Por Duniesky R. Vargas

En nuestra tierra, en lo concerniente al deporte, especialmente en lo relacionado al beisbol (a esa, aún hoy, a pesar de los pesares, latente pasión nacional), existen dos caras de una misma moneda, que están al mismo tiempo muy unidas, pero que inexplicable e inexorablemente continúan sus senderos por vertientes diferentes. La mejor forma de definir, apreciar o analizar estas dos vertientes, es definiéndolas en dos perfiles opuestos de interrogantes o dudas razonables, tales como:

¿Por qué tiene que ser tan difícil solucionar los problemas del beisbol o sencillamente luchar por él? ¿Por qué si los que estamos en mayoría, tenemos la razón, tiene que de todas formas, ser tan difícil? ¿Por qué si la afición clama una y otra vez por un cambio de mentalidad, de parte de los que deciden sobre el beisbol en nuestro país, es tan difícil que esto acontezca? ¿Por qué es tan difícil luchar por el beisbol, vivir para él, trabajar por él? ¿Por qué es tan difícil para los que mandan, los que deciden, los que decretan, comprender que el beisbol es cultura, es idiosincrasia, es parte indispensable de la afición a la que supuestamente ellos se deben? ¿Por qué es tan difícil, tan incomprensible, comprender por algunas y determinadas personas, con mediano o total poder de decisión, que fenómenos tan especiales como el beisbol y la política, no se llevan, porque sencillamente, no se entienden, por la simple razón de que el segundo, trata de subordinar al primero a sus propios intereses, que por lo general, nunca están lo suficientemente claros? ¿Por qué es tan difícil hoy en día, darle al beisbol la atención que en su momento, nuestro Comandante en Jefe fue capaz de darle, incluso, en plena OPCIÓN CERO? ¿Cuesta tanto acaso, comprender que los tiempos han ido cambiando y la manera de hacer las cosas de los que deciden en materia de beisbol, se ha ido quedando varada en algún rincón del pasado, ignorando una tras otra, todas las leyes de la dialéctica, que expresan que todo está en constante cambio y desarrollo, cuestión esta que los ha ido alejando una y otra vez de los intereses e incluso del respeto de las grandes mayorías? ¿Es tan difícil, tan humillante acaso, reconocer que las nuevas generaciones, tienen otras aspiraciones, nuevas concepciones, que con el empleo de enfoques vacíos, ingenuas justificaciones y torpes decisiones, no se lograran mantener sumidas en el silencio que proviene de la ignorancia, porque hace rato, que saben, que en el mundo del deporte, hay mucho más, que las minucias que están dispuestos a otorgarles aquí adentro, los que deciden y decretan en materia deportiva, tanto a atletas como a aficionados? ¿Cuesta tanto reconocer que el atleta cubano siente por su PATRIA, pero que al igual que el reparador de sueños, tiene familia y necesita ganar, no pudiendo sentarse a esperar las escasas oportunidades de las que serían acreedores, si confían una vez más y esperan por el poder de decisión, de una burocracia o tecnocracia deportiva, a la que no le interesa para nada el bienestar del atleta, por no hablar ya del bienestar, de la mismísima AFICIÓN? ¿Es tan difícil entender que el atleta no puede sentarse a esperar pacientemente a que otros decidan sobre su futuro y más cuando cada uno de esos atletas conoce sobre sus potencialidades, sobre sus verdaderas posibilidades? ¿Es tan difícil entender (por ejemplo), por qué un atleta como Alfredo Despaigne se niega a ser convertido en simple instrumento o monigote, que pueda ser usado a su antojo por los que mandan y decretan en materia deportiva, sin ni tan siquiera haber contado con él, negándole sus más elementales derechos, no solo como atleta, sino incluso como ciudadano cubano? Son preguntas e interrogantes razonables, cuyas respuestas son tan fuertes, que me obligan a resumirlas y muy a mi pesar, en solo dos palabras: SIN COMENTARIOS…

Sin embargo resulta contradictorio el mismo nivel de interrogantes que se derivan de la otra cara de la moneda…

¿Por qué resulta tan fácil para los que deciden sobre el beisbol, no sentir un amor verdadero por el deporte, por ese mismo, que se supone, deberían defender? ¿Por qué les resulta tan fácil, le sale tan natural a los que deciden en materia deportiva en nuestro país y en especial sobre el beisbol, la acción y efecto de bloquear, anular, dilatar, prorrogar o incluso prohibir la proliferación de nuevas, brillantes y hasta necesarias ideas, que habitan en los más nobles proyectos que nacen producto de la sabiduría popular, del corazón de la nación? ¿Por qué le resulta tan fácil, tan espontáneo a la máxima dirección del beisbol y del deporte en general dentro de nuestra tierra, el arte y efecto de esgrimir ante la ilustradora verdad, armas tan ineficientes como la mentira, el secretismo y la falta de consideración? ¿Por qué les resulta tan fácil, a los mismos encargados de atender las necesidades y aspiraciones de la afición, sencillamente el no satisfacerlas o definitivamente mantenerse en la inamovilidad? ¿Por qué les resulta tan fácil a partir de los fracasos desmedidos, decir con la mayor tranquilidad del mundo que todo está bien, que se está trabajando, que hace falta que tengamos paciencia e incluso hasta un poco de confianza? ¿PACIENCIA? ¿CONFIANZA? ¿…? ¡¡POR DIOS!! ¿¿¿En base a qué??? ¿Dónde están los resultados de esa élite directiva del deporte y del beisbol en especial, que solo se ha dedicado a improvisar, a vivir de lo que las glándulas salivales y la capacidad de distender los momentos, ha sido capaz de exteriorizar? ¿Por qué les resulta tan fácil, intentar engañarnos, jugar con nuestra inteligencia, ignorar las añoranzas de la gran mayoría? ¿Por qué les resulta tan fácil, irrespetar al deporte, irrespetar al beisbol, irrespetar la historia de los propios atletas y pisotear los deseos y aspiraciones de la afición? ¿Por qué? ¿Cuál ha sido nuestro delito, nuestra falta, nuestra infracción? ¿Por qué merece la afición cubana, la mayoría de la afición cubana, ser castigada de una forma tan burda, por una gestión tan desfavorable en materia deportiva? ¿Por qué la obra de Fidel, de nuestro Comandante en Jefe en lo concerniente al deporte, en especial en lo relacionado con el beisbol, se destruye, se pisotea, día a día, hora a hora, minuto a minuto, segundo a segundo, precisamente por los que se supone están encargados, de cuidarla, de mejorarla, de cultivarla? En este caso las respuestas a cada una de estas interrogantes, afloran tan fuerte en el corazón de los verdaderos amantes al deporte, en esos mismos que han intentado contra viento, marea, burocracia y tecnocracia, tratar de inaugurar y hacer avanzar al proyecto del Salón de la Fama del Beisbol Cubano, así como de cuanta idea noble se enarbola en bien del deporte y del beisbol en general, esos reclamos y respuestas suenan tanto desde adentro del alma de la nación, que provocan la tentación desmedida de expresar extremadamente y a viva voz, lo que se interpreta, lo que se deriva de ellas, pero que la cordura en su afán de sabia consejera, obliga igualmente a resumir tristemente en tan solo dos dolorosas y desgarradoras palabras: SIN COMENTARIOS…

Y mientras tanto el BEISBOL languidece, llevándose consigo, nuestros sueños y añoranzas, nuestras aspiraciones, nuestra conciencia e incluso… nuestra triste y deteriorada alma, que a fin de cuentas, es parte indisoluble, de la esencia, de la mismísima NACIÓN CUBANA…