Si de algo estaba necesitada la selección nacional de béisbol de Cuba era de un juego como el que celebró frente a Holanda en su segunda salida en el torneo Premier 12, que reúne a la docena de vanguardia del ranking mundial de este deporte.
Claro que nada es más importante que la victoria alcanzada y los significados que ella encerró, entiéndase necesidad de ganar después de la derrota en el debut ante Canadá y los cinco años que han pasado perdiendo cada partido con esa selección europea, cuyo país se distingue por un excelente fútbol. Sin embargo, a nuestro juicio el triunfo trasciende esas pautas.
No hay dudas que el pelotero cubano rebosa cualidades, lo mismo defensivas que ofensivas, por los cuatro costados y en consecuencia los equipos que se conforman son verdaderas constelaciones, pero le ha faltado la expresión de esos atributos, mostrarse competitivo. Por eso la manera en que se le ganó a los holandeses es realmente lo más significativo, porque brotó la fibra que hace se vea en toda su magnitud el talento.
No recuerdo la última vez que un equipo cubano vino de abajo y alcanzó la victoria en un partido internacional, ojalá tuviera a mi lado un genio como el que trabaja en Radio Rebelde, Yeysander Rodríguez, para armarme de toda su precisión. Desmontar desventaja de tres para irse delante y luego volver a responder cuando perdió la ventaja mínima y defender el desafío como se hizo ante los tulipanes verdugos del último lustro, es algo que tampoco tengo en la memoria.
Y no hay nada como un día detrás de otro, por eso Buenafé lleva razón con eso de que el béisbol se parece a la vida. En la apertura hablábamos de la derrota y de su falta de paternidad y ahora de una victoria, en la que hay unos cuantos padres.
Stayler Hernández está en su primer equipo Cuba y ya tiene para contarles a sus hijos; quienes pensaron que aquí el jardinero azul no desbordaría como en la serie nacional, recibió un llamado de silencio. Sin incluir el desafío de hoy, ya tiene tres jits en ocho turnos, con tres empujadas, una anotada y su jonrón, a la hora buena como los grandes, fue crucial en la decisión del choque versus Holanda. “Me siento muy bien, tranquilo y confiado, cuando estás bien preparado, las cosas salen. Estoy muy feliz por el jonrón, pero más por la victoria. Sigo aprendiendo del profesor Víctor Mesa, me regañó, incluso tras el jonrón, porque no tomé las señas y perdimos una oportunidad de hacer más carreras”.
Tercero, cuarto y quinto, cambiaron de nombres y si en el estreno el trío anterior salió de 9-1, este de Yulieski, Despaigne y Malleta, produjo de 11-5, cuatro veces pisaron el home y empujaron una.
Lourdes Gurriel engarzó la jugada que hasta hoy es de las mejores del Premier 12, al menos aquí en el grupo B, con sede en esta ciudad. No impulsó carrera, pero evitó que el contrario pusiera el empate en posición anotadora, justo en el lance que selló el juego. “Cuando vi el batazo me dije, se lo llevó en claro, pero quedé impresionado por la carrera que hacia Lourdito y luego el salto felino, fue una joya y me siento muy orgulloso de él”, nos contó emocionado su hermano Yulieski, mientras él solo se reía y bromeaba, “si no salto en ese momento todavía estuviera corriendo”.
Me quedan dos padres. A unos le gusta a otros no, muchos lo critican y otros lo aplauden, pero la verdad es que Víctor Mesa en un terreno de pelota es como una moderna computadora, capaz de procesar las propias ideas que genera y anticiparse al contrario. En el juego de marras, fabricó cada una de las carreras, además de defenderlas. “No todo lo que piensas después sale bien, hoy (ayer) se fueron sin señas dos jugadores, en momentos muy importantes. Dos lanzadores cometen walk y te complican el juego, y se lo cantaron porque no hacen la parada, pero en nuestras Series Nacionales no lo decretan y estoy cansado de decirlo y no es majadería mía. Entonces aquí pagamos los platos rotos, como si fuéramos unos novatos, nosotros un país beisbolero”.
Reconoció el valor de los jugadores y afirmó “son unos leones, les exijo mucho, peleó, pero lo hago para ayudarlos y porque sé que tienen un tremendo talento”.
Cuando acabó el encuentro, el mentor salió corriendo, se internó en el banco adversario para luego ingresar en el club house holandés. La curiosidad me hizo seguirlo a paso de flecha y poder ser testigo de un abrazo con el ex ligamayorista, Andrw Jones. “No era una deuda, pero si un deseo, en el Clásico pasado no nos entendimos o nos malinterpretamos y le dije hace unos meses por teléfono que nos veríamos aquí para darnos este abrazo”, nos contó.
Del último padre lo que no me explicó cómo lo demoraron tanto para que llegara a la selección principal, un hombre que se ha cansado de demostrar su efectividad desde la lomita de lanzar y no hizo quedar mal a quienes confiaron en él. Fue magistral en cuatro completas, con pleno dominio en el comando de su pitcheo y con una serenidad aplastante. Si me pidieran el jugador del partido escribiría el nombre de José Ángel García, o simplemente el Chicha.
Ojo, ganarle a Holanda no puede ser un medidor de que hemos mejorado nuestra pelota, de hecho muchas de las deficiencias que ocurrieron en este juego, como el frustrado intento de doble robo, las jugadas que no fructificaron a la ofensiva por no tomar las señas, los movimientos ilegales en la tabla de lanzar y hasta la bola escondida fallida, aunque casi lograda, en ese partido, son atribuibles a que no tenemos un campeonato competitivo, que está urgido de exigencia técnica y táctica.
A las 11 y 30 de la noche de este propio miércoles, los peloteros cubanos estarán enfrentando a Puerto Rico, con Fredy Asiel Álvarez en el montículo, y lo harán tras haber enseñado la competitividad que añorábamos todos.
Claro que nada es más importante que la victoria alcanzada y los significados que ella encerró, entiéndase necesidad de ganar después de la derrota en el debut ante Canadá y los cinco años que han pasado perdiendo cada partido con esa selección europea, cuyo país se distingue por un excelente fútbol. Sin embargo, a nuestro juicio el triunfo trasciende esas pautas.
No hay dudas que el pelotero cubano rebosa cualidades, lo mismo defensivas que ofensivas, por los cuatro costados y en consecuencia los equipos que se conforman son verdaderas constelaciones, pero le ha faltado la expresión de esos atributos, mostrarse competitivo. Por eso la manera en que se le ganó a los holandeses es realmente lo más significativo, porque brotó la fibra que hace se vea en toda su magnitud el talento.
No recuerdo la última vez que un equipo cubano vino de abajo y alcanzó la victoria en un partido internacional, ojalá tuviera a mi lado un genio como el que trabaja en Radio Rebelde, Yeysander Rodríguez, para armarme de toda su precisión. Desmontar desventaja de tres para irse delante y luego volver a responder cuando perdió la ventaja mínima y defender el desafío como se hizo ante los tulipanes verdugos del último lustro, es algo que tampoco tengo en la memoria.
Y no hay nada como un día detrás de otro, por eso Buenafé lleva razón con eso de que el béisbol se parece a la vida. En la apertura hablábamos de la derrota y de su falta de paternidad y ahora de una victoria, en la que hay unos cuantos padres.
Stayler Hernández está en su primer equipo Cuba y ya tiene para contarles a sus hijos; quienes pensaron que aquí el jardinero azul no desbordaría como en la serie nacional, recibió un llamado de silencio. Sin incluir el desafío de hoy, ya tiene tres jits en ocho turnos, con tres empujadas, una anotada y su jonrón, a la hora buena como los grandes, fue crucial en la decisión del choque versus Holanda. “Me siento muy bien, tranquilo y confiado, cuando estás bien preparado, las cosas salen. Estoy muy feliz por el jonrón, pero más por la victoria. Sigo aprendiendo del profesor Víctor Mesa, me regañó, incluso tras el jonrón, porque no tomé las señas y perdimos una oportunidad de hacer más carreras”.
Tercero, cuarto y quinto, cambiaron de nombres y si en el estreno el trío anterior salió de 9-1, este de Yulieski, Despaigne y Malleta, produjo de 11-5, cuatro veces pisaron el home y empujaron una.
Lourdes Gurriel engarzó la jugada que hasta hoy es de las mejores del Premier 12, al menos aquí en el grupo B, con sede en esta ciudad. No impulsó carrera, pero evitó que el contrario pusiera el empate en posición anotadora, justo en el lance que selló el juego. “Cuando vi el batazo me dije, se lo llevó en claro, pero quedé impresionado por la carrera que hacia Lourdito y luego el salto felino, fue una joya y me siento muy orgulloso de él”, nos contó emocionado su hermano Yulieski, mientras él solo se reía y bromeaba, “si no salto en ese momento todavía estuviera corriendo”.
Me quedan dos padres. A unos le gusta a otros no, muchos lo critican y otros lo aplauden, pero la verdad es que Víctor Mesa en un terreno de pelota es como una moderna computadora, capaz de procesar las propias ideas que genera y anticiparse al contrario. En el juego de marras, fabricó cada una de las carreras, además de defenderlas. “No todo lo que piensas después sale bien, hoy (ayer) se fueron sin señas dos jugadores, en momentos muy importantes. Dos lanzadores cometen walk y te complican el juego, y se lo cantaron porque no hacen la parada, pero en nuestras Series Nacionales no lo decretan y estoy cansado de decirlo y no es majadería mía. Entonces aquí pagamos los platos rotos, como si fuéramos unos novatos, nosotros un país beisbolero”.
Reconoció el valor de los jugadores y afirmó “son unos leones, les exijo mucho, peleó, pero lo hago para ayudarlos y porque sé que tienen un tremendo talento”.
Cuando acabó el encuentro, el mentor salió corriendo, se internó en el banco adversario para luego ingresar en el club house holandés. La curiosidad me hizo seguirlo a paso de flecha y poder ser testigo de un abrazo con el ex ligamayorista, Andrw Jones. “No era una deuda, pero si un deseo, en el Clásico pasado no nos entendimos o nos malinterpretamos y le dije hace unos meses por teléfono que nos veríamos aquí para darnos este abrazo”, nos contó.
Del último padre lo que no me explicó cómo lo demoraron tanto para que llegara a la selección principal, un hombre que se ha cansado de demostrar su efectividad desde la lomita de lanzar y no hizo quedar mal a quienes confiaron en él. Fue magistral en cuatro completas, con pleno dominio en el comando de su pitcheo y con una serenidad aplastante. Si me pidieran el jugador del partido escribiría el nombre de José Ángel García, o simplemente el Chicha.
Ojo, ganarle a Holanda no puede ser un medidor de que hemos mejorado nuestra pelota, de hecho muchas de las deficiencias que ocurrieron en este juego, como el frustrado intento de doble robo, las jugadas que no fructificaron a la ofensiva por no tomar las señas, los movimientos ilegales en la tabla de lanzar y hasta la bola escondida fallida, aunque casi lograda, en ese partido, son atribuibles a que no tenemos un campeonato competitivo, que está urgido de exigencia técnica y táctica.
A las 11 y 30 de la noche de este propio miércoles, los peloteros cubanos estarán enfrentando a Puerto Rico, con Fredy Asiel Álvarez en el montículo, y lo harán tras haber enseñado la competitividad que añorábamos todos.