por peñista Boris Cabrera Acosta (cubano de a pie)

Los comentaristas deportivos siempre temen “mojarse“, lanzarse al agua, hacer un pronóstico, corren el riesgo del descredito, la burla y la crítica punzante. Pero todo en esta vida es un riesgo, y esos me motivan, aunque la verdad, que en esta ocasión específica, no hay que ser muy sabio, ni muy conocedor, ni demasiado analítico, no se necesitan bolas de cristal, ni gitanas que tiren cartas, ni preguntarle a oráculos o babalaos para predecir el futuro inmediato: El juego 6 lo gana Matanzas.
El beisbol es uno de los deportes más complicados para jugar, entender, anotar y predecir. Pero serán los factores psicológicos los encargados de inclinar la balanza en este partido que se avecina. Los verdes llevan la peor parte, terreno ajeno, publico en contra, perdieron el último partido, regulares lesionados y director novato. A esto hay que sumarle que no pueden contar con su mejor lanzador y su mejor relevo fue apaleado hace unos días. Los rojos, apoyados por una fanaticada eufórica, vienen de ganar holgadamente, no hay lesiones, tienen más hambre de victorias, hay motivación, jugadores en excelente forma deportiva y una banca dispuesta y competitiva. Sus lanzadores en óptimas condiciones y el cuerpo de relevistas listo para sus funciones individuales.
Entonces, si todos sabemos estos atenuantes, ¿Por qué razón muchos aun dan como favorito a los Vegueros de Pinar del Rio? La respuesta es sencilla: La culpa es de Víctor Mesa.
No hablaremos del trabajo de Víctor en esa provincia, cosa que hasta el más furibundo de sus detractores tiene que reconocer. Desde que tomó las riendas, los yumurinos son el equipo que más gana en las series nacionales, para muchos el mejor, el más balanceado y el más temido, pero eso no basta para ganar campeonatos, por desgracia para Víctor, existen los play-off, los cruces, la muerte súbita, y es ahí donde todo se desmorona, se esfuma o se va a bolina como un papalote. Los Matanceros siempre quedan a las puertas, llegan muertos a la orilla, o se les va el tren de la victoria en el último minuto. Víctor mesa los deja en el umbral y se desaparece, como niños huérfanos quedan los matanceros, perdidos y descontrolados y se desploman estrepitosamente. Víctor Mesa, como he dicho en otras ocasiones, no cambiara, continuara inyectando presión por las venas de todos, inquieto, gesticulando y despertando adrenalinas a diestra y siniestra. Es obstinado por naturaleza y prefiere caer derrotado antes de cambiar sus métodos, sus formas, su personalidad arrolladora. Los inadaptados van quedando en el camino, el tenso, el de nervios frágiles, el que se asusta y se empequeñece. Su trabajo es descubrirlos, identificarlos y extraerlos con pinzas largas si quiere lograr su objetivo soñado.
‘’Gracias a Víctor Mesa llegamos a la final y gracias a Víctor Mesa perdimos la final’’, esa frase recorre las calles de los barrios matanceros, está en la mente de todos, está presente en cada comentario deportivo, en cada predicción y en cada análisis de estos partidos. Los cocodrilos de ayer no son los mismos de hoy, salvo algún caso aislado, han quedado los adaptados y han llegado de otras tierras otros que no se amilanan fácilmente y serán, a la postre, los que empujen el carro de la victoria final. Hablo de Paumier, de Manduley, de Freddy Asiel, de Jose Ángel o de Alexander Rodriguez.
Así que resumiendo, comprendo a los que pasan por encima de muchas cosas para no dar su voto a matanzas, a los que se juegan cajas de cervezas en su contra y a los que ven con ojos pesimistas esta recta final para ellos. Pero esta vez, será diferente, las condiciones están creadas, el terreno está listo, el juego seis será el último. Nos vemos en la final