Cuando se gana las ideas fluyen solas, pero de ocurrir lo contrario, cuando el pesar resiente y sensibiliza cada fibra humana –léase de aficionado/a–, se torna difícil la referencia, como ahora con el nuevo traspié de los Cocodrilos de Matanzas, cuyas puertas se cerraron en el camino hacia la final de la 56 Serie Nacional de Béisbol.

Es cierto, de nuevo se abre la herida, por la que en los últimos seis años se escapan aspiraciones y alegrías al no lograrse el ansiado título, pero no es menos cierto que nadie tiene la culpa, porque para ello habría que hallar a alguien que no quisiera alcanzar tal gloria, o mejor dicho, volverla a vivir, como en 1991, última vez que se experimentó el dulce suceso.

En el duelo contra Granma, tal parecía que la suerte estaba echada a favor de los Cocodrilos, pero no fue así. El béisbol, se dice, tiene parte de si y no, pero se requiere en grado superlativo de factores como pitcheo, ofensiva y defensa, y en ellos los Alazanes se comportaron mejor cuando se requirió, a pesar de las estrategias utilizadas para evitarlo.

A quienes desean una disculpa del equipo vale señalar que no es posible tal desatino. Acaso estos últimos en algún momento se adjudicaron para sí y vanagloriaron por los 70 éxitos en 90 juegos en la temporada regular, hazaña que perdurará por mucho tiempo, y disfruta cada matancero. No es posible darle paso a tal locura.

Y aunque no todos los peloteros tuvieron similar acierto y entrega a la causa común en el quehacer cotidiano, sí fue general la disciplina. En particular el cumplimiento de las indicaciones directivas que, de incumplirse, se aplicaron medidas inmediatas, a veces consideradas demasiadas fuertes y no compartidas por muchos.

Por ejemplo, cuando no se hacía bien lo indicado mediante señas, o había morosidad en el corrido de las bases o en fildear en el cuadro y en los jardines. Siempre quedó la huella de la enseñanza para que no se repitiera la falta.

Existen otros temas sujetos al análisis, como la selección de atletas aptos, en correspondencia con el nivel de una SNB. Es un lujo demasiado costoso en lo económico y deportivo, llamar a hombres cuya calidad riña con tal demanda. Esto no sucede en ningún béisbol del mundo.

Al reconocerse que el alto mando ofreció posibilidades a los jóvenes valores, incluidos los de reserva, ello no evita señalar, también con ojo crítico, las dificultades en el toque de bola, una asignatura pendiente, al igual que buscar al hombre adecuado para cada posición. Las improvisaciones se pagaron caras hasta el último juego.

Víctor Mesa, en sus palabras de despedida como mentor, habló de cuantiosos talentos de la categoría elite y sub-23, en las cuales existen torpederos y antesalistas capaces de mostrar talento. En sus respetivos territorios deben dárseles oportunidades y ayuda específica. La provincia los necesita.

Víctor Mesa deja un legado que sería injusto mirarse solo desde el perfil del ‘no título’, sino de cuanto mostró en el juego colectivo, cohesionado, en el respeto al deporte, al público y al espectáculo; a jugarse al máximo se gane o pierda, y saber ascender desde abajo. También a insistir en la atención al pelotero, y que este se gane con su actuación cuanto reciba.

No se ganó, y eso le duele a cada matancero. Se requiere perfeccionar los sistemas de entrenamiento, presionar lo necesario, sin extremos, y tratar a todos por igual, porque cada pieza es útil en su momento.

Muchos hablan de la ausencia de un líder entre los Cocodrilos, pero este no se selecciona, surge por sus propias cualidades, por su ejemplaridad en todo, y es capaz de ser seguido en el terreno por sus compañeros, de forma positiva. Claro que en el equipo Matanzas hace falta esa guía, y puede surgir de los que ahora están o entre los que se incorporen en la próxima tempoda nacional.

Sería bueno, además, que quienes rigen esta disciplina en el país reformulen el sistema de los Play Off, para que sean más justas las finales, de forma directa, entre primero-segundo y tercero-cuarto, y los refuerzos favorezcan a quienes mejor salieron en la etapa regular, no como ocurrió ahora. No preciso qué, saben a lo que nos referimos.