Difícil es apartar del entrenamiento al profesor Víctor Figueroa Figueroa. Observa con pupilas pedagógicas. Está considerado entre los mejores preparadores físicos del béisbol en el país.

Lo confirma la asimilación de conocimientos por quienes transitan por su ‘escuela’, ya sea en Series Nacionales o equipos Cuba. Ahora lo apoyan otros valiosos preparadores como Rogelio García y Heriberto Collazo, junto a técnicos locales.

Con el estadio Victoria de Girón como sede, se halla inmerso en los ajetreos previos para la LVI Serie Nacional, que comenzará el próximo 7 de agosto. El accionar es constante, nadie permanece sentado. En los jardines, cuadro y receptoría la actividad resulta simultánea.

Con el objetivo de verificar lo aprendido, los lanzadores, en el bullpen, adecuan sus cuerpos a lo que se avecina: juegos entre ellos y otras preselecciones como las de los Elefantes de Cienfuegos y Naranjas de Villa Clara.

Los enmascarados Ariel Martínez, Orlando Arencibia y Evelio Hernández –los demás trabajaban al fondo, en el área del pitcheo– reciben lances bajos y de piconazo desde las bases. Luego tiran a segunda para perfeccionar ambos desempeños.

Tras los parapetos ubicados en el montículo para evitar ser golpeados, dos entrenadores (zurdo y derecho) lanzan a bateadores de similares características que deben conectar a ambos. Tras ellos, una especie de back stop.

“El bateador debe ser integral. Habituarse a los lances, sus ángulos de salidas, variedad; particulares del monticulista, velocidad. Tiene que enfrentar a zurdos y derechos con idéntica naturalidad y, para esto, hay que adiestrarse bien, obtener habilidades y experiencia”. Lo mismo ocurre con el lanzador, debe saber enfrentar a hombres situados a ambos lados del plato”.

En la franja de arena que circunda al terreno, tras el home, también existe apreciable actividad. El batting tee mantiene atareado a numerosos atletas que pegan fuerte a la bola.

Incluye a los ‘importados’ Yordanis Samón (Granma), Jarok Sandoval (La Habana) y Juan Miguel Vázquez (Cienfuegos). Hay notable contraste en estatura. El primero es bajo y más bien delgado, contrario a los otros dos, altos y corpulentos.

En el primer cojín uno de los adiestradores, reloj en mano, registra los tiempos de los corredores de primera a segunda bases. Aníbal Medina es uno de ellos ¡3,18 segundos! “Es bueno”, manifiesta Figueroa, “pero debe mejorar más”.

“Conocer, como promedio, cuánto demora el pitcher en lanzar y el catcher en disparar hacia segunda, permite saber al corredor qué tiempo debe hacer para salir ileso de la ‘estafa’”.

En general, especificó que trabajan con el pitcheo, en el control, en soltar la bola rápido y no demorar para evitar los robos de bases, así como en hacer bien las paradas para evitar faltas técnicas, y ofrecer menos oportunidades al corredor.

“De igual forma, realizan combinaciones entre el torpedero y camarero, debido a que Yurisbel Gracial no estará con nosotros en el inicio. Tenemos que trazar una estrategia diferente, pero bien ajustada, incluso para decidir quien será el torpedero”.

PREPARARSE ES MI DIVISA

Callado, con la mirada atenta a cuanto hacen los que le anteceden en el batting tee, está el joven receptor Ariel Martínez, ahora en la preselección nacional para el tope con los universitarios de Estados Unidos.

“Agradezco las posibilidades dadas por los profesores para que pueda alcanzar destreza y experiencia tras el home. Por ello, no escatimo el tiempo en dedicarme a entrenar, esa es mi divisa, pues solo así podré obtener el conocimiento que necesito.

“Me siento bien, tengo el apoyo de la familia, en particular de mi padre y amistades. Aquí no ha faltado el consejo oportuno de mis compañeros. Lo otro corresponde a mi persona. Pueden contar conmigo y, de hacer el equipo grande, aprovecharé cada oportunidad al igual que con los Cocodrilos”, dijo Ariel.

Junto a él se encuentran en la preselección nacional, que entrena en Ciego de Ávila, Eduardo Blanco, Jefferson Delgado, Yoanni Yera y Yasiel Santoya.

SIN CAMBIO: GANAR Y GANAR

“Como en los últimos tiempos, tendremos un equipo competitivo. Nuestra máxima es ganar, no puede haber otra con los muchachos en óptimas formas y dispuestos a entregarse en el terreno. Cada año aportamos más atletas al equipo nacional, y esto enorgullece al profesor Víctor Mesa y a todos nosotros.

“Se trabaja para que al final queden los 32 peloteros del conjunto y otros ocho en reserva, además de aquellos que también preservamos para cualquier contingencia, incluidas bajas por rendimiento o definitivas, enfermedades, etc. No todos harán el grado, algunos son de desarrollo y tendrán más oportunidades, pero lo esencial es tenerlos en cuenta”, señaló Figueroa.

Se refirió a varios atletas, como Samón y Vázquez, quienes junto a los demás, “tendrán que ganarse el puesto, pues conocemos la calidad que poseen”.

Las ausencias en ese momento de Yera, Jefferson y Santoya –disfrutaban del merecido descanso tras concluir su labor en la Liga del Can-Am–, impidió dialogar con ellos.

Por último, Figueroa se refirió al reincorporado lanzador Joel Suárez. “Está de alta, pero no lo apuraremos, y debe trabajar al final de la primera vuelta, o a principio de la segunda. Hay que cuidarlo”.

Cuando comienza a bajar la carga de preparación específica y se esclarecen las posibilidades de cada cual, los Cocodrilos empiezan a mostrar las fauces en toda su potencia. Ellos fortalecen los fundamentos del béisbol y lanzan su desafío porque “tienen potencial para clasificar entre los primeros cuatro lugares”, aseveró el reconocido entrenador.