Un aficionado que no tiene pelos en la lengua, y que sabe de béisbol, ayer en la tarde gritó a los cuatro vientos, frente a mi casa: "hasta cuando los quince de Yakelín".

El hombre metía miedo, no obstante, con absoluta tranquilidad, le pregunté que le sucedía; el moreno alto y corpulento sonrió y comentó: ''Que le parece, sumó otra pifia la Comisión Nacional de Béisbol.

Óigame, le resulta difícil andar por el camino correcto".

Como los traspiés de la institución son frecuentes, no pude más que llevarme las manos sobre la cabeza y preguntar ¿qué pasó ahora?

Con palabras suaves, dichas en tono bajo, el hombre explicó sobre un tema que anda de boca en boca en el aficionado cubano: la contratación de nuestros peloteros, en medio de la Serie Nacional.

Nadie está en contra, todos aplaudimos que los muchachos compitan en otras ligas y reciban una remuneración que el país no puede ofrecerle. Además, conocen otro béisbol y rompen esquemas arcaicos.

Pero señores, acudamos a la sensatez, ¿cómo se le puede ocurrir a la Comisión o Dirección de Béisbol, en medio de la temporada, desmantelar los equipos, extrayéndole las principales figuras?

Lo anterior atenta contra la Serie Nacional, que se desgaja ante los ojos de los que la hicieron grande.

La expresión, "hasta cuando los quinces de Yakelín" es lenguaje picaresco del dicharachero cubano, que salta a luz cuando algo resulta el colmo de la ignominia y nadie le pone freno.
Negrón, te doy la razón porque la tienes: "lo mío, primero".