Los Cazadores de Artemisa conquistaron el primer título sub-23.
La bola se elevó, inofensiva, presa fácil para el antesalista Alay Rafael Lago. En su guante cayó el último out del primer torneo nacional sub-23 de béisbol, y los peloteros artemiseños, flamantes monarcas, corrieron en dirección al bosque derecho, rumbo a la fotografía de Yadier Pedroso, dedicatoria perfecta y emotiva al fallecido lanzador, uno de los mejores de la provincia y el país en el presente siglo.
Ya lo tenían en mente, en parte por saberse con muchas opciones de triunfar sobre Camagüey, su rival en la discusión del cetro, aunque no mostraron atisbo alguno de exceso de confianza. “Hemos ganado dos batallas, pero no la guerra”, sentenció antes del partido Jorge Luis Machado, mentor de los Cazadores.
En efecto, la contienda no había terminado, y así lo interpretó la novena occidental desde bien temprano. Ímpetu desbordado y altas revoluciones caracterizaron su despliegue, capaz de dejar literalmente en nada las credenciales mostradas en las rondas anteriores por los agramontinos, ahora derrotados 6-0.
“Durante el campeonato hemos tenido individualidades, hombres que han destacado por encima de la media, pero nuestra mayor fortaleza es la cohesión, el juego colectivo”, acotó el ‛Dibujante de Guanajay, como se le conocía al director de los Cazadores por su exquisito control cuando lanzaba.
Ofensiva combinada que, incluyó bateo por detrás del corredor, toques de bola, líneas feroces a terreno de nadie y velocidad sobre las almohadillas, catapultó a los Cazadores, autores de seis anotaciones que facilitaron el trabajo de sus serpentineros.
El espigado diestro Navid Luis Cosme caminó siete entradas casi perfectas, con un dominio notable de la zona, apoyado en bolas rompientes muy efectivas, mientras del cierre se encargó Yunieski García, relevista que será intransitable cuando logre pulir la localización de sus rectas, pues tiene un avasallador cambio de velocidad capaz de romper a poderosas alineaciones.
De esta forma, el staff de los Cazadores extendió a 27 su cadena de ceros frente a los Toros en la final, sin dudas un arma incontestable que les permite entrar en la historia como los primeros monarcas del torneo nacional sub-23.
La bola se elevó, inofensiva, presa fácil para el antesalista Alay Rafael Lago. En su guante cayó el último out del primer torneo nacional sub-23 de béisbol, y los peloteros artemiseños, flamantes monarcas, corrieron en dirección al bosque derecho, rumbo a la fotografía de Yadier Pedroso, dedicatoria perfecta y emotiva al fallecido lanzador, uno de los mejores de la provincia y el país en el presente siglo.
Ya lo tenían en mente, en parte por saberse con muchas opciones de triunfar sobre Camagüey, su rival en la discusión del cetro, aunque no mostraron atisbo alguno de exceso de confianza. “Hemos ganado dos batallas, pero no la guerra”, sentenció antes del partido Jorge Luis Machado, mentor de los Cazadores.
En efecto, la contienda no había terminado, y así lo interpretó la novena occidental desde bien temprano. Ímpetu desbordado y altas revoluciones caracterizaron su despliegue, capaz de dejar literalmente en nada las credenciales mostradas en las rondas anteriores por los agramontinos, ahora derrotados 6-0.
“Durante el campeonato hemos tenido individualidades, hombres que han destacado por encima de la media, pero nuestra mayor fortaleza es la cohesión, el juego colectivo”, acotó el ‛Dibujante de Guanajay, como se le conocía al director de los Cazadores por su exquisito control cuando lanzaba.
Ofensiva combinada que, incluyó bateo por detrás del corredor, toques de bola, líneas feroces a terreno de nadie y velocidad sobre las almohadillas, catapultó a los Cazadores, autores de seis anotaciones que facilitaron el trabajo de sus serpentineros.
El espigado diestro Navid Luis Cosme caminó siete entradas casi perfectas, con un dominio notable de la zona, apoyado en bolas rompientes muy efectivas, mientras del cierre se encargó Yunieski García, relevista que será intransitable cuando logre pulir la localización de sus rectas, pues tiene un avasallador cambio de velocidad capaz de romper a poderosas alineaciones.
De esta forma, el staff de los Cazadores extendió a 27 su cadena de ceros frente a los Toros en la final, sin dudas un arma incontestable que les permite entrar en la historia como los primeros monarcas del torneo nacional sub-23.