimas por strikes, un pasaje y dos anotaciones (Odelín); Socarrás y Casal cerraron, por ese orden.
OFENSIVA, DIVINA OFENSIVA
Penaron para llevar tres hombres al plato, el lunes; empujaron a diez, incluidos tres cuadrangulares, el martes. No hay quien pueda entender a la batería camagüeyana. Y conste que ayer se midieron a un Yaumier Sánchez que se autorrelevó en varias ocasiones.
Lo que para muchos resulta incógnito, el batazo a la “hora buena”, seguirá siéndolo al menos en el futuro inmediato.
El lunes seis imparables no alcanzaron para impedir que nueve hombres quedaran sobre las almohadillas. Este martes fue todo lo contrario, con 17 incogibles y William Luis compartiendo el liderato de vuelacercas (6) a pesar de promediar poco más de 200.
Nada, que Camagüey se anuncia nuevamente como el villano de los epílogos beisboleros. Por suerte para no pocos conjuntos envueltos en la lucha por la clasificación, el calendario ya no los enfrentará a los Toros. Si no, ¿quién sabe cuántas sorpresas depararía el final?
¡Sé el primero en comentar!