"Pobre de los que con su apología y autocomplacencia no ven más allá de sus narices las necesidades y carencias de nuestro querido béisbol", comenta el periodista Normando Hernández Castro, de CMHW.
Concluyó en Barranquilla, Colombia, el torneo de béisbol de los 23 Juegos Centroamericanos y del Caribe-2018, con el título para Puerto Rico, el segundo lugar para Cuba y la tercera posición para Colombia. Los dos primeros con el boleto asegurado para los Panamericanos de Lima el próximo añ.
Pocas veces Cuba había perdido un torneo de esta naturaleza, incluyendo las ocasiones en que nuestro deporte, por una u otra razón, no estuvo presente en alguna de las ediciones anteriores de estos juegos regionales, por cierto, los más antiguos del mundo.
La meta con que viajaron nuestros peloteros a Barranquilla estaba clara y confirmada: “lograr el primer lugar, ganar la medalla de oro”, que de hecho conllevaba la clasificación para los próximos Juegos Panamericanos. Sin embargo, no se pudo lograr la ansiada medalla dorada porque desde temprano perdimos contra Puerto Rico y Venezuela, y luego los boricuas hicieron lo suyo para muy merecidamente disfrutar con antelación de la bien ganada coronación. Solo nos quedaba como “tabla salvadora” engancharnos en la lucha por esa clasificación, desviándonos un poco del hecho de que nuestro béisbol sigue perdiendo con cualquier equipo que integre, y en cualquier nivel de competencia.
No pretendo aquí enumerar lugares y torneos donde nuestras selecciones nacionales han caído en los últimos años, pues incluyendo otros grandes eventos, son muchos. Recordemos solamente que en el sub-23 no clasificamos para el próximo mundial, y que el otro conjunto que fue al torneo de Harlem tuvo una actuación desastrosa.
Desde hace años estoy hablando y advirtiendo todo lo que está ocuriendo en el béisbol cubano, tratando de que alguien, sobre todo, (los grandes decidores), tomen partido en este asunto, que para mí es de vital importancia, pues por tratarse de nuestro deporte nacional, es la disciplina que más mueve al aficionado cubano, y por ende, el espectáculo deportivo-recreativo que más espera la afición nacional.
La solución de los problemas del béisbol cubano no se logra con estar cambiando constantemente las estructuras y sistemas competitivos. No se trata de reuniones vacías, a veces cargadas de elogios y autocomplacencia. No se trata de refuerzos y más refuerzos que al final son engañosos de la calidad de nuestros torneos y de nuestros equipos. Recordemos que en tiempos anteriores cada territorio competía solo con los peloteros que tenía, y eran campeonatos dignos de imitar, llenos de público en cada jornada, y de una calidad y rivalidad deportiva a toda prueba. Hoy todo lo queremos resolver con estructuras y refuerzos, cuando al final los equipos y las provincias quedan con las mismas carencias y dificultades de siempre, y nada avanza.
Para analizar bien lo que está pasando desde hace rato en el béisbol cubano, hay que hacer casi un Congreso, escuchar a mucha gente, hacer cambios a todos los niveles, limpiarnos de compromisos y de métodos de trabajo que nada le han aportado a nuestro deporte nacional más allá de críticas, constantes cuestionamientos y malos resultados en los eventos donde tomamos parte.
Hay que trabajar mucho en la base, facilitar los recursos necesarios en escuelas y áreas deportivas, hacer buenos campeonatos en todas las categorías, revisar y fortalecer la fuerza técnica con los mejores y más exitosos entrenadores que tenga cada provincia, mejorar cualitativamente las matrículas y búsquedas de talentos, respetar los reglamentos que rigen la vida y competencias del béisbol, mejorar el trabajo arbitral, cumplir exactamente todo lo que se dispone para el entrenamiento de los atletas que están en plena etapa competitiva, saber qué se hace en cada provincia para desarrollar a las jóvenes figuras, aplicar la ciencia y la técnica, darle la atención requerida a los atletas en cada territorio, y muchísimas cosas más, para poder intentar salvar nuestro deporte nacional, que es salvar nuestra propia identidad.
Siempre estaré al lado de los que en cualquier sitio aboguen por defender, mejorar y desarrollar nuestro deporte nacional, que bastante se ha deteriorado ya, y que implora, pide a gritos, que se ocupen de él como hay que hacerlo. Pobre de los que con su apología y autocomplacencia no ven más allá de sus narices las necesidades y carencias de nuestro querido béisbol, porque al menos yo, las he visto y las he advertido desde hace mucho rato.
Concluyó en Barranquilla, Colombia, el torneo de béisbol de los 23 Juegos Centroamericanos y del Caribe-2018, con el título para Puerto Rico, el segundo lugar para Cuba y la tercera posición para Colombia. Los dos primeros con el boleto asegurado para los Panamericanos de Lima el próximo añ.
Pocas veces Cuba había perdido un torneo de esta naturaleza, incluyendo las ocasiones en que nuestro deporte, por una u otra razón, no estuvo presente en alguna de las ediciones anteriores de estos juegos regionales, por cierto, los más antiguos del mundo.
La meta con que viajaron nuestros peloteros a Barranquilla estaba clara y confirmada: “lograr el primer lugar, ganar la medalla de oro”, que de hecho conllevaba la clasificación para los próximos Juegos Panamericanos. Sin embargo, no se pudo lograr la ansiada medalla dorada porque desde temprano perdimos contra Puerto Rico y Venezuela, y luego los boricuas hicieron lo suyo para muy merecidamente disfrutar con antelación de la bien ganada coronación. Solo nos quedaba como “tabla salvadora” engancharnos en la lucha por esa clasificación, desviándonos un poco del hecho de que nuestro béisbol sigue perdiendo con cualquier equipo que integre, y en cualquier nivel de competencia.
No pretendo aquí enumerar lugares y torneos donde nuestras selecciones nacionales han caído en los últimos años, pues incluyendo otros grandes eventos, son muchos. Recordemos solamente que en el sub-23 no clasificamos para el próximo mundial, y que el otro conjunto que fue al torneo de Harlem tuvo una actuación desastrosa.
Desde hace años estoy hablando y advirtiendo todo lo que está ocuriendo en el béisbol cubano, tratando de que alguien, sobre todo, (los grandes decidores), tomen partido en este asunto, que para mí es de vital importancia, pues por tratarse de nuestro deporte nacional, es la disciplina que más mueve al aficionado cubano, y por ende, el espectáculo deportivo-recreativo que más espera la afición nacional.
La solución de los problemas del béisbol cubano no se logra con estar cambiando constantemente las estructuras y sistemas competitivos. No se trata de reuniones vacías, a veces cargadas de elogios y autocomplacencia. No se trata de refuerzos y más refuerzos que al final son engañosos de la calidad de nuestros torneos y de nuestros equipos. Recordemos que en tiempos anteriores cada territorio competía solo con los peloteros que tenía, y eran campeonatos dignos de imitar, llenos de público en cada jornada, y de una calidad y rivalidad deportiva a toda prueba. Hoy todo lo queremos resolver con estructuras y refuerzos, cuando al final los equipos y las provincias quedan con las mismas carencias y dificultades de siempre, y nada avanza.
Para analizar bien lo que está pasando desde hace rato en el béisbol cubano, hay que hacer casi un Congreso, escuchar a mucha gente, hacer cambios a todos los niveles, limpiarnos de compromisos y de métodos de trabajo que nada le han aportado a nuestro deporte nacional más allá de críticas, constantes cuestionamientos y malos resultados en los eventos donde tomamos parte.
Hay que trabajar mucho en la base, facilitar los recursos necesarios en escuelas y áreas deportivas, hacer buenos campeonatos en todas las categorías, revisar y fortalecer la fuerza técnica con los mejores y más exitosos entrenadores que tenga cada provincia, mejorar cualitativamente las matrículas y búsquedas de talentos, respetar los reglamentos que rigen la vida y competencias del béisbol, mejorar el trabajo arbitral, cumplir exactamente todo lo que se dispone para el entrenamiento de los atletas que están en plena etapa competitiva, saber qué se hace en cada provincia para desarrollar a las jóvenes figuras, aplicar la ciencia y la técnica, darle la atención requerida a los atletas en cada territorio, y muchísimas cosas más, para poder intentar salvar nuestro deporte nacional, que es salvar nuestra propia identidad.
Siempre estaré al lado de los que en cualquier sitio aboguen por defender, mejorar y desarrollar nuestro deporte nacional, que bastante se ha deteriorado ya, y que implora, pide a gritos, que se ocupen de él como hay que hacerlo. Pobre de los que con su apología y autocomplacencia no ven más allá de sus narices las necesidades y carencias de nuestro querido béisbol, porque al menos yo, las he visto y las he advertido desde hace mucho rato.