Ha pasado poco más de siete meses desde aquella triste mañana en la que el mundo del béisbol se despertó con la lamentable noticia de que uno de los lanzadores jóvenes con mejor presente y un brillante futuro había fallecido en un accidente en bote. José Fernández murió el 25 de septiembre pasado, pero aún Aledmys Díaz trata de aprender a lidiar con la desaparición física de su “hermano”.

Ambos nacieron en la misma calle en Santa Clara, jugaron juntos a la pelota desde pequeños e incluso la familia de Díaz le ayudó a Fernández, un niño entonces, a dar sus primeros pasos en el diamante. Por ese lazo tan fuerte, el parador en corto de los Cardenales de San Luis, quien apenas llegó a las Grandes Ligas en 2016, no desampara a la familia cercana del exlanzador de los Marlins de Miami.

“Es difícil”, soltó Aledmys en una entrevista publicada este lunes por la cadena Fox Sports. “Cada vez que pierdes a la gente que amas, es difícil. Pero creo que ahora mismo me estoy enfocando en ayudar y respaldar a su familia. Él era como un hermano para mí”.

Aquel batazo

Un momento relacionado al fallecimiento de la joya monticular cubana fue cuando, dos días después en su primer juego desde el suceso, Díaz conectó un grand slam que dedicó a su gran amigo y su familia. Fue ante los Rojos de Cincinnati, un batazo que ayudó a ganar 12-5 a los Cardenales.

“Gracias a Dios, llegué al inning con las bases llenas y tuve la oportunidad de conectar una recta y dar un jonrón. Al mismo tiempo, creo que fue mi chance de darle eso a su familia”, siguió el promisorio campocorto. “Recuerdo que su mamá le escribió un mensaje de texto a mi mamá tres días después de eso, diciéndole: ‘Gracias por ese momento’. Me siento mejor porque ellos vieron ese grand slam”.

Ese, curiosamente, fue el último vuelacerca (17) que disparó el torpedero en la campaña anterior, en la que quedó quinto en la votación del premio al Novato del Año de la Liga Nacional.

Lección aprendida

Más que quedarse estancado sin superar el accidente que acabó con la existencia de Fernández, Díaz prefiere tomarlo como algo bueno y sacar lecciones de vida de ese hecho que enlutó al mundo de la pelota y le quitó a este deporte un joven que gozaba y disfrutaba del juego como un niño.

“Por todo eso que le pasó, ahora nunca tomo nada por hecho”, confesó el pelotero de 26 años. “Cada vez que me pongo un uniforme, trato de disfrutar esto al máximo porque era lo que él (Fernández) quería. Cada vez que él se ponía el uniforme, solo quería jugar duro y disfrutar el juego”.